Richard Estes (1932), uno de los principales exponentes del fotorrealismo estadounidense, es conocido por su minuciosa representación de paisajes urbanos, especialmente los de Nueva York. Desde mediados de los años sesenta, comenzó a capturar la vida de la metrópolis en pinturas célebres como Cabinas telefónicas, en la que transformó varias fotografías de cabinas en la intersección de la calle Broadway, la Sexta avenida y la calle 34 en un complejo y realista motivo pictórico.
En sus cuadros, Estes desarrolla un detallado estudio del cristal, que añade un grado de complejidad y desconcierto debido a su capacidad de reflejar y transparentar simultáneamente. Esta característica inspirada en la técnica del trompe l’oeil obliga al espectador a una profunda observación para captar todos los detalles de la escena representada, la cual puede incluir reflejos nítidos y distorsionados sobre superficies metálicas. “Creo que empecé a utilizar los reflejos para dar más calidad abstracta a los cuadros, para que parecieran menos una foto”, explicó sobre su obsesión con las superficies reflejadas.
El artista estadounidense crea sus obras combinando y comprimiendo múltiples fotografías, ajustando elementos como la altura de los edificios y la posición de los objetos para lograr la composición final deseada. Esta técnica subraya la precisión y el esfuerzo exhaustivo que Estes invierte en sus pinturas, las cuales se destacan por la ausencia visible de pinceladas, pareciendo fotografías a simple vista.
“Su ventana es una fotografía”, dice Jessica May, curadora de una exposición de Estes de algunos años atrás en el Smithsonian American Art Museum en Washington. Así trabaja este artista: sale con su cámara e intenta captar un paisaje urbano desde varias perspectivas. No son fotos tradicionales. Hay una búsqueda. Le interesa puntualmente la luz refractada que provocan los vidrios, los charcos de agua y los espejos. También es la época: la ciudad con sus carteles, sus arquitecturas, sus marcas, sus modas.
En muchos de sus cuadros, como Ansonia, Estes recrea acabadamente la experiencia de ver una tienda y asomarse al escaparate mientras se camina por la calle. La precisión del cuadro ha llevado a muchos a confundirlo a primera vista con una fotografía en color, sin embargo el artista logra representar cada detalle con un enfoque preciso que no es posible para la cámara ni para el ojo humano. La columna de piedra que ocupa el centro de la mirada expone en una simetría los dos lados del cuadro, pero también le permite a Estes tomarse pequeñas libertades pictóricas que se revelan en el reflejo de la vidriera.
El Ansonia, un viejo hotel construido en 1899, es uno de los edificios históricos de Nueva York. En el cuadro podemos observar su icónica fachada hacia el fondo, justo a un lado de la columna. Estes lo deja fuera de la superficie reflejada en la vidriera, donde en cambio aparecen una serie de calcomanías. También reconocemos la insignia de la tarjeta Visa, que impide el reflejo del McDonald’s. Como en muchos otros de sus cuadros, casi no hay figuras humanas, algo casi imposible en la vida diurna de Manhattan.
“No puedes ver mis pinturas en reproducciones”, señaló una vez Estes. Y es que el original guarda una importancia sumamente mayor que en otros estilos. Las reproducciones de estas pinturas no permiten apreciar las pinceladas —el toque humano—, por lo que el hiperrealismo se acelera a tal punto que nadie podría decir que se trata de un trabajo hecho con óleo. Por eso, la verdadera magia ocurre cuando estas pinturas son apreciadas en vivo en una exposición. El espectador frente a la obra: el momento cúlmine del arte.
Además de Estes, otros artistas son relevantes en el movimiento fotorrealista, como Don Eddy, John Salt, Ralph Goings, Robert Cottingham y John Kacere. Al observar sus obras desde lejos, la apariencia fotográfica y la precisión en los detalles hacen que incluso el toque humano de las pinceladas se vuelva prácticamente invisible. Este estilo de arte, que surgió a finales de la década de 1960 en Estados Unidos, continúa sorprendiendo por su técnica y profundidad.