Malvinas, la herida abierta

Dos libros que acaban de salir aportan nuevas miradas sobre la guerra de 1982. De lo que vivieron las mujeres a la identificación de los caídos

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Malvinas y los dos nuevos
Malvinas y los dos nuevos libros sobre la guerra.

¿Cómo estás? Por acá, en la Argentina, abril es el mes de Malvinas porque el 2 de abril de 1982 las Fuerzas Armadas desembarcaron en las Islas para intentar recuperarlas. En el país había una dictadura, esas mismas Fuerzas Armadas gobernaban. Entonces un reclamo que está en el corazón de los argentinos se hizo mucho más complejo. Casualmente, en las últimas semanas leí dos libros sobre el tema, dos libros muy diferentes entre sí. De eso voy a hablar hoy.

Del primero voy a contar poco porque lo editamos en Leamos —la editorial digital de Infobae— y es poco decoroso que uno escriba sobre los libros que hace. Se llama Nuestras mujeres de Malvinas y lo escribieron las periodistas Silvia Cordano y Beatriz Reynoso. Ellas hicieron un trabajo delicado y sensible: entrevistaron a once mujeres cuyas vidas fueron afectadas por la guerra. Una de ellas, Liliana Colino, fue la única mujer militar en pisar las Islas durante el conflicto. Otra, Silvia Barrera, estuvo en uno de los barcos hospital que recibían heridos. También hay madres, novias, hijas, hermanas. Y una antropóloga, Virginia Urquizu, que participó del reconocimiento de los cuerpos muchos años después.

Liliana Colino, la única mujer
Liliana Colino, la única mujer militar que estuvo en las Islas durante la guerra.

El libro —desde el título— se centra en las mujeres. Que la pasaron particularmente mal. Colino cuenta que recuperar las Islas era un sueño para ella. Y que la emociona saber que estuvo ahí “mientras flameaba la bandera argentina”. Era una ilusión de la infancia: “No puedo exteriorizar lo que significó eso, la emoción que significó para mí ese momento. Bajo corriendo, me agarra el capitán porque había un viento que te llevaba, yo peso cuarenta y cinco kilos”.

Atendió heridos. Rotos, con las piernas desarmadas. Muchos que le preguntaban cuándo volverían al frente. “No tuve ninguna experiencia en que alguno no quisiera volver. Era algo común en todos: soldados, oficiales, suboficiales y personal civil. También me decían que me veían parecida a alguien, eso no fallaba. A la novia, a la vecina, a la amiga de la hermana. Todos me veían parecida a alguien”.

Después, cuando volvió, el silencio. Y luego no le daban los ascensos que le correspondían. Protestó, escribió, se quejó. Pero las mujeres no ascendían ni aunque fueran heroínas de la guerra. En 1986, decepcionada, se fue.

Silvia Cordano y Beatriz Reynoso
Silvia Cordano y Beatriz Reynoso (Fotos Gabriel Machado)

Hace unos días presentamos el libro en el Museo Malvinas. Un hombre se levantó y caminó hacia Colino: era uno de los heridos que habían viajado con ella en el avión Hércules. Ese abrazo nos hizo llorar.

Esta es apenas una de las historias, el libro es conmovedor y, como dicen ellas, “sin visiones complacientes”. El prólogo es de Geoffrey Cardozo, el militar británico que participó de la identificación de los soldados argentinos enterrados allí.

Otra mirada

El otro libro que leí se titula Esquirlas en la memoria, lo escribieron las investigadoras Victoria Torres y Gabriela Naso y lo acaba de publicar Marea. En el texto queda clarísimo que hay acontecimientos que precisan mucho tiempo para elaborarse. Porque todavía hay testimonios nuevos, dolores sin cerrar, cosas no dichas.

En ese sentido, Esquirlas de la memoria pone sobre la mesa algo que parece obvio; señala el elefante en la habitación: la Guerra de Malvinas ocurrió durante la dictadura militar y la condujeron las mismas instituciones que, en el continente, torturaban y desaparecían, robaban niños y reemplazaban su identidad.

Gabriela Naso y Victoria Torres
Gabriela Naso y Victoria Torres

No es lindo pensar que los argentinos no estuvimos “todos juntos” en la Guerra de Malvinas y tampoco después. Pero así fue.

Gabriela Naso es licenciada en Periodismo y Magíster en Periodismo Documental, se especializó en Derechos Humanos y en Malvinas y trabaja en una película sobre crímenes de lesa humanidad durante la guerra.

Victoria Torres es licenciada en Letras y enseña en la Universitat Zu Koln, en Alemania, y entre sus temas de investigación está la representación literaria de las guerras.

Me impactaron las torturas y también me impactó leer cómo los soldados, tras la rendición, iban hacia los ingleses escondiendo entre la ropa la comida que habían conseguido robar. Hace unos días, casualmente cuando salía de la presentación de Nuestras mujeres… en el Museo Malvinas, me llevó un conductor de Uber que resultó ser un militar, hijo de un excombatiente. Le conté algo que acababa de leer en este libro: que en diciembre de 1982 la Brigada X de Infantería organizó un homenaje a los excombatientes y durante el acto intentó reivindicar “la gesta heroica”. Pero que los excombatientes respondieron con un grito: “Se va a acabar la dictadura militar”. El soldado que ahora iba al volante no lo sabía, no le gustó. Y me dijo que era bueno aprender a pasar hambre, porque en una guerra mejor no ser blando.

Soldados argentinos en transporte militar.
Soldados argentinos en transporte militar. (Foto Archivo Telam Eduardo Farre)

Gabriela Naso y Victoria Torres siguen justamente la historia de un grupo de excombatientes y familiares de caídos que quisieron lograr algo que parece básico: que los cuerpos de los caídos fueran identificados. Me impactó la escena de los familiares, en los años 90, caminando por el cementerio y enterándose en vivo si su hijo, su hermano, su amor, tenía una tumba o era uno de los “solo conocidos por Dios”.

Recién en 2016 se firmó un acuerdo para iniciar la identificación y ese acuerdo tenía sus complicaciones. No todos los familiares estuvieron de acuerdo con la identificación. Hubo quienes creían que era suficiente saber que había caído luchando y que estaba en las Islas. Así, aparecieron pintadas que decían: “No son NN. Son héroes de la Patria. Malvinas volveremos”. Las firmaba —escriben— el movimiento Vanguardia Nacionalista.

Es escalofriante, aquí, la cercanía entre las torturas y las desapariciones que hizo la dictadura con militantes políticos y muchos otros en el continente y lo que hicieron ciertos oficiales con los soldados argentinos en las Islas. Y también lo es ver cómo en democracia algunas de esas conductas se justificaron y se intentaron ocultar.

Visiones diversas, heridas abiertas. Pasaron más de 40 años y Malvinas no terminó.

Mis subrayados

Nuestras mujeres de Malvinas

"Nuestras mujeres de Malvinas"
"Nuestras mujeres de Malvinas"

1. Liliana Colino: “El 2 de Abril su maestra hizo una semblanza sobre la fecha y habló de la guerra de Malvinas. Mi hija dijo, inocentemente, como yo les había contado, que había estado en la guerra. Lo que había hecho, cuál había sido mi función. Mi hija levantó la mano y le dijo ‘Seño, seño, mi mamá estuvo en la guerra. Es veterana’” La maestra, rápidamente le contestó ‘Eso es mentira, en la guerra no hubo mujeres’”.

2. Silvia Barrera: “Llegamos. Cuatro grados bajo cero. Nosotras con ropa de verano, fresca, porque no había mujeres en el Ejército y por ende no había ropa para nosotras. Imaginate, calzábamos casi todas 37 y nos dieron borcegos número 40, eran los únicos que había. ¡Caminar con borceguíes casi cuatro números más grandes! Lo resolvimos poniéndonos tres pares de medias para poder seguir, pero caminar así… terminábamos agotadas. ¡La camisa! Como era tan grande y tan larga, teníamos que usarla arremangada para poder estar y trabajar. Se usaba un cinturón de rafia en ese momento (ahora cambiaron las cosas) ese cinturón se ajustaba, nos podés ver en las fotos, teníamos una cinturita así de chiquita (hace gesto con sus manos)”.

En la presentación de "Nuestras
En la presentación de "Nuestras mujeres de Malvinas" se cantó el Himno Nacional con emoción. (Foto Gustavo Gavotti)

3. Beatriz Páez: “Recuerdo el destrato que sufrieron al volver. Mi hijo tenía una fecha para ir a Campo de Mayo a revisarse. Cuando entra al consultorio, el doctor le pregunta: ‘Bueno, pibe, ¿qué tenés?’ Y le dice: ‘Dolor en la parte de los riñones, ganglios, no sé qué más’. Y el médico lo frena: ‘Pará pibe, ¿qué más querés tener?’ … Ahora me pregunto: ‘¿qué culpa tenía el chico de padecer esas cosas?’ Era por el lugar donde había estado allá, de no tener con qué abrigarse, ni qué comer…nada”.

Esquirlas en la memoria

"Esquirlas en la memoria", de
"Esquirlas en la memoria", de Gabriela Naso y Victoria Torres

1. “Norma, que era la única de los tres Gómez que sabía leer, encontró el nombre de su primo, pero no el de su hermano. Desesperada, Etelvina le pidió a una mujer que ayudara a su hija a buscar porque creía que podía habérsele pasado. Norma volvió a recorrer las hileras con ayuda de la mujer pero la tumba de Eduardo no estaba”.

2. “En un ambiente cada vez más caldeado los militares intentaron acallar las voces y ordenar a los exsoldados, como si aún estuvieran en la colimba. Pero los jóvenes ya no estaban bajo bandera y arrojaban sus medallas al grito de ‘Se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar’”.

3. “En abril de 2008 los excombatientes Néstor Sáenz, Alejandro Rey, Walter Acevedo, Walter Stefenon y Julio VIllafañe viajaron a las islas y en la visita al camposanto desplegaron una bandera con la leyenda: ‘Somos víctimas de la dictadura. No puede haber NN en este cementerio’”.

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