“Nunca más volveré”: cinco claves de la muerte de Perón que revela el “Tata” Yofre

Su salud ya estaba herida pero el dirigente tenía una misión para cumplir. En el país el clima político estaba convulsionado. Aquí, los puntos centrales de la investigación. El libro se puede descargar gratis

El 1° de julio de 1974, la Argentina perdió a uno de sus líderes más icónicos: Juan Domingo Perón. Su muerte marcó el fin de una era y dejó un vacío en el escenario político del país. Un país, un proyecto, una grieta, una forma de vivir empezaban a terminar cuando callaron los latidos de ese corazón.

A continuación, repasamos cinco puntos clave sobre los últimos momentos de Perón, basados en el libro Perón. La intimidad del final de Juan Bautista Yofre.

1. El retorno definitivo a la Argentina

Perón regresó a Argentina el 20 de junio de 1973, después de casi dos décadas de exilio en España. A pesar de su salud deteriorada, su decisión de volver fue firme. “Volvía disminuido físicamente, todos sus médicos y algunos amigos le aconsejaron no establecerse definitivamente en la Argentina, pero él no los tomó en cuenta” Este regreso, aunque esperado y celebrado por muchos, también fue visto como un sacrificio personal por el propio Perón, quien, según Ricardo Balbín, “sabía que venía a morir”.

En los días previos a su partida, Perón tuvo una emotiva despedida en Puerta de Hierro, su residencia en Madrid. Según el relato del embajador Robles Piquet, Perón se detuvo unos minutos para “mirar los árboles que él había plantado” y musitó: “nunca más volveré”. Este momento encapsula la mezcla de determinación y resignación que caracterizó su retorno.

Juan Bautista "el Tata" Yofre, autor de la investigación sobre Perón. (Franco Fafasuli)

El regreso fue meticulosamente planeado. Perón había anticipado muchos de los pasos que seguirían su llegada, incluyendo la breve duración del gobierno de Héctor Cámpora. Antes de partir, Perón le confió a Jorge Antonio, su amigo y colaborador cercano, que Cámpora no estaría más de dos meses en el gobierno. Este conocimiento previo de los acontecimientos muestra la claridad y la visión estratégica de Perón, incluso en sus últimos días.

El vuelo de retorno a Argentina estuvo cargado de simbolismo y emoción. Al llegar a Buenos Aires el 20 de junio de 1973, Perón fue recibido por una multitud que lo aclamaba. Este momento, aunque significativo, también marcó el comienzo del fin para Perón, ya que su salud continuó deteriorándose rápidamente. Su retorno, aunque esperado y celebrado, fue visto por él mismo y por muchos de sus allegados como un sacrificio personal y una misión final que debía cumplir.

2. Problemas de salud

La salud de Perón se había deteriorado considerablemente antes de su retorno. Ya en Madrid, había presentado un primer síntoma coronario. A lo largo de su último año de vida, ya en la Argentina, enfrentó varios episodios críticos que reflejan la fragilidad de su estado físico. Uno de los momentos más alarmantes ocurrió el 22 de noviembre de 1973, cuando sufrió un edema agudo de pulmón en su residencia de Gaspar Campos. La falta de un equipo médico de urgencia adecuado obligó a su equipo de seguridad a buscar un médico vecino para atenderlo de inmediato.

A partir de ese incidente, se decidió formar un equipo médico estable que acompañara a Perón en todo momento. Este grupo de jóvenes profesionales de sólida formación y confianza ideológica y profesional estaba preparado para situaciones de urgencia. “Desde aquel momento, bajo las atentas miradas de los doctores Pedro Cossio (médico de cabecera) y Domingo Liotta (jefe de cirugía cardiovascular del Hospital Italiano y Secretario de Salud Pública) se tomó la decisión de formar un equipo médico estable”, escribe Yofre. Este equipo debía estar presente tanto en su residencia como en la Casa de Gobierno y durante sus desplazamientos al exterior.

Además del edema de pulmón, Perón había tenido un infarto diafragmático que fue detectado retrospectivamente. Un electrocardiograma realizado el 8 de mayo de 1973 reveló una cicatriz de un infarto previo, que no había sido mencionado en los informes clínicos de entonces. “Ahí se ve una cicatriz de un infarto diafragmático pero en el informe de ese electrocardiograma Florez Tascón no dice nada. Tampoco lo dice en el informe clínico general del 9 de mayo de 1973″. Este infarto había ocurrido posiblemente en noviembre de 1972, un hecho que Perón mencionó solo después de ser consultado específicamente sobre sus síntomas de esa época.

En noviembre de 1973, Perón comenzó a sufrir de insuficiencia cardíaca, indicando que su corazón ya no tenía la fuerza necesaria para bombear adecuadamente. Este estado crítico se complicó aún más a partir del 1 de mayo de 1974, cuando comenzó a experimentar angina de pecho recurrente debido al estrés y la tensión política. “El tema es que cuando, en noviembre, la enfermedad cardíaca de Perón empieza a dar insuficiencia cardíaca significa que el corazón ya no tiene demasiada fuerza para contraerse... “.

Estos problemas de salud no solo afectaron la vida personal de Perón, sino que también tuvieron un impacto significativo en su capacidad para gobernar en sus últimos meses. La progresiva deterioración de su salud coincidió con una intensificación de la crisis política y social en Argentina, lo que contribuyó a la inestabilidad del país y preparó el terreno para el golpe militar que ocurriría dos años después de su muerte.

3. La tensión política y social

El contexto político y social de Argentina en aquel momento era caótico. La violencia y el terrorismo, protagonizados por grupos como los Montoneros y el PRT-ERP, estaban en aumento. “Desde comienzo del año se habían producido más de ciento cincuenta casos de secuestros extorsivos comprobados con pagos de rescates por cuatrocientos millones de dólares, y más de veinte atentados y agresiones terroristas en perjuicio de empresas norteamericanas radicadas en el país”, dice Yofre.

Un clima tenso: en 1970 los Montoneros habían secuestrado al general Aramburu.

La violencia política se intensificó con atentados y enfrentamientos entre organizaciones armadas como el PRT-ERP y facciones peronistas radicalizadas. “En el último mes del año 1973, la democracia y las instituciones de la República continuaban bajo el fuego intolerable de los atentados promovidos por las organizaciones terroristas”. Perón, consciente de la gravedad de la situación, trató de implementar su “Acuerdo Social” para estabilizar la economía y mantener la paz social. Sin embargo, sus esfuerzos se vieron constantemente socavados por la oposición violenta de sectores radicales de su propio movimiento.

Además, la situación económica era precaria, con alta inflación y desempleo. Los intentos del gobierno de Perón de controlar la economía no lograron revertir la crisis, y las medidas adoptadas generaron descontento tanto en los sindicatos como en el sector empresarial. “Nada de lo que se resuelve queda resuelto, nada de lo que se arregla queda arreglado, nada de lo que se dice queda claro. Y como si un pertinaz delirio hubiera invadido los espíritus, nada de lo que se cree vivir responde a la vida real, nada de lo que se cree posible es una posibilidad real”.

4. El último año de gobierno

A pesar de su frágil estado, Perón asumió la presidencia por tercera vez el 12 de octubre de 1973. Su mandato, aunque breve, estuvo marcado por intentos de estabilizar el país y dialogar con la oposición. Sin embargo, la magnitud de los problemas que enfrentaba superaba sus capacidades físicas y el tiempo disponible. “Perón lideró diversas batallas y mantuvo diálogos con la oposición, particularmente con el líder del radicalismo, Ricardo Balbín”, escribe Yofre en Perón: la intimidad del final.

Juan Domingo Perón junto a Isabel en la ventana de la casa de Gaspar Campos

Desde el punto de vista político, el tercer mandato de Perón se desarrolló en un ambiente de extrema inestabilidad y violencia. La confrontación entre facciones internas del movimiento peronista, así como la actividad de grupos guerrilleros como Montoneros y ERP, creó un clima de inseguridad constante. “El mismo día, Montoneros anunciaba la unidad con las Fuerzas Armadas Revolucionarias – FAR – que a partir de ese momento dejaban de cometer acciones con ese nombre original”. Estos grupos no solo se oponían al gobierno de Perón, sino que también disputaban el control del propio movimiento peronista.

5. El adiós

El 1 de julio de 1974, Perón falleció, dejando un legado complejo y una nación en luto. Su muerte no solo marcó el fin de su vida, sino también el inicio de un período aún más turbulento para Argentina. Según un informe de Inteligencia de los Estados Unidos redactado un día después de su muerte, “se señalaba la fragilidad que atravesaría la presidencia de Isabel Perón, sumergida en la desintegración gradual del Movimiento Peronista y el incremento de la violencia por organizaciones terroristas”.

Los funerales de Perón (Télam)

La noticia de su muerte fue anunciada oficialmente por su esposa, Isabel Perón, quien asumió la presidencia en medio de un clima de dolor y conmoción. Isabel, visiblemente afectada, se dirigió a la nación a través de una cadena nacional, comunicando el fallecimiento de su esposo. “A las 14.05, sentada en el sillón presidencial que tantas veces había usado su marido, Isabel leyó un texto corto por cadena nacional que le había preparado Caraballo”. Este anuncio fue recibido con una mezcla de tristeza y preocupación, ya que Perón había sido una figura central en la política argentina durante décadas.

El impacto de la muerte de Perón se sintió en todos los rincones del país. Miles de argentinos salieron a las calles para rendir homenaje a su líder, y las plazas y avenidas principales se llenaron de personas que querían despedirse de él. La figura de Perón había sido un pilar para muchos, y su muerte dejó un vacío que sería difícil de llenar. “El matutino ‘La Opinión’ señaló: ‘Los argentinos, día a día, tienen conciencia de que el país al que estaban acostumbrados está muriendo. Y no saben qué país, qué vida, los espera. Ni cuánto durará la agonía’”

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