“Estamos aquí en la Biblioteca del Congreso. Los libros que nos rodean tienen un poder magnífico. El poder de los libros es la difusión de ideas. Porque las ideas solo cambian el mundo cuando alguien toma las semillas que brotaron de los libros y las tira a la tierra para que germinen. Por eso la palabra va de la mano de la iniciativa. Pero, las palabras no nos bastan. Se necesita coraje para cambiar”, dijo Carlos Moedas, Alcalde de Lisboa, en su emotivo discurso de clausura con motivo de la muestra-homenaje al escritor José Saramago, en la Biblioteca del Congreso de la Nación. Allí, frente a un público conmovido y atento, repasó - en detalle- el legado y pensamiento del escritor que rescata a “la palabra como una semilla que germina”.
Pero vamos al inicio. El corte de cinta, la inauguración oficial de la muestra homenaje, estuvo en manos de Pilar del Río, como corresponde. La viuda del célebre personaje de las letras portuguesas habló a los presentes en la sala de lectura de la biblioteca del Congreso, a través de un mensaje grabado. “Esta exposición que van a ver ahora nació del discurso de José Saramago, Premio Nobel, cuando (en ocasión de recibir el máximo galardón) habló de derechos porque era el aniversario de derechos humanos, pero también de deberes humanos. Tal vez el mundo esté como está porque quizás nosotros los ciudadanos no hemos sido todo lo responsables que debíamos. Con toda la maravillosa literatura que nos acompaña, con tanto pensamiento y con tanta reflexión, ¿cómo no hemos conseguido ser más responsables y ser mejores los unos con los otros? Lamento no poder estar allí en la Feria del Libro, con Lisboa como invitada de honor, pero es maravilloso que en el Congreso de los diputados haya una biblioteca y que en esa biblioteca esté José Saramago”, expresó Del Río, la periodista y autora de 74 años, que se casó con Saramago en 1988 y que, entre otras cosas, tradujo al español varias de las obras de su esposo y es la actual presidenta de la Fundación que lleva su nombre. Y sí. Yo también lamento mucho que no hayas venido Pilar. Me hubiera gustado conocerte.
Después de las palabras de la mujer de Saramago hubo un gran aplauso y - punto seguido- silencio. Pero, como dicen, el show debe continuar. Así que Alejandro Santa, director de la BCN, hizo lo suyo, dio la bienvenida a todos y dijo que “las bibliotecas estamos preparadas para asumir los desafíos que tenemos por delante, estamos comprometidos con el mensaje que nos dejó Saramago y es por eso que potenciamos nuestros servicios para facilitar el acceso a la información y la cultura en nuestras comunidades.”
Luego le siguieron Luis Scasso, Director de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), junto al Embajador de la República de Portugal en la Argentina, José Frederico Viola de Drummond Ludovice, quienes al finalizar recibieron un presente- sendos libros, tapas de cuero grabado, ejemplares únicos- especialmente elaborados por la misma editorial que funciona en la biblioteca del Congreso.
Así las cosas, entre los presentes, (reitero, qué pena enorme que no pudiera estar Pilar del Río), sí estuvieron : Diogo Moura, Ministro de Cultura del Ayuntamiento de Lisboa, Alejandro Vaccaro, Presidente de la Fundación El Libro y de la Sociedad Argentina de Escritores, Ezequiel Martínez, Director General Fundación El Libro, Daniel Abate, Director General de Cultura del Honorable Senado de la Nación Argentina, Mirta Roa Mascheroni, hija y presidenta de la Fundación Augusto Roa Bastos y Susana Soto, Directora de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, entre otros.
El deber de nuestros deberes
La muestra-homenaje, que reúne la Declaración de los Deberes del Hombre, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y fotografías de Gervasio Sánchez, es promovida por la Fundación José Saramago, en colaboración con la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), en el marco de un homenaje al escritor portugués y en oportunidad de ser Lisboa la ciudad invitada de honor de la 48° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. La idea nació del deseo de José Saramago, expresado en su discurso del 10 de diciembre de 1998 en Estocolmo, con motivo de recibir el Premio Nobel de Literatura, fecha en la cual la Declaración Universal de los Derechos Humanos cumplía medio siglo. “Tomemos la palabra y la iniciativa los ciudadanos de a pie. Con la misma vehemencia y fuerza con que reivindicamos nuestros derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes. Tal vez el mundo pueda empezar a ser un poco mejor”, dijo Saramago en esa ocasión.
Posteriormente, en 2015, en una reunión convocada por la Universidad Nacional Autónoma de México y la Fundación Saramago, expertos en diversas materias elaboraron una propuesta de Declaración de Deberes Humanos, documento que posteriormente fue llevado a Naciones Unidas en 2018 y entregado en mano a su secretario general, António Guterres. El objetivo ahora es que este documento circule por todo el mundo, se debata, se discuta y se ponga en práctica. Para ello se creó una exposición en la Biblioteca del Congreso y una página web (www.declaraciondebereshumanos.org), con el texto de la propuesta de declaración e imágenes del fotógrafo Gervasio Sánchez.
La misma podrá ser visitada hasta el 3 de junio en la Sala Pública de Lectura, en Hipólito Yrigoyen 1750 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de lunes a viernes de 8 a 23 h, y los sábados y domingos, de 10 a 20 h.
Epílogo
“Las palabras son buenas. Las palabras son malas. Las palabras ofenden. Las palabras piden disculpa. Las palabras queman. Las palabras acarician. Las palabras son dadas, cambiadas, ofrecidas, vendidas e inventadas. Las palabras están ausentes. Algunas palabras nos absorben, no nos dejan: son como garrapatas, vienen en los libros, los periódicos, en los mensajes publicitarios, en los rótulos de las películas, en las cartas y en los carteles. Las palabras aconsejan, sugieren, insinúan, conminan, imponen, segregan, eliminan. Son melifluas o ácidas. El mundo gira sobre palabras lubrificadas con aceite de paciencia. Los cerebros están llenos de palabras que viven en paz y en armonía con sus contrarias y enemigas. Por eso la gente hace lo contrario de lo que piensa creyendo pensar lo que hace”, escribió José Saramago.
Y cuánta razón tenía, ¿no? Las palabras son como semillas que se escapan de los libros, de los discursos, de los documentos, de las mentes, de las bocas, y que, si logran caer en tierra fértil, serán agentes de cambio. Ese mismo cambio con el que soñó el autor portugués, en aquel discurso de 1998 y que hoy sigue vivo en la memoria de su obra y de todos nosotros, sus fieles lectores. De allí el poder de los libros. Difundir las ideas, de un lado y del otro. Todas. Porque el mundo es muy grande, hay lugar para todos.