En el año de su 15° aniversario, el Centro Ana Frank de Argentina se renovó con un acto celebrado el miércoles 12 de junio por la tarde, con la actualización de contenidos, un mural que conmemora el natalicio número noventa y cinco de Ana Frank,, la incorporación de objetos originales y la apertura de una tienda con libros y recuerdos. La fecha escogida cobra especial relevancia por dos motivos: era el día del nacimiento de Ana Frank ocurrido hace 95 años y por el otro, se celebraba el Día de los adolescentes y jóvenes por la inclusión social y la convivencia contra toda forma de violencia y discriminación.
Héctor Shalom, director del Centro Ana Frank, le dijo a Infobae Cultura que ambos hechos no son aislados, ya que la ley que impulsó la creación de esa fecha dedicada a los adolescentes y jóvenes –Ley 26809, de 2013– fue promovida por el Centro Ana Frank. “Nosotros quisimos que hubiera una fecha conmemorativa de aspectos vinculados con el legado de Ana Frank y elegimos su natalicio. Y luego se incorpora en el Consejo Federal de Educación para que todas las escuelas del país dediquen el día a trabajar aspectos vinculados con la convivencia y la inclusión, a partir de temas vinculados con el legado de Ana”.
Shalom señaló además que la renovación del museo responde a un rediseño museográfico que implica un cambio no solo estético, sino de incorporación importante de objetos, de material fílmico, que está sostenido por la resignificación de los contenidos a la luz del momento histórico imperante. “Hay un rediseño de contenidos. Es decir, si bien los contenidos son históricos, la resignificación de esos obliga a revisarlos. Entonces, esto es una renovación del museo que implica algunos conceptos que se refuerzan: dignidad de las víctimas, actos de resistencia, una visión crítica de los países democráticos durante la guerra, frente a la protección o no de las víctimas. Una reflexión sobre lo que ha sido el devenir de los sobrevivientes y cómo finalmente el mundo ha abierto o cerrado las puertas después de finalizada la guerra. Son conceptos sobre los cuales ponemos una mirada distinta del guion museográfico anterior”.
El espíritu que circulaba entre las paredes de esa casona de Coghlan era ese: incluir y promover la paz. Y en cada uno de los discursos que se sucedieron durante el acto fue subrayado una y otra vez, al punto de iniciar el evento con la interpretación del Himno Nacional Argentino a cargo de un grupo de alumnos hipoacúsicos que lo ejecutaron mediante lengua de señas.
Tras el himno, iniciado el acto oficial, habló Héctor Shalom, quien destacó el trabajo de los y las guías, adolescentes y jóvenes que imprimen la identidad al museo, que dan sentido a la experiencia de un museo con público fundamentalmente adolescente guiado por adolescentes.
A su turno, Mirelle Pondman, de la Anne Frank House Amsterdam, asumió como familiar el lazo que liga a ambas entidades. Para finalizar obsequió un ejemplar de los cuentos de ficción que escribió Ana mientras estuvo escondida, ilustrado por 46 ilustradores de distintos países del mundo.
Por su parte, Sabine Gimbrère, directora de la oficina internacional de la intendencia de Amsterdam, premiada por su cooperación en la difusión del legado de Ana Frank entre Argentina y Países Bajos, retomó una de las ideas de Shalom acerca de la emoción por el trabajo de los guías y por el espíritu que se respira en el Centro.
En la intervención de Gimbrère, y a continuación, con un video, se destacó el castaño que veía Ana Frank desde su ventana, cuyo retoño hoy se erige en el jardín de la casa aquí en Buenos Aires. Todo un símbolo de esperanza y resistencia. Algunas de las ganadoras de los sucesivos certámenes que se realizaron durante estos quince años, como Mónica Visenti –hoy jurado del Centro– y Martina Rincón –que fue guía en la entidad–, coincidieron en el poderoso efecto que tuvo y tiene su paso por la institución en sus vidas.
Tomaron la palabra, también, una de las guías actuales, además de María Luisa Storani, contribuyente a la ley 26809, y el secretario de Educación de la Nación Carlos Torrendel, lo que evidenció la diversidad que pregona y promueve la institución. Acto seguido se invitó a la audiencia, fundamentalmente adolescentes y jóvenes, a recorrer los nuevos espacios.
Salas renovadas
Al ya impactante espacio que recrea el escondite de Ana Frank y su familia –entre las novedades incorporadas sumará un audio que reforzará la experiencia emotiva– se suma la renovación de las salas de la planta baja. Tal como explicó Meital Herbst, coordinadora de guías del Centro, se trató de un trabajo colectivo, fundamentado y sostenido,en gran parte, por las jóvenes cabezas de quienes llevan a cabo la tarea de conducir a los visitantes a través de la Casa-Museo.
El trabajo, arduo y amoroso, incluyó desde la selección de fotos –cuáles se irían y cuáles ingresarían–, qué objetos destacar, en qué espacios, las motivaciones, los testimonios, y, fundamentalmente, las personas por reivindicar, por ser recordadas. En esta tarea, se incluyó la búsqueda, en préstamo o por donación, de diferentes objetos de la época –como una billetera con billetes, traídos desde Ámsterdam, o un brazalete nazi–, que constituyen novedades dentro del repositorio pero que, a la vez, oficia de testigo y testimonio de la historia.
Material audiovisual conformado por documentales y clips con entrevistas y otros registros también son parte de la renovación. Y eso no solo sucede en las salas y el contenido. También luce renovado el espacio de librería –que suma merchandising–, donde se pueden adquirir los libros y los diarios con traducciones certificadas, y la fachada, con su flamante mural con la emblemática imagen del rostro de Ana Frank sonriendo, completan la experiencia en este espacio que invita a reflexionar.
[Fotos: Nicolás Stulberg]