El dramaturgo argentino Mariano Pensotti invita al público a subir el Annapurna en Una sombra voraz, la obra que estrenó el martes 9 en el Festival de Aviñón (el mayor certamen de teatro junto al de Edimburgo). El proyecto en sí tuvo algo épico, cuenta él, al dirigirlo en francés sin conocer el idioma.
“La idea surgió porque en los últimos años empecé a estar bastante obsesionado con noticias que aparecieron en distintos lugares del mundo de que a partir del cambio climático y del derretimiento de los glaciares y nieves de las montañas, empezaron a aparecer cadáveres de escaladores que habían permanecido desaparecidos muchos años”, detalla Pensotti en Aviñón (sur de Francia).
En Una sombra voraz (‘Une ombre vorace’, en su título original en francés), dos personajes cuentan en paralelo una historia interconectada: Jean, un alpinista en el ocaso de su carrera, decide emprender el ascenso al Annapurna (Nepal), donde su padre perdió la vida 30 años atrás, y Roux, el otro personaje, es el actor encargado de dar vida a Jean en una película posterior sobre su gesta.
Pensotti (Buenos Aires, 1973) no es en absoluto escalador, según admite, pero quedó cautivado por “la imagen de la tierra violentada que devuelve los cuerpos que estuvo ocultando durante muchos años”, y así fraguó esta obra que presentará primero en Aviñón y luego girará por Francia durante unos dos años.
Por ello, y dado que está producida por el propio Festival de Aviñón, dos actores franceses (Cédric Eeckhout y Élios Noël) interpretan el texto, que también está en el idioma de Molière y que se despliega con una puesta en escena minimalista en cuanto a escenografía y un hilo musical que hace magia para viajar en el tiempo y el espacio.
Pensotti no sabe francés ni Eeckhout ni Noël sabían español cuando viajaron a Buenos Aires a ensayar, pero se las arreglaron para construir esta particular Torre de Babel que, a diferencia de la mayoría de producciones del Festival, no se podrá ver solo en un escenario del centro de la ciudad, sino que girará por la periferia de Aviñón con vocación de democratización de la cultura.
“No está pensado solamente para el público que está acostumbrado a ver teatro contemporáneo, sino para estar en contacto con la gente de los barrios, de las pequeñas ciudades que rodean Aviñón. Eso es algo muy inédito para nosotros como compañía, así que claramente hay algo de eso que es fascinante”, indica el fundador del Grupo Marea, surgido en 2004 en la escena teatral independiente de Buenos Aires.
Y “si la situación económica y política de la Argentina lo permiten”, agrega Pensotti, la intención es hacer una versión en español para llevarla después también a su país, donde su compañía ha encandilado con obras como Los años.
Un panorama oscuro para la cultura en Argentina
El Grupo Marea surgió precisamente aún en la resaca de la crisis de 2001 -la madre de todas las crisis económicas sufridas en Argentina, al menos “hasta ahora”, reflexiona Pensotti-, y ha persistido gracias a “una creencia un poco demencial en que se pueden seguir haciendo cosas aun con contextos muy adversos”.
El actual, con los agudos recortes a la cultura ordenados por el presidente argentino, el ultraliberal Javier Milei, es “terrible”, asegura. “Estamos viviendo los primeros seis meses de un gobierno de extrema derecha con un componente neoliberal totalmente desaforado. Más allá de que la pobreza ha aumentado terriblemente en solo seis meses, de que ha aumentado el desempleo, de que han bajado las jubilaciones, las pensiones, desde el ámbito de la cultura es absolutamente un desastre”, opina el creador porteño.
“En este momento -continúa- no se están filmando películas en Argentina, no hay financiamiento para obras de teatro, los teatros públicos están siendo desfinanciados. Con lo cual, el panorama es muy oscuro y la sensación es que la única opción que nos queda es resistir”.
Aunque el teatro solo “no alcanza” para combatir a la ultraderecha -”no tengo ni la ingenuidad ni el romanticismo suficiente para creer que el arte puede enfrentarse a eso”, dice-, Pensotti sí cree que la escena tiene la capacidad de reaccionar más rápido que muchas otras disciplinas, al necesitar menos recursos que, por ejemplo, el cine.
“Y también creo que el teatro tiene la capacidad de crear mundos distintos que tienen la capacidad de, estéticamente, proponer relatos que sean más interesantes, más complejos, más humanos, que lo que está proponiendo la extrema derecha. Y en ese sentido, sigo teniendo la esperanza de que desde el teatro podamos generar alternativas que terminen produciendo un contrarrelato”, concluye.
Fuente EFE