Este jueves 16 se estrena el último trabajo de Emiliano Serra, Corresponsal. Este thriller político, que sumerge a los espectadores en las oscuras aguas de la complicidad entre la dictadura militar y los medios de comunicación durante el emblemático 1978, ha generado expectativas tras su participación en el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI), donde cosechó varios reconocimientos no oficiales. Fue galardonado por la Asociación Argentina de Coloristas Audiovisuales (AAC), recibió el premio a “Mejor largometraje en competencia argentina” por parte de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina (ACCA), y una mención especial del jurado por la labor sonora realizada por Rodrigo Merolla y José Caldararo.
El filme sigue a Eduardo Ulrich, interpretado por Gabriel Rosas, un corresponsal de medios que apoyaban a las dictaduras latinoamericanas durante la época. El personaje se ve envuelto en una trama de espionaje, traiciones y confrontación con su ética personal al ser cooptado por el gobierno para espiar a un médico brasileño exiliado. A medida que los informes de Ulrich desencadenan una serie de eventos calamitosos, se ve obligado a cubrir y encubrir tales acciones, adentrándose en los sombríos recovecos de los “Archivos del Terror” y la lógica operativa de las dictaduras latinoamericanas.
Corresponsal no solo es un recuento de eventos políticos, sino una profunda reflexión sobre el rol del periodismo y los medios de comunicación en contextos de represión y autoritarismo, proponiendo una nueva mirada a los desafíos morales y personales a los que se enfrentan aquellos atrapados en el engranaje de sistemas autoritarios.
La dirección de Emiliano Serra, unida a la escritura de Santiago Hadida, presenta una trama envolvente y personajes cuyas vidas se despliegan en un contexto histórico marcado por el terror y la opresión. Corresponsal es, en esencia, una película que mediante la ficción, indaga en las sombras de un pasado aún resonante en la memoria colectiva argentina y latinoamericana.
Infobae Cultura entrevistó al director que busca con su ficción hacer una reflexión acerca de la complicidad que tuvo parte de la sociedad civil en la última dictadura militar que sucedió en la Argentina.
—¿Cómo surgió la idea de abordar la participación de la sociedad civil en el terrorismo de Estado a través del cine, considerando la escasez de películas que tratan este tema?
—La idea surgió al percatarnos de una perspectiva poco explorada en el cine, la cual sentíamos que merecía ser contada. Dirigí un documental llamado Operación Cóndor y durante ese proceso recibí información valiosa de Stella Calloni y Andrea Bello, mujeres destacadas en la lucha. Junto con Santiago, el guionista con quien estaba finalizando otro proyecto, Cartero, decidimos explorar algunos casos relacionados con el tema del terrorismo de Estado, extendiéndonos más allá de Argentina. Nos inspiramos en la situación actual de los medios de comunicación y en figuras influyentes en los medios hegemónicos para construir el personaje de un espía, basado en investigaciones sobre agentes de inteligencia que surgieron de los archivos del terror. Cada caso presentado en la película está inspirado en hechos reales, aunque se desarrollen dentro de la ficción.
—¿Cuál es tu enfoque al editar tu propio material y cómo logras mantener un punto de vista objetivo?
—Desde el inicio, comienzo a estructurar el montaje incluso mientras estoy trabajando en el guion. Dedico mucho tiempo a planificar el montaje y durante el rodaje procuramos capturar las escenas de manera precisa. Con solo 19 días de filmación, equivalentes a cuatro semanas, lo que antes podría haberse filmado en seis, fue un proceso sumamente rápido y ajustado. Durante la edición, voy explorando diferentes elementos para encontrar el equilibrio adecuado en la narrativa.
—¿Cómo decidiste la elección del protagonista para este papel tan particular?
—Gabriel inicialmente participó como director de actores en Cartero, sin embargo, eventualmente le propuse que asumiera el rol principal. Aunque nunca ensayamos de manera intensiva, discutimos el personaje durante aproximadamente tres años, explorando su complejidad desde diferentes ángulos. Este personaje tiene una dualidad interesante, en la que a veces se le puede llegar a tener cierto afecto a pesar de sus acciones cuestionables. El trabajo actoral fue clave para el crecimiento del personaje desde la primera escena hasta el final. Además, el apoyo de los actores secundarios, que tienen escenas muy potentes, contribuyó significativamente al resultado final.
—¿Qué tuviste en cuenta en el proceso de investigación y desde el principio tuviste claro que sería una ficción?
—Si bien tengo un gran aprecio por los documentales y trabajo como montajista en ese género, desde el principio supe que esta película sería una obra de ficción y nos lanzamos a escribirla de inmediato. Me basé en numerosos casos, principalmente de la investigación que había realizado previamente. Por ejemplo, el protagonista que espía a un médico se inspiró en un caso similar ocurrido en Salto, Entre Ríos. Cada elemento de la película tiene una base en la realidad, tratamos de ver cuánto podíamos adaptar de hechos reales. Me intrigó mucho el trabajo de los medios de comunicación y decidí plasmarlo en una obra de ficción, ya que sentíamos que desde ese enfoque podíamos contar algo que no se había narrado de esa manera.
—¿Cómo fue concebido el uso del color en la película, dado su tratamiento particular?
—Desde el principio, tanto el departamento de arte como el de fotografía trabajamos meticulosamente en cómo retratar la época y darle a las escenas una sensación visual única y algo extraña. Este aspecto fue especialmente desarrollado en colaboración con Manuel Rebella, el Director de Fotografía. Además, contamos con la participación de Lucila Kesselman, la colorista, quien estuvo involucrada desde el principio y contribuyó en la creación de las escenas con una paleta de colores específica. El diseño de arte, incluyendo los empapelados y los vestuarios, también se ajustó para complementar esta estética verdosa y pastel. Como postproductor, me aseguré de que todos estos detalles planificados se reflejaran en la película.
—¿Qué desafíos hay al hacer cine de ficción de manera independiente en Argentina?
—Actualmente es un desafío considerable, especialmente considerando el contexto actual en el que prácticamente no se están realizando filmaciones. Nosotros tuvimos la oportunidad de filmar hace unos dos años, justo después de salir de la pandemia. El proyecto estuvo detenido durante ese tiempo y apenas pudimos retomarlo, nos lanzamos a filmarlo rápidamente. Tuvimos que ajustar todos los aspectos de la producción al mínimo indispensable: menos horas de filmación, poco ensayo, pocas pruebas de vestuario, entre otros.
—¿Cómo abordaste el tema del terror en la película, sin recurrir a la violencia explícita?
—Desde el principio, decidí evitar el uso de sangre, armas y escenas de violencia explícita. Creo firmemente que este tipo de elementos no son necesarios para transmitir terror en la pantalla. En lugar de eso, me enfoqué en desarrollar la faceta del personaje principal, creando un sentido de inquietud y miedo a través de su singularidad y comportamiento. Durante la postproducción, experimentamos con diferentes enfoques para lograr este efecto sin recurrir a los tropos típicos del género de terror.
—¿Qué sensaciones te dejó compartir la película con el público y tener la oportunidad de participar en diálogos posteriores al estreno?
— Aunque al principio no estaba seguro del género en el que encajaría la película, las reacciones y las comparaciones que surgieron después me gustaron. Creo que las películas tienen una especie de diálogo con su público, y ver cómo la nuestra resonaba y generaba interpretaciones diversas fue increíble. Estamos muy contentos con la respuesta que hemos recibido, especialmente al ganar el premio de la prensa. Es importante para nosotros que la película genere reflexiones y debates, sin dejar las cosas completamente cerradas, pero sí dejando en claro lo que queríamos transmitir sobre lo que sucedió y está sucediendo.
—¿De qué manera abordaste la representación de los medios de comunicación en la película?
—Quise mostrar cómo la manipulación mediática, los gobiernos corruptos y periodistas sin escrúpulos pueden influir en la sociedad. Me basé en informes sobre espionaje donde se revelaba cómo los agentes seguían a personas durante días y luego la información aparecía en medios como El Mercurio, Cosas de la Editorial Atlántida o Globo de Brasil, que en ese momento eran fuentes principales de información. Hoy en día, vemos cómo los medios de comunicación pueden moldear las percepciones de la gente, y es preocupante el control que algunos de estos medios tienen sobre la narrativa pública. Stella Calloni me dijo una vez que mientras los medios hegemónicos dominen el 98% del panorama informativo, es difícil presentar una perspectiva alternativa.