“El hombre está bajo los pies de la mujer”: el sorprendente origen de la palabra “masoquismo”

El término viene de “La venus de las pieles”, una novela en la que un varón se ofrece como esclavo a su amada. Su historia y cómo descargarlo gratis

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La palabra “masoquismo” tiene su origen en el nombre del escritor austriaco Leopold von Sacher-Masoch, cuya obra y vida inspiraron el término. Sacher-Masoch es conocido principalmente por su novela La Venus de las pieles, publicada en 1870, en la que explora temas de deseo, sumisión y dolor. Este concepto fue formalizado más tarde en el campo de la psicología por el médico y sexólogo Richard von Krafft-Ebing.

Leopold von Sacher-Masoch nació el 27 de enero de 1836 en Lemberg (actual Lviv en Ucrania), entonces parte del Imperio Austro-Húngaro. Provenía de una familia de clase alta, con su padre ocupando un cargo gubernamental y su madre procedente de una familia aristocrática. Desde joven, Sacher-Masoch mostró una inclinación hacia la literatura y la cultura, campos en los que se destacó posteriormente.

La Venus de las pieles, la novela más famosa de Sacher-Masoch, narra la historia de Severin von Kusiemski y su relación con Wanda von Dunajew. En su trama, Severin se ofrece voluntariamente como esclavo de Wanda, firmando un contrato que lo obliga a someterse a ella y aceptar el dolor físico y emocional como expresión de su devoción y deseo. La novela, más que simplemente un relato de experiencias eróticas, profundiza en la psicología de la sumisión y el control, destacando las complejas interacciones de poder y deseo.

"La venus de las pieles" se puede descargar gratis
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Richard von Krafft-Ebing, un psiquiatra y sexólogo alemán, desempeñó un papel crucial en la formalización del concepto de “masoquismo”. En su obra Psychopathia Sexualis (1886), Krafft-Ebing analizó diversas parafilias y desórdenes sexuales, entre ellos el comportamiento exhibido en las obras de Sacher-Masoch. Krafft-Ebing acuñó el término “masoquismo” para describir la obtención de placer sexual a través del dolor y la humillación, utilizando el nombre del autor austriaco como base para el término debido a la naturaleza explícita de sus escritos.

El “masoquismo” se entiende no solo en términos físicos, sino también emocionales y psicológicos. Los individuos masoquistas encuentran satisfacción y placer en la sumisión y el sufrimiento, una experiencia que puede ser tanto consensual como psicológicamente compleja. El contexto creado por Krafft-Ebing ha sido expandido y refinado con el tiempo por varios teóricos y clínicos de la psicología y la sexología.

En el ámbito del psicoanálisis, Sigmund Freud también exploró el masoquismo y su contraparte, el sadismo. Freud consideraba el masoquismo y el sadismo como dos caras de la misma moneda, manifestaciones de impulsos libidinales que buscan la gratificación a través del dolor y el poder. Según Freud, el masoquismo podría ser una expresión de agresividad vuelta hacia uno mismo, una dinámica que refleja complejas estructuras mentales y emocionales.

Leopoldo Von Sacher-Masoch, el escritor que dio origen a la palabra "masoquismo".
Leopoldo Von Sacher-Masoch, el escritor que dio origen a la palabra "masoquismo".

La palabra “masoquismo” ha trascendido su origen clínico para convertirse en un término de uso común en el lenguaje cotidiano y cultural. El término se utiliza a menudo para describir comportamientos y relaciones donde se evidencia una búsqueda de placer en el dolor y la sumisión, aunque no siempre en contextos sexuales. En la cultura popular, el masoquismo ha sido explorado en literatura, cine y otras formas de arte, reflejando una fascinación continua con los límites del deseo humano y las dinámicas de poder.

Es importante, sin embargo, distinguir entre el masoquismo en contextos consensuales y seguros, y situaciones no consensuales o patológicas. El consentimiento y la comunicación clara son fundamentales para garantizar que todas las partes involucradas disfruten de la experiencia de manera segura y respetuosa.

La palabra “masoquismo” ha evolucionado desde su formulación inicial por Krafft-Ebing, pasando por las teorías psicoanalíticas de Freud, hasta convertirse en un término que abarca un amplio espectro de comportamientos y preferencias humanas. En las actuales investigaciones psicológicas y sociológicas, el masoquismo se estudia como parte de la comprensión más amplia de la sexualidad humana y las complejas dinámicas de poder y deseo.

Freud. También estudió el masoquismo.
Freud. También estudió el masoquismo.

La figura de Leopold von Sacher-Masoch y su obra continúan siendo objeto de estudio y análisis, no solo por su influencia en la creación del término, sino también por la manera en que sus escritos reflejan las inquietudes y exploraciones de la sexualidad y la psicología humana en su época. La Venus de las pieles sigue siendo una referencia clave para quienes estudian la historia de la literatura erótica y las concepciones culturales del deseo y la sumisión.

El legado de Sacher-Masoch también se ve en la manera en que su nombre ha dejado una marca imborrable en la nomenclatura de la psicología y en el lenguaje popular. Lo que comenzó como una exploración personal y artística de las complejidades del deseo y el control se ha convertido en un concepto fundamental para la comprensión de ciertos aspectos de la sexualidad humana y las relaciones de poder.

La palabra “masoquismo”, entonces, más allá de su origen etimológico, refleja un profundo interés en las dimensiones más oscuras y complejas de la psique humana, así como en la manera en que los individuos buscan y experimentan el placer y el dolor. Esta evolución del término subraya la riqueza y la diversidad de la experiencia humana, recordándonos que la exploración del deseo es una parte intrínseca de nuestra naturaleza.

La Venus de las pieles (Fragmento)

La hermosa dama de mármol tosió y levantó sobre sus hombros la oscura piel de cebellina.

—Gracias por su lección clásica, —contesté—; pero no me negaréis que, así en vuestro mundo lleno de sol como en nuestro brumoso país, el hombre y la mujer son enemigos por naturaleza, con los cuales el amor hace durante cierto tiempo un solo y mismo ser, capaz de una misma concepción, de una misma sensación, de una misma voluntad, para desunirlos luego más, y que —y esto lo sabéis vos mejor que yo— el que no sepa sojuzgar al uno será pronto pisoteado por el otro.

—Y lo que usted sabe mejor que yo —contestó doña Venus con arrogante tono de desprecio— es que el hombre está bajo los pies de la mujer.

—Seguramente, y de aquí no me haga ninguna ilusión.

—Lo que quiere decir que sois siempre mi esclavo sin ilusión, por lo cual no tendré yo misericordia.

—¡Señora!

—¿No me conocéis aún? Sí, soy cruel; ya que tanto te gusta esa palabra. ¿Pero no tengo derecho para serlo? El hombre es el que solicita, la mujer es lo solicitado. Ésta es su ventaja única, pero decisiva. La naturaleza la entrega al hombre por la pasión que le inspira, y la mujer que no hace del hombre su súbdito, su esclavo, ¿qué digo?, su juguete, y que no le traiciona riendo, es una loca.

—¡Buenos principios, hermosa señora! —repliqué indignado.

—Descansan sobre diez siglos de experiencia —dijo ella en tono burlón, mientras en la sombría piel jugaban sus dedos blancos—. Cuanto más fácilmente se entrega la mujer, más frío e imperioso es el hombre. Pero cuanto más cruel e infiel le es, cuanto más juega de una manera criminal, cuanta menos piedad le demuestra, más excita sus deseos, más la ama y la desea. Siempre ha sido así, desde la bella Helena y Dalila, hasta las dos Catalinas y Lola Montes.

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