“Re Memoria – Retratos de vida”, que se presenta por primera vez en el Consulado General Argentino en Nueva York, es una muestra de Marcos Acosta, en el marco de las conmemoraciones por el 30° aniversario del ataque terrorista a la AMIA.
La exposición, que estará abierta al público a partir de este viernes 7, consta de 85 retratos realizados en acuarela y son el resultado de imágenes de archivo y fotografías seleccionadas especialmente por las familias de las víctimas fatales para la creación de las obras.
“Un ejercicio de la memoria que, a través de la pintura, persigue el reclamo de justicia”, así describe la gacetilla a esta exhibición que se encarga de rendir homenaje a cada una de las personas asesinadas en el atentado del lunes 18 de julio de 1994 y que fue realizada en 2020, cuando el artista fue convocado por la AMIA.
Durante la pandemia, la muestra tuvo, primero, su correlato digital en el sitio Re Memoria – Retratos de vida, en el que como si se entrase a la sala de un museo, se puede realizar un recorrido virtual, retrato por retrato, para poder contemplar cada una de las 85 acuarelas.
“La memoria de las 85 víctimas y el reclamo permanente de justicia es una de las misiones de nuestra institución que tuvo que adoptar en julio de 1994. Muchas veces también lo hacemos desde el arte en el entendimiento de que es una muy buena forma de comunicación con nuevos públicos. El terrorismo desgraciadamente no tiene fronteras y la permanente lucha por recordación y justicia tampoco, por eso hemos promovido que llevar esta muestra tenga un derrotero internacional.”, sostuvo Amos Linetzky presidente de la AMIA.
La muestra contó con la curaduría y la producción general de Elio Kapszuk, director del departamento de Arte y Producción de AMIA, quien explicó que los 85 retratos están basados en un importante trabajo de recolección de imágenes con el objetivo de volver a darle nitidez a esos rostros. En este sentido, Kapszuk recordó que la idea original de esta iniciativa surgió cuando un familiar le confesó que a veces la memoria le jugaba una mala pasada, y que al igual que una fotografía vieja, el rostro de su ser querido se le iba desvaneciendo.
“A veces, la memoria y el recuerdo son inalterables, pero no pasa lo mismo con las fotos familiares. En pocos casos se conservan los negativos y las copias en papel dan cuenta del paso del tiempo. Ahí es donde se empieza a construir este ejercicio de la memoria plástica: volver sobre una imagen y traerla al presente a través de la reescritura del rostro y de la reafirmación de los rasgos a partir de cada pincelada”, remarcó el director de Arte y Producción.
Para Marcos Acosta (Córdoba, 1980) la obra realizada superó la mera dimensión artística: “Este trabajo es, sin duda, algo muy importante en mi vida. Va más allá de mi carrera. Pintar a cada una de las víctimas ha sido un viaje muy profundo en el aspecto humano. Para mí ha sido un orgullo y un honor”.
Cada una de las acuarelas creadas por Acosta lleva el nombre de la víctima y la edad que tenía en el momento en que fue asesinada. “Con cada retrato realizado, Acosta se acercaba a la posibilidad de desgranar el trabajo mecánico de una cámara de fotos que capturó un instante, e incluirlo dentro de su mundo creativo. Se fue dando cuenta de que necesitaba incorporar todo el conocimiento posible sobre lo sucedido en 1994. A la vez, se le hizo imprescindible leer la historia de cada una de las víctimas, imaginarse cómo habrían sido sus vidas si no las hubiesen asesinado hace 30 años, e incluso preguntarse cómo se verían físicamente en la actualidad”, precisó Kapszuk sobre el proceso creativo del artista.