Frida Kahlo pintó La mesa herida en 1940, quince años después la obra desapareció en Varsovia durante una exposición itinerante y, en 2020, un marchante gallego afirmó tenerla, aunque los expertos descartaron su autenticidad. Ahora, Laura Martínez-Belli recupera el cuadro desaparecido en su última novela.
En su libro homónimo, Martínez-Belli (Barcelona, 1975) utiliza la ficción para llenar los huecos que ha dejado la historia en torno a esta obra de Kahlo, la más grande de todas las que pintó. Según la investigación de la historiadora de arte Helga Prignitz-Poda, ‘La mesa herida’ medía 1,21 por 2,44 metros.
Tras unas cortinas de teatro, como si fuese una puesta en escena, Kahlo colocó a los personajes de su cuadro en torno a una mesa con pies y heridas llenas de sangre. La pintora se coloca en el centro del cuadro, en el que aparecen diferentes elementos autobiográficos como sus sobrinos, su cervatillo o un Judas, que algunos estudiosos identifican con su pareja, el pintor Diego Rivera.
Prignitz-Poda, cuya investigación ha sido la base de esta novela, asegura que este cuadro estaba pintado sobre tabla y que tenía dos agujeros a los lados del cuello de Kahlo para ponerle diferentes collares. Sin embargo, el historiador de arte mexicano Luis-Martín Lozano, en su libro Frida Kahlo: Obra pictórica completa (Taschen, 2021), establece que ‘La mesa herida’ estaba pintada sobre una tela.
La artista donó su obra a la Unión Soviética de Stalin, lugar al que llegó en 1947. Mientras tanto, estuvo en diferentes estancias de la Casa Azul -hogar de la pintora mexicana en México DF, ahora su museo-, y fue expuesto en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y el Palacio de Bellas Artes de México, entre otros.
La obra llegó al Museo de Arte Occidental de Moscú, desmantelado por considerarlo “arte extranjerizante”, explica Martínez-Belli. De forma que todas las obras de ese museo se repartieron entre el Pushkin de Moscú y el Hermitage de San Petersburgo.
El cuadro se quedó en un limbo de instituciones hasta que, desde México, lo solicitaron para una exposición. Sin embargo, no llegó a viajar porque los mexicanos se negaron a pagar los altos costes de transporte, ha explicado la autora de la novela, que utilizó la investigación de Prignitz-Poda para escribirla.
No fue hasta 1955 -un año después de la muerte de Kahlo- cuando los rusos accedieron a que ‘La mesa herida’ formase parte de una exposición de arte mexicano que iba a itinerar por diferentes países comunistas. Empezaba en Varsovia (Polonia), pero el cuadro más grande de la mexicana nunca llegó a la siguiente parada en Bulgaria.
Al descubrir la historia detrás del cuadro, Martínez-Belli se dio cuenta de que reunía todos sus elementos literarios: “El arte, España, México, Frida, las mujeres, las heridas, por lo que todo el tema cobró mucho sentido para mí”, dice.
La autora narra con destreza el viaje que realizó ‘La mesa herida’ de la mano de Olga, una burócrata rusa, fruto de la imaginación de Martínez-Belli, que se enamora del cuadro de Frida Kahlo.
Asimismo, cuenta los motivos ficticios que pudieron llevar a la mexicana a pintar este cuadro que según la directora del área de Cultura de la Fundación Casa de México, Susana Pliego, es “una síntesis de toda su obra”.
Este cuadro ha estado envuelto en el misterio -añade- igual que la obra ‘Gloriosa victoria’ de Diego Rivera, que apareció en el año 2000 en las bodegas del Museo Pushkin de Moscú.
Fuente: EFE