El documental Vinci / Cuerpo a cuerpo, explora la vida y obra del distinguido escultor Leo Vinci, a sus 92 años. A través de un lente íntimo y revelador, la directora Franca González nos lleva a un viaje por la trayectoria artística y personal de Vinci, marcada tanto por su pasión inagotable por la escultura como por los desafíos que ha enfrentado a lo largo de su vida.
Este trabajo audiovisual no solo se concentra en el proceso creativo y las técnicas escultóricas de Vinci sino también en su historia personal, desde su supervivencia al bombardeo de Plaza de Mayo hasta su lucha constante contra las convenciones de una academia tradicionalista. Se destaca cómo, después de más de medio siglo, Vinci sigue desafiando normas y reinventando su arte, manteniéndose fiel a un espíritu menos renacentista y más romántico. Tras una destacada participación en el 25° BAFICI, el filme prepara su llegada a las salas comerciales, iniciando con funciones especiales los domingos de mayo en el Cine Arte Cacodelphia.
González construye en Vinci/ Cuerpo a Cuerpo una narrativa que explora desde las motivaciones creativas hasta los sueños aún pendientes del artista, como su deseo de enfrentarse “cuerpo a cuerpo” con un bloque de mármol o de volver a acampar frente al mar. A través de un minucioso trabajo de dirección, el filme realiza una observación poética del universo de Vinci, donde cada acto de creación se convierte en un ritual, en una obsesión por transformar el entorno con sus propias manos, destacando la idea de que “bastan dos manos para cambiar las cosas”.
La trayectoria de Franca González es ampliamente reconocida en el campo del cine documental, su obra ha sido laureada con premios tales como el DAC a la trayectoria (2023) y el Konex en cine documental (2021). Sus estudios en Artes en la UBA y su formación continuada en cine documental de autor la han llevado a capturar historias con profundidad y sensibilidad únicas. González ha compartido este sendero artístico con destacados documentalistas argentinos, siendo premiada y reconocida en múltiples festivales internacionales.
Leonardo Dante Vinci, conocido popularmente como Leo Vinci, nació en Buenos Aires en 1931. Su precoz pasión por el arte lo llevó a estudiar en las más prestigiosas escuelas de Bellas Artes de Argentina, marcando el inicio de una vida dedicada por completo a la escultura. A lo largo de su carrera, ha desafiado el concepto tradicional de la inspiración y el sacrificio en el arte, enfocándose en la ética del trabajo diario. Su taller, el más grande de Latinoamérica en su tipo, no solo ha sido un espacio de creación sino también de enseñanza, donde Vinci se considera más un “predicador” de su filosofía artística. La película también destaca sus desafíos y triunfos, incluyendo las consecuencias de su posición durante la dictadura militar en Argentina, donde sus principios le costaron la pérdida de su puesto como docente, y su activismo artístico en memoria de las víctimas del terrorismo de Estado.
El documental, apoyado por el INCAA y Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires, no es solo un retrato de la vida de un escultor, sino una obra que invita a reflexionar sobre la creatividad, la pasión y la constancia. En palabras de la directora Franca González, la película busca ser un testimonio de cómo “sólo desde lo singular es posible llegar a lo universal”. En diálogo con Infobae Cultura, la directora cuenta cómo fue su tarea. “Fue un proceso de construir confianza gradualmente y de mostrarle que la película no buscaba la perfección o la belleza, sino capturar el caos creativo y otros aspectos significativos de su trabajo. Fue un ejercicio de deconstrucción y aprendizaje mutuo a lo largo del tiempo”.
—¿Cómo llegaste a conocer a Leo y qué sabías de él?
—Trabajé con su hijo Pablo Vinci, quien colaboró en una película anterior. Un día, Pablo me pidió que le tomara fotos para un taller de escritura que iba a dar en la casa taller de su padre. Este espacio, que también es el set de filmación de la película, fue muy conmovedor para mí. Era una antigua panadería del siglo XIX donde ahora Leo y su esposa trabajaban en esculturas. Comencé a visitarlo para obtener permiso para estar presente mientras trabajaban y encontrar una narrativa para contar a través de él. Así surgió este experimento que se vio interrumpido por la pandemia, pero durante ese tiempo pudimos trabajar en la idea y mantenernos en contacto, ya que Leo tiene 92 años y debíamos tener cuidado con su salud. La pandemia fue un período productivo para ellos y para mí, ya que les permitió trabajar sin interrupciones. Fue interesante estar en contacto con ellos durante esa etapa.
—¿Cómo fue la reacción de Leo cuando le propusiste hacer el documental y cómo establecieron ese vínculo de confianza?
—En primer lugar, Leo tiene una fuerte perspectiva ideológica sobre el arte y cree que cada obra debe tener un propósito claro. Cuando le propuse hacer la película, lo primero que me preguntó fue qué quería contar a través de él. Esta pregunta fue importante porque me hizo reflexionar sobre el propósito de la película y cómo ganar su confianza. Prometí mantener la intimidad y el respeto durante la filmación, y solo dos personas estuvimos involucradas en el proceso: yo como camarógrafa y Belén Noceti en producción y sonido. Él consideraba la filmación como un evento y preparaba meticulosamente el taller antes de que llegáramos.
—Marina Dogliotti, la pareja de Leo y también artista, también es un personaje muy importante en la película
—Inicialmente, él tenía un taller en Barracas con el Grupo del Sur, donde también vivió por un tiempo. Cuando conoció a Marina, quien era su alumna y una talentosa escultora, ella se mudó a vivir con él en un espacio pequeño junto al taller. Más tarde, encontraron una vieja panadería en el límite entre la Boca y San Telmo, la remodelaron y la convirtieron en su casa taller actual. Al principio, había cierta desconfianza típica en una nueva relación, pero Marina cuida mucho a Leo y es su principal apoyo. Reconocí que era imposible contar la historia de Leo sin incluir su relación con Marina, ya que su amor mutuo es fundamental para su vida y trabajo. Marina es quien lo sostiene a través de los años, permitiéndole seguir creando a los 92 años. Esta historia de amor es un aspecto esencial de la película.
—¿Se modificó el guión original?
—Sí, bastante. Trabajar con la realidad requiere flexibilidad. La idea inicial era recuperar las obras dispersas de Leo en el mundo, proponiendo intercambios para obtener los originales y dejar reproducciones. Sin embargo, la pandemia truncó este plan, llevándonos a replantear la narrativa. A medida que avanzaba el tiempo, me di cuenta de que lo que más me interesaba era capturar aspectos más intrínsecos de la vida y obra de Leo, que no necesariamente se expresaban verbalmente, sino que se manifestaban en lo que quedaba registrado en las imágenes. No quería una película donde él hablara todo el tiempo, sino que dejara espacio para que el espectador apreciara la riqueza del testimonio de Leo.
— Uno de los momentos más conmovedores es ver la pasión que pone al compartir tiempo con sus alumnos, ¿sigue enseñando en su taller?
—Sí, una de las cosas más hermosas del documental es verlo como maestro, tomándose tiempo para explicar a cada uno de sus alumnos. Su taller tiene la particularidad de que los alumnos no solo reciben clases, sino que también pueden usar el espacio como su propio taller, incluso en días que no hay clases programadas. Esto genera una apropiación del lugar por parte de los alumnos. Leo va al taller dos veces por semana y cuenta con la ayuda de un asistente para tareas pesadas y técnicas como soldar. Además, ahora utiliza una motoneta de tres ruedas para ir al taller, ya que caminar se le hacía difícil debido a su edad. Son detalles que no quedan plasmados en la película, pero que son igualmente hermosos.
—Leo sigue impresionando con su habilidad para manipular herramientas pesadas a pesar de su edad
—Definitivamente. Es asombroso ver cómo adapta y crea herramientas para seguir trabajando con materiales difíciles como el bronce o el mármol. Ha inventado máquinas y sistemas de poleas para facilitar su trabajo y mantenerse activo. A pesar de que algunas tareas puedan ser más difíciles ahora que cuando tenía 30 o 40 años, Leo no se detiene y encuentra maneras creativas de superar los desafíos.
—¿Cómo fue el proceso de edición de todo el material?
—Después de la experiencia con mi película anterior, Apuntes del encierro, decidí hacer yo misma el primer armado de unas tres horas de duración. Quería tener el control total sobre la selección inicial de escenas. Aunque no soy una montajista profesional, me tomé el tiempo necesario para seleccionar con detalle cada plano. Fue un proceso largo y de prueba y error, pero me permitió trabajar con libertad. Una vez que tuve esa estructura inicial, comencé a colaborar con una montajista profesional, Alejandra Almirón. Trabajamos juntas revisando y analizando el material, proponiendo cambios y refinando la película. Esta colaboración fue fundamental para el proceso de edición.
—¿Cómo fue la presentación de la película? Vi que estuvo en una de las funciones. ¿Cómo fue para él verse en la pantalla?
—Leo estuvo presente en todas las proyecciones del BAFICI, que tuvieron una gran asistencia. Estamos muy contentos de que la película se vaya a estrenar en salas y de poder organizar proyecciones donde Leo pueda interactuar con el público al final. Esto nos permite mantener una dinámica y que la película permanezca en cartelera tanto tiempo como el público la acompañe. Al principio, Leo no tenía una idea clara de qué tipo de película sería, pero quedó sorprendido y, después de las proyecciones, dijo que le permitió abrir su mente y buscar nuevas ideas.
—¿Cómo ves el futuro del cine documental y del cine independiente, especialmente en esta época de cambios tan adversos?
—Vinci/Cuerpo a Cuerpo fue un proyecto en el que tuve que asumir múltiples roles, tanto por razones económicas como por la intimidad que requería la película. La mayor parte del dinero obtenido se destinó rápidamente a la posproducción. Mi enfoque está en presentar la película al público, acompañarla en las proyecciones y establecer diálogos con la audiencia. Esto es importante no solo como un ejercicio artesanal, sino también como una forma de fomentar la asistencia a las salas de cine y generar un feedback único con el público. Después de este proceso, podré pensar en nuevos proyectos, pero la situación actual del cine argentino y del cine documental me preocupa mucho. Será necesario reflexionar sobre qué historias queremos contar y cómo contarlas en el futuro.
* Vinci/Cuerpo a Cuerpo se proyecta el viernes 3 de mayo en el CCK (Sarmiento 151, C.A.B.A.) a las 18 hs. en el marco del Festival “La Mujer y el Cine”. Además, se exhibirá todos los domingos de mayo en el Cine Arte Cacodelphia (Av. Pres. Roque Sáenz Peña 1150, C.A.B.A.) a las 19 hs. Todas las funciones contarán con la presencia de la directora y el protagonistas para charlar con el público, al finalizar.