Juan Carlos Onetti, uno de los escritores más destacados de la literatura hispanoamericana del siglo XX, recibió un homenaje póstumo con la inclusión de una serie de objetos personales en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. En la sede de Madrid, una antigua cámara acorazada de un banco, la viuda del autor, Dolly Onetti, fue la encargada de depositar los manuscritos, cartas y ediciones de libros en la caja de seguridad número 1408.
Entre los elementos depositados se encuentran cartas, artículos y felicitaciones manuscritas, una fotografía y diversas ediciones de sus libros, incluyendo una con una dedicatoria especial y otras traducidas al griego y al chino. Estas últimas se destacan como símbolo de “la universalidad de Onetti”, señaló Hortensia Campanella, editora de las obras completas del escritor uruguayo.
Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, resaltó la figura de Onetti como un faro de la literatura en español y un ejemplo de integridad política que le llevó al exilio en España a mediados de los años 70. “Su actitud política honesta le llevó a tensiones con las autoridades uruguayas”, comentó García Montero, subrayando así el contexto de represión en su país natal que motivó su traslado a España.
Onetti, nacido en Montevideo en 1909 y fallecido en Madrid en 1994, inició su carrera literaria en Buenos Aires. En 1939 publicó su primera obra, ‘El Pozo’, seguida de numerosos cuentos y novelas cortas en la revista ‘Sur’. Su labor fue reconocida con el Premio Cervantes en 1980 y el Gran Premio Nacional de Literatura de Uruguay en 1985. En 1957 fue designado director de Bibliotecas de la Intendencia Municipal de Montevideo, cargo que ocupó hasta 1975, cuando decidió trasladarse a España debido a la situación política en Uruguay.
Durante la ceremonia, Dolly Onetti evocó la devoción de su esposo por la lectura y su capacidad para abstraerse del mundo mientras leía un libro: “Era una de las pocas personas que podía vivir en una habitación acostado con un libro, mientras ‘el resto del mundo no existía’”, dijo.
Entre los documentos depositados se incluye una carta manuscrita dirigida a su traductor al italiano, con quien mantenía una amistad entrañable, y un texto humorístico al dramaturgo uruguayo Carlos Maggi. También se encuentra una carta a la madre de Dolly, en la que Onetti le reprochaba en tono jocoso no haberle enseñado a cocinar. Otra pieza destacada es una felicitación de cumpleaños a su mujer, así como un texto dirigido al poeta español Rafael Alberti deseándole la adjudicación del Premio Cervantes. Además, se legó un artículo titulado ‘Hijo y padre de la selva’, dedicado al escritor uruguayo Horacio Quiroga, de quien Onetti era un gran admirador.
La foto incluida en el legado muestra a Juan Carlos y Dolly Onetti, encapsulando momentos personales del escritor en su vida diaria. Onetti también dejó una impronta en el cine, con su novela ‘La cara de la desgracia’ adaptada en 1989 por el director argentino Pedro Stocky. El autor hizo múltiples publicaciones en diarios como La Nación de Buenos Aires y la revista Sur, con relatos notables como ‘El álbum’ y ‘Los adioses’.
Su última novela, Cuando ya no importe, publicada en 1993, es considerada su testamento literario. En 1991, Onetti destinó la dotación económica del Premio Rodó para la compra de libros en bibliotecas municipales, reflejando su compromiso con la cultura y la divulgación literaria.
Este evento y el depósito de su legado en la Caja de las Letras subrayan la significativa contribución de Onetti a la literatura hispanoamericana y su influencia perdurable. Como comentó García Montero, “Onetti nos enseñó la ternura que existe en los naufragios de la vida cotidiana”. Este reconocimiento reafirma su estatus como uno de los grandes narradores del siglo XX, cuyo legado continúa inspirando a nuevas generaciones de lectores y escritores.
Fuente: EFE
[Fotos: Instituto Cervantes]