Pluralismo, negocio o política: ¿está en discusión el lugar de la Feria del Libro en la sociedad argentina?

¿Es más que una vidriera comercial? ¿La suma de todo lo que somos? A partir de la cancelación del Presidente, referentes de la cultura analizan cuál es y cómo quedó el lugar de la muestra literaria

¿Qué lugar ocupa hoy la Feria del Libro en la cultura argentina? (Crédito: Fundación El Libro)

De las tensiones a las conversaciones, del paseo a la exhibición, de la chicana a la literatura, de la selfie a la lectura, la Feria del Libro de Buenos Aires es mucho más que el lugar donde se encuentran autores y lectores. Eso, en definitiva, no es poco, es muchísimo; y a la vez, es mucho más. Desde la ausencia de funcionarios del gobierno nacional en el acto inaugural a la cancelación de la presentación del Javier Milei pasó de todo. Y a la vez, se puede tirar del hilo y volver hacia atrás: el episodio en que hubo oposición a que Mario Vargas Llosa abriera la Feria, las tensiones con el macrismo, la historia previa a La Rural. La pregunta inicial se abre grande, amplia, holgada: ¿qué lugar ocupa hoy la Feria del Libro en la cultura y en la sociedad argentina? En diálogo con Infobae Cultura, reflexionan Alejandro Katz, Marcelo Gioffré, Pablo Avelluto, Silvia Plager y Martín Kohan.

La fiesta y el zoológico

“Desde el punto de vista cultural, es una fiesta”, dice, del otro lado del teléfono, Pablo Avelluto, que fue ministro y luego secretario de Cultura en el gobierno de Mauricio Macri y que supo lo que era recibir abucheos en la inauguración de la Feria. “Los que compran libros siempre, los que compran de vez en cuando, los que llevan a los chicos, las escuelas, todo eso es un patrimonio que excede a la propia Feria. Es una Feria realmente popular llena de actos y de encuentros de escritores con sus lectores. Desde el punto de vista comercial, basta con pensar esto: para prácticamente todos los que exponen, una buena Feria representa un mes más de ventas; es como el mes trece”. El narrador, ensayista y docente Martín Kohan comienza diciendo que, “a la par de la circulación mercantil, que de eso se trata la Feria y para eso son las ferias, es un espacio de exposición, de discusión, de estudio, que pueden ser muy valiosos, y eso es algo que yo reivindico”.

La novelista Silvia Plager conoce la Feria del Libro de toda la vida. “Para mí fue siempre una fiesta”, asegura. Y recuerda “la anterior, la Feria chiquita, donde vos podías encontrarte con Bioy Casares, María Rosa Lojo, Pedro Orgambide y tantos autores. Yo entonces era una novata, recién me iniciaba”. Ahora, enfocada en la coyuntura, sostiene: “Me parece bien que alguien pueda expresarse desde lo político e ideológico, porque es un intercambio de ideas, pero ¿una opinión política es lo mismo que un panfleto? A veces siento que se vuelve panfletario lo que se quiere expresar y eso me molesta porque para mí, como a la gran Irene Vallejo, me parece increíble que exista algo tan maravilloso como el libro. Ahora que tenemos tanta imagen, que siga convocando el libro me resulta un misterio, algo mágico”.

“En estos últimos años prácticamente no fui a la Feria”, dice el escritor y abogado Marcelo Gioffré, que era el referente cultural de Patricia Bullrich como candidata presidencial. “Hay un tipo de libro que me interesa, pero es relativamente mínimo en comparación con un montón de movidas que no: libros periodísticos, de autoayuda, de horóscopos. Hay una vulgarización en torno al libro; por eso, en general, no voy. Empecé a sentir que la gente iba al zoológico a tirarles maníes a los escritores”. Luego recuerda “la vieja Feria del Libro, cuando era al lado de la Facultad de Derecho”: “Uno veía a Bioy Casares, a Borges, a Sábato... era una movida más artesanal. Incluso las charlas: Mario Bunge, Víctor Massuh, Carlos Fuentes. Charlas muy ricas, muy interesantes. Hoy, por lo que he visto en los últimos tiempos, es otra cosa”.

¿La Feria del Libro es un espacio pluralista? ¿Una vidriera comercial? ¿La suma de todo lo que somos?

“No creo que haya que mitificar la Feria, tampoco degradarla”, comienza diciendo Alejandro Katz, ensayista y editor. “Es un acontecimiento, comercial y a la vez cultural, que moviliza mucha gente en torno del libro. Algo inevitable, porque el libro es a la vez significación y mercancía. Y por tanto, salvo la lectura, lo que ocurre en la esfera pública tiene que ver con la puesta en valor de los contenidos. Pero también con la circulación mercantil de algo que es parte de una industria. Desde esa perspectiva, la Feria es también un hecho comercial, una forma de ampliar el negocio de las editoriales, las distribuidoras e incluso algunas librerías que participan. Pero también es un hecho cultural porque pone el libro en el centro de la atención pública durante un período del año y nos recuerda que es un objeto importante”.

El episodio Vargas Llosa

En 2011, cuando Mario Vargas Llosa iba a inaugurar la Feria del Libro, un grupo de intelectuales —entre los que estaban José Pablo Feinmann, Mario Goloboff, Vicente Battista y Horacio González , ligados al progresismo, más puntualmente al kirchnerismo (por entonces, Cristina Kirchner concluía su primer mandato)— escribió una carta oponiéndose a que eso ocurriera. Decían que la visita del Nobel peruano era, no sólo inoportuna, “sino también agraviante para la cultura nacional y para con las preferencias democráticas y mayoritarias de nuestro pueblo”. Hubo un gran debate que se repitió en 2022 con el concurso literario de la Cátedra Vargas Llosa.

“Antes, había una vieja Feria que era muy profesional“, dice Gioffré que trae a colación el episodio: “Después adoptó una actitud muy sesgada, con esa invitación a Vargas Llosa, la época cuando Horacio González era director de la biblioteca y estaba en Carta Abierta. Eso influyó y fue muy lamentable”. Y agrega: “Dio toda la impresión de que había cierta dirigencia de la Feria que estaba kirchnerizada”.

Sobre aquel episodio, Kohan tiene otro punto de vista: “Fue una discusión sobre si correspondía que diera el discurso inaugural. No hubo ninguna censura con respecto a su participación o la posibilidad de que participara, como se dijo en su momento. La intervención de Horacio González, más allá de estar de acuerdo o no, de hecho yo mismo la discutí en su oportunidad, no fue en la línea de que no participara de la Feria del Libro. Lo que planteó fue que alguien de ese perfil ideológico iba a dar el discurso de inauguración, que no es lo mismo que vetar o censurar su participación. Eso nunca ocurrió”.

La participación de Mario Vargas Llosa siempre ha generado polémicas y discusiones en la Feria del Libro

Las instituciones intermedias

“Acá el problema es otro”, dice Gioffré. “Milei, que había presentado libros en la Feria con gran éxito, hoy, estando en el gobierno, es una producción de intemperie respecto de la cultura. Esto se ve desde el momento en que ponen al frente de la Secretaría de Cultura a una persona que no es de la cultura, sí del espectáculo. La distancia que media entre cultura y espectáculo es crucial. Y ponen al frente la Biblioteca Nacional a una persona que no es de la cultura, una bibliotecaria ignota a quien prácticamente no conoce nadie, en el lugar donde habían estado Mármol, Borges, Manguel. Encima desguazan el área de cultura: en el Museo del Libro y de la Lengua hubo 120 despedidos. Eso muestra que no les importa la cultura”.

“Intentaron cerrar el Fondo Nacional de las Artes —continúa—, prácticamente el único organismo de la cultura no creado por el peronismo, creado por Victoria Ocampo y hecho durante la Revolución Libertadora. Y terminan poniendo a una persona honorable pero que no tiene la potencia para sacar a los gerentes massistas y kirchneristas. Al Incaa da toda la impresión de que lo cierran para rearmarlo con diez grandes productores: más de lo mismo. Ni hablar del CCK, que uno va y no hay luz y han desaparecido las actividades para niños. Todo esto pasa porque Milei no cree en las instituciones culturales. Cuando hablan de batalla cultural, hablan de una relación entre el líder y su pueblo. En sus actividades supuestamente culturales de ellos el líder le habla a su electorado y desprecian todo lo que está en el medio”.

“Lo que está en el medio es la verdadera cultura: las instituciones, entre ellas la Feria del Libro”, explica Gioffré. “Ahí se produce la gran fricción, porque si uno cree que el cambio cultural es que el líder le hable a la gente para convencerla de que tiene que haber equilibrio fiscal... estamos locos, estamos completamente equivocados. Incluso Cristina, a quien detesto, lo tenía clarísimo: dejó en la Secretaría de Cultura a José Nun y en la Biblioteca a Horacio González, dos intelectuales. Es decir, tenían claro que las instituciones intermedias permeaban en la sociedad. Esta gente cree que todo lo que está en el medio entre el líder y la gente no sirve. Y en ese sentido me parece muy bien que no vaya a la Feria. Me parece muy bien que lo haga en el Luna Park. Si creen que la cultura es un espectáculo”.

La presentación (cancelada) de Milei

Fue una gran sorpresa que Javier Milei cancelara la presentación de su nuevo libro en la Feria. Sobre todo, sabiendo que hace unos años este espacio le sirvió de plataforma electoral. “Hay un nivel de hostilidad hacia mi persona y nuestra gente que nos hace sospechar de que hay un intento de sabotear la presentación y hacerlo al estilo kirchnerista, de modo violento, no algo propio de la cultura”, dijo en una entrevista radial, mientras que el presidente de la Fundación El Libro, Alejandro Vaccaro, declaró que le exigían “5000 entradas gratuitas para el acto”. Finalmente la presentación de Capitalismo, socialismo y la trampa neoliberal se hará en el Luna Park. “Era una presentación al margen de la Feria”, sentencia Alejandro Katz, “en la pista central de La Rural, que no está bajo el control de la Fundación del Libro”.

Javier Milei, antes de ser presidente, cuando realizó una presentación en la Feria del Libro del año 2023 (Foto: Franco Fafasuli)

“La Fundación del Libro —continúa Katz— alquila las partes del predio que utiliza. El presidente quería hacer una presentación intrusiva en el predio de La Rural durante la Feria del Libro, pero fuera de la Feria del Libro: era una provocación. Si no hubiera querido hacer eso, hubiera negociado a través de su editorial, que es muy importante, la sala más grande. Y si eso no se hubiera podido hacer, podría objetar que se bloqueaba esa posibilidad. Pero no fue una presentación impedida, fue una intrusión que ellos mismos percibieron que era inconveniente. Sin duda hubiera generado repudio: es un presidente que agrede a la mitad de la sociedad de un modo sistemático. ¿Por qué se supone que si va a ámbitos que son agredidos por él, no va a haber una reacción equivalente?”

“Nada impedía que Milei participara, como de hecho alguna vez participó”, dice Kohan. “Aparentemente las condiciones que ponía tenían que ver con que él pretendía que la Fundación le asegurara una determinada cantidad de entradas que no iban a pagar. Me parece que en este caso no es que haya habido expresiones de intolerancia. De hecho, no es que no haya habido antecedentes de presiones e intolerancia: las repudiamos y a la vez reivindicamos el espacio de pluralidad que verdaderamente predomina”. Y finaliza: “Milei ya ha dado señales de sentirse perseguido y atacado cuando no lo es. No es la primera vez que justifica sus reacciones destempladas de agresividad pretendiendo que se está defendiendo de una agresión previa. Y me parece que en muchos casos esas agresiones él las fábula”.

“Desde el plano político, la Feria del Libro va siguiendo las tensiones entre los representantes de la Fundación El Libro con los distintos gobiernos”, dice Avelluto, y agrega: “A mí me no me parece correcto el tono de la conversación mediática entre Milei y la Feria del Libro, de ambos lados. Me parece que el presidente no va a la Feria porque no quería ir. Si uno es pluralista, no solo debe clamarlo, sino además ejercerlo. Las dimensiones de un acto de estadio no son las de la Feria del Libro. Seguramente se hubieran encontrado las maneras técnicas de resolverlo, como cuando se presentó el libro de Cristina Kirchner”.

Olor a choripán

“Hay mucha gente que no tiene el hábito de frecuentar las librerías o las bibliotecas, porque siente que son lugares distantes, demasiado consagrados, entonces la Feria le permite entrar en contacto con el libro con comodidad”, dice Katz y pinta una vieja escena: “Cuando se hacía en el Predio Municipal de Exposiciones y las infraestructuras eran muy malas, el olor de los choripanes de las parrillas que estaban en los patios invadía la Feria. Entonces, la coexistencia del libro con el choripán, que hoy no ocurre porque el ámbito es un poco más cuidado, era una buena metáfora del modo en el que se puede desmitificar o desacralizar un objeto que para una parte de la sociedad tiene una circulación muy privada, muy elitista”. Y agrega: “La Feria pone el libro en el centro de la conversación, ayuda a la circulación de autores, ideas y textos, mejora el negocio para los participantes y facilita el contacto con el libro de gente que no entra habitualmente a librerías y bibliotecas”.

Liliana Heker dio el discurso inaugural; no participaron funcionarios del gobierno nacional

Inauguración sin libertarios

Como secretario de Cultura, Pablo Avelluto sufrió escraches y abucheos en la Feria del Libro. En la apertura del año 2018, cuando los docentes protestaban por la Unicaba, el funcionario decidió darle el micrófono a uno de los manifestantes para que expusiera su reclamo. En la del año 2019, parte del auditorio le dio la espalda mientras hablaba. Pese a todo, sigue reivindicando a la Feria como “espacio pluralista”. Antes de haber comandado la cartera de Cultura tuvo un largo paso por el mundo editorial: fue gerente de Estrada, director de la región sur de Random House y vicepresidente de la Cámara Argentina de Publicaciones. Por eso, ahora, sostiene que Leonardo Cifelli, actual secretario de Cultura de la Nación, “debió haber asistido a la inauguración”, porque “si no vas es una falta de respeto”.

Su ausencia, aunque previamente anunciada, va a quedar en la historia de la Feria como algo pocas veces visto. “A mí me tocó ir varias veces y uno no va por uno, sino que va en representación del Presidente, que es el que es invitado. Es un lugar donde uno puede contar lo que está haciendo desde el gobierno en esa industria o en ese sector, que es sumamente importante. También uno podría pensar: ‘puede ser que no tenga nada para decir’. O que sienta que va a haber un clima hostil. Eso es una irresponsabilidad que describe la situación del pluralismo, el respeto por las ideas del otro, la convivencia democrática, el nivel de deterioro que tiene. La Feria es un lugar para todas las ideologías, es un lugar para todos los estilos, todos los géneros, todos los públicos. Y eso hay que reconocerlo y aceptarlo”, agrega.

El amor a los libros

Por estos días, Silvia Plager presenta en la Feria su última novela, la número 27. “Sé que hay una parte económica, todos sabemos que la editorial con más dinero es la que tiene mayor espacio, que es una lucha de poder, como todo en la vida, pero trato de imaginar, cuando estoy entre los libros, ahora con la muerte de mi adorado Paul Auster, que no es lo mismo que ir a la Feria del tomate por más que me gusten los tomates; es una cosa diferente. A veces un discurso me pone nerviosa, siento un desasosiego. Y no es porque esté en contra de lo que está diciendo esa persona, así estuviera diciendo lo que yo exactamente pienso ideológica o políticamente, pero le diría que sea más breve y que después hable de los libros, de lo que significa, de lo importante”.

“Si vos permitís —continúa— que los chicos no comprendan un texto, cuando vayan a la Feria con la madre o con el colegio tienen que tener un mensaje. No va a ir a la inauguración, por eso es lógico que haya una arenga ahí, pero a veces hay que disimular un poco. Hay quienes se alegran cuando se arman discusiones y conflictos, pero hay otros que vamos solamente por el amor a los libros. La ideología de Fulano o Zutano me importa poco, sí me importa la vida cotidiana, porque soy una jubilada y de la mínima. Yo soy un producto de la escuela y la universidad públicas, mi marido y mis hijos también, pero mis nietos ya no y eso es lo que me duele. Hay algo que cambia, estamos haciendo las cosas peor. No tiene la culpa una sola persona; somos muchos los que tenemos la culpa.

El secretario de Cultura Leonardo Cifelli no participó en el acto inaugural de la Feria del Libro, pero sí recorrió los stands

“En la Feria hay una industria que produce de todo, algunas cosas nefastas que no voy a leer”, dice Plager, pero asegura que “hay otras cosas que me abren un mundo diferente. Si no alentamos a que se renueve el público lector, va a llegar un momento en que la Feria no va a tener esta convocatoria. Por eso es tan importante ver cómo pasean los chicos, la gente grande. Yo he visto gente con silla de ruedas mirando los estantes. Eso para mí tiene un valor. Como al que le gusta la música y va a un concierto y siente que sale renovado, yo quiero que me contagien. Las cosas mezquinas... no. Es la diferencia entre el erotismo y la pornografía. Los libros me producen un efecto erótico. Otras cosas me parecen pornográficas o panfletarias. Quizás soy demasiado apasionada... Yo no sería nada sin los libros”.

Sobre las politizaciones

“No me parece bien que la Fundación El Libro hable como si fuera un partido político, incluso más allá de que entiendo el derecho que les asiste en sus reclamos” dice Avelluto. Yo he estado en inauguraciones de Ferias en distintos lugares del mundo y los jefes de Estado las inauguran y no pasa nada. Por supuesto que hay gente que está de acuerdo con ellos y gente que no, pero eso es la democracia. A mí me tocó atravesar momentos de tensión. Me parece mal en términos de nuestra convivencia. Todos estos episodios que han ocurrido estos días son un síntoma de la retirada del apoyo del Estado. No participar en la Feria y que el Gobierno no tenga nada para decir en materia de políticas culturales, es otro dato de la época, así como también la situación económica del sector editorial”.

En esa línea, Katz comenta: “La Feria ha sido siempre el momento en el que el sector editorial le dice en voz alta cosas al poder político. Si bien el sector editorial, como todo sector empresarial, se encuentra con los funcionarios para negociar, en la Feria lo hace en público. Entonces, la Feria siempre ha sido una caja de resonancia de lo que algunos políticos quieren decir y de lo que el sector les quiere decir a los políticos. Pero la conducta del gobierno en esta Feria ha sido francamente agresiva: ha retirado la presencia del Estado Nacional. Esto quiere decir que al gobierno no le resulta importante participar de un lugar donde lo que está en el centro es la cultura del libro. Retirarse de la Feria es un gesto agresivo, no hacia la Feria en sí misma ni hacia los editores ni a los autores, sino hacia la cultura escrita”.

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