El director de cine italiano Nanni Moretti se siente a sus 70 años “cada vez más cercanos a los actores”, según confiesa en una entrevista con la agencia AFP tras estrenar su primera realización teatral, Diario de amor, presentada actualmente en París.
Diario de amor es una adaptación de dos obras cortas (de una sola escena) de la escritora italiana Natalia Ginzburg (1916-1991).
Se trata de dos retablos -esas escenas unidas por un hilo común- en los que Ginzburg muestra con sarcasmo las hipocresías de personajes de clase acomodada, sus infidelidades, y a pesar de ellas, el miedo a perder su nivel de vida y cómo eso los obliga a seguir juntos.
La obra concluye, en el teatro Athénée de París, una gira europea que duró nueve meses.
Nanni Moretti ganó una Palma de Oro en Cannes por La habitación del hijo (2001), el premio al mejor director por Caro Diario en 1994 y un Gran Premio del Jurado en Venecia por Sueños Dorados en 1981.
—¿Por qué ahora el teatro, o mejor dicho, por qué no antes?
—Porque quería montar estos dos textos de Natalia Ginzburg que es una escritora que amo. Hace cuarenta años un productor teatral me pidió que pusiera en escena una comedia de [el escritor estadounidense] Sam Shepard. Pero luego cambié de opinión y cancelé ese compromiso.
—¿Le daba miedo?
—No. El trabajo con los los actores es uno de los aspectos que más cuido cuando hago una película, así que estaba muy contento de trabajar en esta puesta en escena. Es un aspecto del cine al que siempre le presto mucha atención.
Y luego me gustaba montar estas dos comedias en las que, como a menudo ocurre en mis películas, hay una mezcla entre comedia y dolor.
—Entre los actores con formación teatral que luego pasan al cine suele haber una especie de nostalgia de las tablas, como si el teatro fuera algo superior. ¿Qué le parece a usted?
—Son dos oficios diferentes, y al mismo tiempo son la misma cosa. En el teatro el actor tiene más tiempo para construir el personaje. El cine se hace de otra manera, a veces ruedas primero la escena 60, luego la escena 1... Es otra forma de trabajar para los actores. Y luego está el montaje.
“Me siento más cercano, tanto humanamente como profesionalmente a los actores, respecto a cuando comencé a hacer cine. Al principio, hace más de 45 años, los veía un poco como peones en un juego que yo manejaba. Hoy en día, en cambio, los siento mucho más cercanos y tengo otro tipo de consideración”.
—¿Se sentía más arrogante?
—Lo que diré simplemente es que cuanto más tiempo pasa, más me gusta mi trabajo, pero menos me gusta teorizar sobre él. Me gusta muchísimo trabajar, pero cada vez me siento menos capaz de explicarlo.
—¿Se ha sentido más ligero sin un equipo de rodaje, sin cámaras...?
—Las pocas veces que me tocó rodar con un equipo ligero, pequeño, me sentía muy contento, porque los equipos cinematográficos, sobre todo si una película tiene un presupuesto importante, suelen ser un poco pesados. No sentí nostalgia de toda la parafernalia que hay en torno a una película.
¿Cómo sigue? Moretti tiene planes: “Me gustaría quizás montar una obra de (el autor ruso Antón) Chéjov, pero no hay nada decidido todavía. Mi próximo trabajo será una película que estoy escribiendo, y de la que no quiero hablar”.
Fuente: AFP.
Fotos: Sarah Meyssonnier (REUTERS); Eric Gaillard (REUTERS) y Gonzalo Fuentes (REUTERS).