Algo de realidad tiene la novela que acaba de sacar Luis Novaresio. Es periodista, la realidad se le cuela por todos lados. Algo de realidad: los personajes de Todo por amor pero no todo tienen que ver con ideas que aparecieron muchísimos años, cuando vivía en Rosario y viajaba a Buenos Aires para hacer un curso de Filosofía con José Pablo Feinmann.
La historia de esta, la primera novela del consagrado periodista, se centra en Uno, un personaje inmerso en una crisis de pareja con C. En busca de respuestas, se inscribe en un curso de Filosofía impartido por la reconocida profesora Berta Orlás.
A lo largo del curso, Uno establece vínculos significativos con sus compañeros. Entre ellos se encuentra Ana, una ejecutiva con un secreto, Eva, cuya fragilidad y determinación desafiarán al grupo, y Lourdes y Gerardo, una pareja que plantea preguntas difíciles. Este grupo desarrollará una forma intensa de amistad mientras exploran dilemas filosóficos asociados con Platón, Epicuro, Freud, De Beauvoir y Sartre.
Uno se encuentra dividido entre las experiencias sexuales que le ofrece C y el temor de perderlo, lo que lo lleva a cuestionar los límites del amor y el sexo, así como a reflexionar sobre la fidelidad y la moralidad en las relaciones. Las enseñanzas de los grandes pensadores emergen a través de la figura de la carismática profesora Orlás, quien guía al grupo en estas exploraciones filosóficas.
La novela -como un consejo o la alegría de haber llevado a buen puerto este desafío- está dedicada “A los tenaces”. Así empieza Todo por amor pero no todo:
Todo por amor pero no todo (Fragmento)
Slave
C dijo es por acá. Uno bajó la ventanilla para mirar el cartel que indicaba el nombre de la calle. No había dudas.
—Hipólito Yrigoyen —atinó a decir en voz alta—. Es la calle donde está… —y se detuvo dándose cuenta de que, de
seguir, debería contarle. Unos años atrás había venido a un cine porno que estaba a pocos metros.
—¿La calle de qué? —le preguntó C sin demasiado interés.
Uno no dijo nada. Sabía que C no volvería sobre el tema. Como hacía con la mayoría de las cosas que no le importaban. Uno sentía cierta envidia por ese mecanismo. El ejercicio explícito de ignorar todo lo que está fuera de su foco.
—Ahí veo que hay cola. —Uno estaba seguro de que era el lugar—. Esperemos un poco en el auto a que pare de llover. Diluviaba. Por un momento, Uno pensó que la lluvia sería su aliada y que no irían a esa fiesta. Pero también quería ir.
—El sábado voy a Slave. Me gustaría que fuéramos juntos. Fiesta, música electrónica —le había dicho C.
Uno había googleado el evento y los pocos videos subidos por usuarios lucían tan mal grabados como seductores
Oscuridad, gente vestida de látex y con collares y cadenas, desnudez, música electrónica densa. Sus ganas, sin embargo, se golpeaban con su temor a pasarla mal. Verlo a C en su mundo, delante de él, lo asustaba. Verse excluido de aquel mundo.
Estacionaron en medio de dos containers que desbordaban de basura. Uno bajó su ventanilla y el hedor lo envolvió. Las casas del siglo pasado, la oscuridad y el olor montaban un cuadro de decadencia atractivo. La decadencia por elección puede ser atractiva. No cuando se impone.
Uno sintió que C estaba haciendo un esfuerzo. Lo estaba invitando a una parte de su mundo, por usar algo de su terminología. Mi mundo incluye el descontrol, la lujuria, el no explicar ni justificar lo que hago. Y a ese mundo no voy a renunciar. Ni siquiera por amor, le había dicho luego de una de las tantas discusiones. ¿C lo amaba? ¿Por qué dijo ni por amor?
Dejó de llover. O, al menos, caía menos agua. El ingreso a Slave era una mampara negra adosada a una especie de dintel de una vieja casa de calle Hipólito Yrigoyen. Dos personasde seguridad, una mujer y un hombre, enormes de físico po rigual, controlaban los tickets. La mujer con una remera quedecía “Prevención” empujó una puerta vaivén para franquearles el ingreso. Entonces Uno vio, escuchó y olió de qué iba esa noche en ese lugar de la ciudad.
Una humareda rítmica de colores lo golpeó directo en elcentro del pecho. La música ensordecía con una percusiónoscura y dominante. Las luces encandilaban con rojos y blancos brillantes. El humo de los cigarrillos y de la máquina quefabricaba el efecto a base de agua y glicerina empañaban lavista. C se dirigió decidido hacia la barra de tragos casi desentendiéndose de él.
Cuando Uno pudo aclarar sus sentidos, lo vio todo: quinientas, mil personas, nunca lo sabría, se movían como unaespecie de masa obediente e informe simulando bailar. Porque en realidad, nadie bailaba. Todos se prestaban a una especie derito físico distinto de la danza. Y mejor, cómo no. Es la primera vez que veo música tan oscura, pensó Uno. Porque aquellos sonidos no se escuchaban. Esencialmente se veían. Teníanentidad física imperceptible por los oídos. Había que verlos. Casi todos varones. Casi todos en cuero. Si alguien le pidiera a Uno que describiera lo primero que vio, diría eso.
Torsos desnudos, infinidad de torsos desnudos. Lampiños, peludos, con pezones oscuros o más rosados, hombros y pectorales inflados, otros curvos por el paso del tiempo o la nula ejercitación, arneses de cuero, cadenas en forma de collares, piercings. Torsos.
(...)
El premio de Ana
Se acomodó en su sillón y miró hacia el Río de la Plata. Elpaisaje le devolvió lo que siempre. Paz. Inmensidad. Sensación de poder. Desde el piso 27 del edificio de Puerto Madero, la dimensión del río era una precisa metáfora del poder. Desde aquí domino todo eso que parece inconmensurable, pensó Ana.
Hoy sí era buen día para ella. Después de esperarlo pormeses, el directorio de la empresa de medicina prepaga le anunció su premio. Fue el mejor ejercicio de los últimos once años. Las ganancias fueron las más altas, Ana, le dijo el presidente y le estrechó la mano. Hágase la desentendida cuando se lo anuncien en la reunión de los jueves. Pero van a duplicar su bono anual y van a regalarle un cero kilómetro más dos pasajes a Roma, le confesó en tono cómplice. Usted hágase la sorprendida. Se lo quería contar yo en honor a la confianza que deposité en usted desde el primer día y que sé, le dijo el hombre acercándose a una distancia que sólo admitía el beso o el cachetazo, usted ha sabido apreciar en estos tres años.
(...)
Cada domingo a la mañana, cuando Ana leía los diarios, se imponía (¿como cábala?, ¿superstición?) leer, primero que nada, el horóscopo de la revista del diario de mayor tirada delpaís. Antes que los títulos de tipografía catástrofe, antes que cualquier otra cosa. Una costumbre que tenía de chica. Ella comenzó a amar la ceremonia de la lectura de los diarios, no por las noticias en sí, sino por ese hábito de leer para saber y,sobre todo, poder contar. Leer era, para Ana, el fenómeno derelatar lo que otros habían escrito. No sabía leer para ella sola.
En ese fragor del acto de lectura, desde niña, no resistía la tentación de empezar por el horóscopo. ¿Por qué? Nunca lo supo.Y era quirúrgica en ese impulso: ni amores, ni viajes ni salud. Negocios. Se detenía en negocios.
Aquel domingo leyó. “No deje pasar las propuestas nuevas que puedan llegarle por casualidad”.
Quién es Luis Novaresio
♦ Luis Novaresio es un reconocido periodista y abogado argentino, nacido el 18 de mayo de 1964 en Rosario, Santa Fe.
♦ Comenzó su carrera en medios de comunicación en la década de 1990, destacándose en radio y televisión.
♦ Es conocido por su trabajo en programas de debate y entrevistas, como “Debo Decir” y “Desayuno Americano”.
♦ Ha trabajado en medios como América TV y Radio La Red, donde se ha consolidado como una figura influyente.
♦ Novaresio también ha sido galardonado con diversos premios por su labor periodística, incluyendo el Martín Fierro.