El director italiano Paolo Sorrentino persiste y firma una nueva carta de amor a Nápoles, “Parthenope”, presentada a concurso por la Palma de Oro en el 77º Festival de Cannes.
Parthenope es, según una leyenda griega, la sirena que murió desesperada al no poder hechizar a Ulises. Su cuerpo llegó a la bahía donde se fundó Nápoles. Y Parténope es el personaje que interpreta Celeste Dalla Porta, una joven que nace en el seno de una familia adinerada con una magnífica villa a orillas del Mediterráneo.
Según variaciones de la leyenda, Parténope hizo voto de castidad, y la protagonista del filme de Sorrentino oscila entre el amor que le profesa su mejor amigo de infancia y la devoción a su hermano. Ese trío sufre una tragedia que marca el resto de su vida.
A medida que se hace adulta, Parténope buscará repetidamente la sabiduría o el sexo con hombres mayores que ella.
El napolitano Sorrentino es un director que se toma su tiempo para conducir al espectador por su historia. Los planos son majestuosos, la fotografía impecable, el diálogo trufado de citas clásicas.
“Parthenope” es la historia de una joven bella e inteligente, segura de su encanto pero ante todo curiosa ante el mundo y las debilidades de los humanos que la rodean. A ratos es el retrato de una joven italiana, a ratos la alegoría de una ciudad conocida por la mafia, por la devoción católica y el fútbol.
“El amor como método de supervivencia en la vida ha sido un fracaso”, dice la protagonista en la película, de tono melancólico. “O quizás no”, añade.
Sorrentino ha realizado “Fue la mano de Dios” (2021) sobre el impacto que causó la llegada de Diego Maradona al club de fútbol de Nápoles, o “La gran belleza”, un homenaje felliniano a Roma que ganó el Óscar a la mejor película extranjera en 2014. “El Divo” recibió el Premio Especial del Jurado en 2008 en Cannes.