No va a ser fácil que Selva Almada dé consejos. Los escritores pueden hablar de cómo lo hacen, de qué les resulta, de a qué rutinas han llegado. Pero ¿consejos? Sin embargo, eso era lo que la periodista Maru Drozd trataba sutilmente que la escritora entrerriena diera este domingo en la Feria del Libro de Buenos Aires. ¿Por qué? Porque la charla era una entrevista y también la presentación de Buenos Aires en cien palabras, un concurso literario que premia con 1.000 dólares el mejor cuento breve. Y que busca eso, contar la ciudad con un pantallazo, un detalle, una sensación.
Leamos -la editorial digital de Infobae- y Bajalibros apoyan este concurso; el libro con los textos ganadores se podrá descargar gratuitamente desde su plataforma.
El concurso no es nuevo. Según contó Carmen García -escritora y Directora Ejecutiva de Fundación Plagio, que lo organiza- “comenzó hace 23 años en Santiago de Chile”, donde “fue un fenómeno, con más de 50.000 relatos en cada convocatoria”. En Buenos Aires esta es la segunda edición: para la primera llegaron 11.000 cuentos y lo ganó Más abajo no se puede de Roxana Miguel.
Cien palabras: muy cortito. “Este formato ha sido la clave para el éxito de este proyecto”, dijo García. “En un mundo cada vez más loco y más intenso, es fundamental que podamos conectarnos, empoderarnos, buscar dentro de nosotros las herramientas que permitan expresarnos”.
Entonces sí, la entrevista. Para empezar, Drozd recordó que Selva Almada es una de las seis finalistas del Booker Prize, uno de los premios literarios más prestigiosos del mundo, cuyo ganador se conocerá el 21 de mayo. Llegó a ese lugar por la traducción al inglés de su novela No es un río.
¿Por qué elegir justo a una entrerriana para presentar un concurso sobre Buenos Aires? Drozd se hace cargo de la paradoja y le pregunta a Almada por qué eligió la Capital, cómo la vive. La respuesta tiene mucho de la realidad del país:
“Vivo en Buenos Aires desde hace 24 años ya, me mudé a fines del 99. Buenos Aires era mi fantasía, como para toda provinciana: la gran ciudad. Crecí en un pueblo chico pero antes de venir viví 10 años en Paraná, que es una ciudad chica de provincia. Empecé a escribir en los 90, no había Internet... era difícil la circulación. Las editoriales estaban en Buenos Aires. Pensé: ‘Si quiero ser escritora tengo que irme a vivir a Buenos Aires’”.
Almada queria ser escritora: se mudó a Buenos Aires. Y después, claro, el amor: “Y, por otro lado, me encanta Buenos Aires, aunque sigo siendo una provinciana que defiende lo que se hace en todo el país. Por eso es la ciudad que elegí para vivir”. Más tarde, profundizará: “Prácticamente toda mi obra la hice en Buenos Aires, es mi lugar de trabajo y de vida desde hace mucho. En cuanto a que la ciudad pueda ser tema… vivo en Flores, que me encanta, podría escribir montones de cosas sobre Buenos Aires. Tengo un proyecto sobre un edificio que está cerca de mi casa, algo de no ficción”.
¿Y los concursos? ¿Sabe algo esta autora de concursos?
“Participé en un concurso de cuentos que hacía la Universidad Nacional del Litoral y gané el Primer Premio, compartido con un escritor que es Carlos Bernatek. Y para mí fue: “ya está acá empiezo un carrerón”. Tenía 20 años. Después nunca más gané un concurso. En esa época participaba mucho, nunca gané”.
Más allá del gran inicio y la autoburla, Almada advierte: “Un concurso es un concurso, no es más que eso. A veces la gente se frustra... y todo depende del gusto de unas cuantas personas que son jurado”. En el caso del concurso que están presentando, el jurado estará compuesto por los escritores argentinos Valeria Tentoni y Hernán Ronsino y la autora chilena Alejandra Costamagna.
El primer consejo
La periodista apura: “Hay que resolver en 100 palabras en este caso. ¿Herramientas?”
Almada responde con un ejemplo: “Yo escribo cada 15 días una columna en el diario Perfil, donde tengo un límite de palabras. Siempre trato de llegar. Lo que me suele funcionar es así: me saco las ganas de contar y no pienso en la cantidad de palabras y después vuelvo y empiezo a recortar y a ver qué queda.
Largarse, contar todo, luego evaluar, sacar. Una forma de tener cien buenas palabras. Habrá más.
El Booker Prize: “Quiero ganarlo”
Cuando le preguntan por el premio Almada no es tibia: “Quiero ganarlo, quiero ganarlo”, le dice a la entrevistadora, a la audiencia a los jurados allá en Gran Bretaña.
Es una historia que empieza con tres hombres -dos amigos, el hijo de un tercero que murió- que van de pesca, sacan una raya y la matan de tres tiros. Parece que siempre se la mata de un tiro solo. A los “isleros” no les gusta ese exceso.
“Somos seis finalista, quedar en la lista larga fue una sorpresa, no era la primera vez que mandaban un libro mío y antes no había quedado, este es el cuarto libro mío traducido al inglés. Y después quedar en la corta fue buenísimo y ahora quiero ganarlo, quiero ganarlo”.
La “lista corta” ya puso a esta mujer nacida en 1973 en Villa Elisa en la mira de editores del mundo. “Empiezan a pasar cosas, ofertas de nuevas traducciones de países como Arabia Saudita y Polonia”, cuenta.
Y mira hacia la Argetina y advierte sobre el recorte que hizo el gobierno de Javier Milei al programa de ayuda a la traducción que tenía Cancillería: “Es paradójico porque llega el anuncio y se desfinancia abruptamente el Programa Sur, por el que se han traducido tantas obras y que le dio una visibilidad grande a la literatura argentian en el mundo. Un programa que empezó con el gobierno kirchnerista y el macrismo no discontinuó. Ahora quedó el diez por ciento del presupuesto. Se desprecia el Programa Sur como vehículo para difundir la literatura en el mundo... y un libro que fue traducido gracias a ese programa está en ese premio tan prestigioso”.
Y otro consejo para escribir
“No tengo buena memoria para las caras, pero cuando hay una frase que me gustó cómo se dijo la recuerdo”, dice. Cömo suena una frase, por ahí va la cosa: “Leo en voz alta al corregir, particularmente lo hice con No es un río, porque mi fantasía era que alguien que la leyera se sintiera invitado a leerla en voz alta también”.
Así que: “Otro consejo: leer en voz alta es la manera más sencilla de empezar a corregir las cosas más brutas, cacofonías, una coma mal puesta… esos vicios se detectan rápidamente”.
Pasó con esta novela a la que le está yendo tan bien: “Tuvo una primera versión que dejé un tiempo y cuando la releí me di cuenta de que estaba demasiado narrada, necesitaba más silencios, necesitaba menos ruido”.
Menos narración, menos palabras. Algo que viene bien para el concurso.
Cómo participar
- Los relatos deberán tener un máximo de cien palabras y serán recibidos desde el 28 de abril hasta el 15 de julio.
- El premio mayor será de 1.000 dólares para la categoría general, 500 dólares para el premio al talento joven (para menores de 18 años) y se entregarán además diplomas para tres menciones de honor.
- Podrán participar “todos los y las habitantes de la ciudad de Buenos Aires, sin límite de edad ni ocupación”.
- Se podrá enviar hasta cinco cuentos sobre la vida en la capital argentina.
- Los cuentos se envían a través de la página web oficial.