Cecilia Kang explora el trauma histórico de las “comfort women” coreanas en un documental

“Partió de mí un barco llevándome” narra las vicisitudes de una joven perturbada por los relatos de esclavitud sexual durante la Segunda Guerra Mundial. “Hay que hacer memoria”, dice la directora

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Tráiler de la película "Partió de mí un barco llevándome", de Cecilia Kang

La película Partió de mí un barco llevándome, dirigida por Cecilia Kang, galardonada con el Premio Especial del Jurado y Premio del Público en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 2023, está lista para su estreno en diversas salas argentinas durante julio. Hasta el viernes 12 se proyectará en la Sala Leopoldo Lugones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), todos los sábados del mes se exhibe en Malba Cine, y del jueves 11 al miércoles 17 se podrá ver el Cineclub Municipal Hugo del Carril de Córdoba.

La trama gira en torno a Melanie, una joven actriz de origen argentino-coreano que se enfrenta a una profunda crisis al recibir la propuesta de interpretar un monólogo basado en el testimonio de una “comfort woman”. Estas mujeres fueron utilizadas como esclavas sexuales por el ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial y hasta el presente muchas siguen siendo ignoradas por la sociedad. Melanie, en su preparación para el papel, descubre que las opresiones de aquellas mujeres resuenan todavía en su propio ser.

Para entender la magnitud del tema abordado en esta película, es esencial conocer quiénes fueron las “comfort women” o “mujeres de consuelo”. Durante la Segunda Guerra Mundial, más de 200.000 jóvenes asiáticas fueron secuestradas y forzadas a trabajar como esclavas sexuales para el ejército japonés. “Comfort women” es el término eufemístico utilizado por los militares japoneses para referirse a estas víctimas.

Melanie, una joven actriz argentino-coreana, enfrenta una crisis al interpretar a una comfort woman
Melanie, una joven actriz argentino-coreana, enfrenta una crisis al interpretar a una comfort woman

Melanie, una joven actriz argentino-coreana, trabaja en el negocio de ropa de su madre en el barrio de Flores, Buenos Aires. Aunque no le agrada, cumple con esta responsabilidad familiar mientras sueña con crecer en el campo de la actuación. En la película, Melanie interpreta a una mujer coreana real llamada Hwang Geum-Ju, víctima de explotación sexual por el ejército imperial japonés durante la Segunda Guerra Mundial.

La narrativa de la película comienza con un casting y sigue a Melanie mientras asimila la historia de las “comfort women” (wianbu, en coreano), una espantosa realidad para muchas mujeres en países ocupados por Japón entre 1938 y 1945. A medida que Melanie aprende y repite su papel, se adentra más en la historia que representa, conectándose con su propia herencia cultural y la experiencia traumática de su madre con la violencia doméstica.

La película también sigue a Melanie en su viaje a Seúl para reunirse con su hermano mayor, profundizando en sus raíces y en las dificultades de entender su identidad dual. Este reencuentro es uno de los momentos más emotivos de la película, capturando la nostalgia de su infancia a través de simples recuerdos compartidos como golosinas.

Cecilia Kang, la directora del film, habla sobre la inspiración detrás de su creación. En 2013, durante un viaje a Corea del Sur, asistió a una conferencia de Kim Bok-dong, una sobreviviente de estas atroces prácticas. Kang relata: “Esta anciana contó cómo a sus 15 años la subieron, junto con otras 30 mujeres, a un barco que emprendió un viaje a un destino no elegido. Nos hablaba de cómo la violaban más de 20 veces al día”. Para Kang, el testimonio fue impactante, ya que no conocía sobre esta parte de la historia.

Cecilia Kang se inspiró en el testimonio de Kim Bok-dong, sobreviviente de las atrocidades de guerra
Cecilia Kang se inspiró en el testimonio de Kim Bok-dong, sobreviviente de las atrocidades de guerra

Kim Bok-dong, que falleció en enero de 2019, dejó una huella profunda en la directora. Kang, de origen coreano, pero nacida en Argentina, menciona: “Hay algo muy potente que me conecta a esas mujeres. Sus rostros, con los mismos rasgos que el mío”. Esta conexión le inspiró a desarrollar una narrativa que refleja tanto su propia identidad como la lucha y dolor de las “comfort women”.

El título de la película, Partió de mí un barco llevándome, toma inspiración de un poema de la argentina Alejandra Pizarnik, que expresa la dificultad de narrar experiencias inefables: “explicar con palabras de este mundo que partió de mí un barco llevándome”. Melanie, la protagonista, representa a través de su cuerpo las voces de aquellas mujeres que fueron silenciadas durante tanto tiempo. Al hacerlo, la película explora cómo ciertas estructuras opresivas persisten en la sociedad moderna y generan inmenso dolor en las mujeres.

El film también se ha llevado varios premios en el Festival Internacional de Mar del Plata 2023, entre ellos el Premio Astor Piazzolla, el Premio SIGNIS a Mejor Película y el Premio ADN a Mejor Documental. En términos de proyección internacional, Kang está desarrollando un nuevo largometraje de ficción titulado “Hijo mayor”, participado en La Fabrique 2021 de Cannes, el cual será una profundización personal sobre los temas de identidad y feminidad que ha explorado en sus trabajos documentales. Cecilia Kang se formó en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (E.N.E.R.C.) y ha sido becada en diversas instituciones prestigiosas, incluyendo la Universidad Torcuato Di Tella y el Programa Nipkow.

La sinergia de lo personal y lo histórico en Partió de mí un barco llevándome revela cómo las experiencias de opresión y abuso del pasado siguen teniendo resonancias en el presente. En la figura de Melanie, la película busca trazar una línea invisible que conecta estas heridas históricas con la realidad actual, presentando un poderoso llamado a la memoria y la justicia.

El título del film toma inspiración de un poema de Alejandra Pizarnik
El título del film toma inspiración de un poema de Alejandra Pizarnik

En diálogo con Infobae Cultura, la directora contó detalles de la concepción de su película, la realidad de Corea hoy frente a este pasado ominoso y su opinión sobre el momento que vive el cine argentino en la actualidad.

—¿Cómo te enteraste de la historia de las “comfort women”?

—En 2013, viajé a Corea del Sur para mi primer documental y asistí a un congreso de mujeres. Allí, una superviviente llamada Kim compartió su testimonio. No conocía la historia de las “comfort women” ni sabía lo que significaba el término. Escuchar a esta mujer, que fue secuestrada a los 14 años y violada repetidamente, me impactó profundamente. Con el tiempo, aunque sentía la necesidad de contar esta historia, no me sentía preparada para hacer una película sobre el tema. Hablé con mi amiga y guionista Virginia, quien sugirió que comenzáramos la película desde nuestra perspectiva, como mujeres de la comunidad coreana. Así conocí a Melanie, la protagonista. Organizamos un casting abierto a chicas de la comunidad coreana y Melanie fue la primera en presentarse. Sentí una conexión inmediata con ella y su historia, lo que definió el rumbo del documental. Originalmente, la película no iba a tener una sola protagonista, sino varias, pero conocer a Melanie cambió todo.

—¿Cuando la conociste a Melanie cambió tu idea original de película?

—Conocer a Melanie cambió mi perspectiva sobre la película. Su historia personal y familiar resonaba con el pasado tan terrible de las “comfort women”. Aunque la película no compara directamente ambas experiencias, Melanie me mostró cómo ciertas opresiones y estructuras siguen afectando a las mujeres hoy en día. Esto me inspiró a reflejar en la película esas resonancias contemporáneas y entender cómo las experiencias del pasado se trasladan al presente. Fue un aprendizaje clave y algo que quisimos destacar en el documental.

—¿Cómo fue el proceso de investigación y cómo convenciste a Melanie de ser la protagonista?

—La investigación comenzó de manera indirecta en 2013, tras conocer a una sobreviviente y escuchar su testimonio. Al regresar a Argentina, empecé a investigar sobre lo ocurrido, y años después, cuando con Virginia decidimos hacer la película, profundizamos en la investigación. Consultamos con especialistas como María del Pilar Álvarez y Lucía Ruth, quienes nos proporcionaron bibliografía y valiosos testimonios de primera mano de las sobrevivientes, que son desgarradores y fundamentales para entender esa parte de la historia. Convencer a Melanie fue un proceso natural. Ella asistió al casting inicial y, tras conocerla, sentí una conexión inmediata. A medida que compartía su historia personal y familiar, vi que resonaba con muchos aspectos de las experiencias de las “comfort women”, aunque en contextos distintos. Melanie comprendió la importancia de visibilizar estas historias y se comprometió con el proyecto, lo que convirtió el casting en una película en buena parte sobre su vida.

El poderoso llamado a la memoria en ‘Partió de mí un barco llevándome’ tras ganar en Mar del Plata
El poderoso llamado a la memoria en ‘Partió de mí un barco llevándome’ tras ganar en Mar del Plata

—¿Y en Corea es un tema o se habla poco?

—Generalmente, no se habla mucho del tema. Sin embargo, es esperanzador que hoy en día sean los jóvenes quienes más lo traen al presente, apoyando a ONGs que luchan por justicia, memoria y verdad. Algo significativo es “La marcha de los miércoles”, que inició en 1991 cuando la primera superviviente se atrevió a contar su historia. Desde entonces, las sobrevivientes se reunían cada miércoles frente a la embajada japonesa para exigir justicia. Aunque ahora, debido a su avanzada edad, ya no participan, la marcha continúa con organizaciones de derechos humanos y muchos jóvenes. Esto muestra la importancia de recordar y hablar de estos hechos para las nuevas generaciones, quienes nos enseñan la relevancia de hacer memoria.

—¿Utilizaron un guion que fueron modificando a medida que aparecían cosas nuevas?

—Trabajamos con un guion que desarrollamos junto a la guionista Virginia Roffo y también con Melanie. Hicimos una profunda investigación sobre el tema y luego una investigación más específica con Melanie. Organizamos un casting en diciembre de 2019, pero dos meses después estalló la pandemia y el mundo se paralizó, lo que inicialmente fue devastador para nuestros planes. Sin embargo, en retrospectiva, este tiempo extra nos permitió repensar y reescribir el guion. Durante la pandemia, aproveché para generar un vínculo más estrecho con Melanie, conocer nuestras vidas y ajustar el guion en base a esta nueva información. Esto nos ayudó a llegar al rodaje bastante preparadas, aunque en un documental, la realidad siempre puede sorprenderte y cambiar tus planes preestablecidos.

Melanie, conecta con su herencia cultural mientras aprende sobre las comfort women
Melanie, conecta con su herencia cultural mientras aprende sobre las comfort women

—El rodaje incluía un viaje a Corea...

—Sí, el viaje estaba planeado desde el principio, pero a medida que avanzábamos nos dimos cuenta de que no teníamos suficiente presupuesto. Tuvimos que reescribir la historia y, de repente, al último momento, conseguimos fondos adicionales. Siempre digo que fue como si la película tuviera su propia magia y mandara. El viaje de Melanie a Corea del Sur era crucial para la trama, así que nos organizamos mejor y encontramos el apoyo necesario. Además, Corea del Sur nos ayudó con apoyo económico, lo que hizo posible el viaje.

—¿Cómo vivieron ambas ese viaje?

—Fue avasallante. A pesar de haber investigado mucho, nunca había asistido a las marchas ni visitado los museos en persona. Tuve solo una semana de preproducción antes del rodaje en Corea, durante la cual organicé todo: hablé con museos, organizaciones y planifiqué el rodaje. En esos días, experimenté por primera vez la “Marcha de los miércoles” y visité el Museo de la Mujer y la Guerra. Estas experiencias me dejaron una marca profunda y requirieron ajustes en el guion, ya que la realidad siempre sorprende y supera las expectativas. La semana siguiente, Melanie vivió estas experiencias por primera vez. Planeé un recorrido estratégico para que ella pudiera asimilar todo de manera auténtica.

Las comfort women fueron utilizadas como esclavas sexuales por el ejército japonés en la Segunda Guerra Mundial
Las comfort women fueron utilizadas como esclavas sexuales por el ejército japonés en la Segunda Guerra Mundial

—¿Qué pasó la primera vez que Melanie vio la película?

—Fue increíble. Melanie vio varias versiones antes del corte final porque era importante para mí que compartiera todo el proceso. Ella no solo fue la protagonista frente a la cámara, sino que tuvo un rol muy activo y participativo durante toda la realización. Cuando finalmente la vio, fue muy conmovedor y emotivo tanto para ella como para todo el equipo técnico. La proyección en el Festival de Mar del Plata también fue una locura. Ganamos el premio de la Audiencia, que personalmente considero el galardón más significativo que he recibido.

—¿Qué tipo de conversaciones se dieron al finalizar?

—Tras las proyecciones, muchas personas se acercaban, comenzaban a hablar y se quebraban en lágrimas, lo que nos emocionaba a nosotros también. Fue un espacio de catarsis y reflexión. Muchas mujeres de distintas generaciones reflexionaban sobre su lugar en la sociedad y cómo percibirse hoy en día. Agradezco profundamente que compartieran sus experiencias personales tras ver la película; eso nos llena de humildad y es un aprendizaje para todos en la sala. Me alegra que la película fomente la conexión, el diálogo y la presencia en comunidad.

—¿Cómo ves la actualidad del cine y la cultura hoy?

—Siento que la única forma de enfrentar la situación actual es estar presentes, defendiendo las películas y acercándonos al público. Crear diálogos y mostrar las películas en cines o medios, compartiéndolas con las personas. Es crucial, especialmente hoy, cuando ciertas políticas intentan ir en contra del cine y la cultura en nuestro país. Esta película es una pequeña fracción de la cultura y el arte de nuestro país, de nuestra identidad. Aunque algunos puedan verla como algo exótico sobre la comunidad coreana en Argentina, también habla de nuestra identidad cultural. Es fundamental defender estas políticas y reflexiones, porque borrar el arte y la cultura significa borrar la propia identidad del país. Estrenar una película ahora se siente como un gran regalo, un privilegio. Espero que sirva, al menos de forma lúdica, para que la gente disfrute y se escape un poco del tiempo de una forma dulce.

* Partió de mí un barco llevándome: del 4 al 12 de julio en la Sala Leopoldo Lugones (Avenida Corrientes 1530, CABA), todos los sábados de julio en Malba Cine (Avenida Presidente Figueroa Alcorta 3415, CABA) y del 11 al 17 de julio en el Cineclub Municipal Hugo del Carril (Blvd. San Juan 49, Córdoba capital).

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