En esta edición 25 del BAFICI (Festival de Cine Independiente de Buenos Aires), con una programación que incluirá entre sus 280 películas y 500 funciones un espacio dedicado a la música, resaltan 14 títulos dedicados a expresiones de distintos géneros entre los cuales se destacan los documentales Fuck You! El último show, que cerrará el festival, y Cenizas y diamantes, la película de Don Cornelio y La Zona.
Anclados ambos en el universo del rock local de los ‘80, el primero rescata a través de la lente de José Luis García el concierto que Sumo dio en Obras el 10 de octubre de 1987, un par de meses antes de la muerte de Luca Prodan; en tanto que el segundo, dirigido por Ricky Piterbarg, recorre la historia de Don Cornelio y La Zona, una de las bandas que marcaron a fuego la segunda mitad de aquella década.
Puestos en una línea de tiempo, Fuck You! El último show y Cenizas y diamantes establecen una suerte de hilo conductor entre dos propuestas estéticas que reflejan a la distancia un clima de época marcado por una potencia expresiva en ebullición y permiten acceder sin más filtro que las decisiones estéticas de sus directores al backstage de una escena impregnada de un clima de gran libertad creativa.
“Fuck You! El último show”: crónica de un final anunciado
“Luca nos llevó de la mano a hacer esto”, cuenta José Luis García, quien tomó la posta que inicialmente el líder de la banda formada en 1981 en Hurlingham le había pasado a Rodrigo Espina, realizador del documental Luca, que el 24 de febrero de 2022 fue encontrado sin vida en su hogar.
Con el resultado a la vista, resulta difícil no tomar como una señal la circunstancia de que aquel 10 de octubre de 1987 el casamiento de su hermano le impidiera a Espina ponerse detrás de la cámara de VHS, de la que hizo cargo su compañero de ruta.
“’Vos seguilo a Luca’. Esa fue la única directiva que recibí y que traté de cumplir”, cuenta el cineasta, que con esa premisa accedió al backstage del recital. “Para los músicos era algo sorprendente que alguien con una camarita tuviera ese acceso. Pero se volvió algo muy natural y todos participaron. En ese momento tenía 22 años y era fan, así que estar ahí dentro era como tocar el cielo con las manos”, agrega.
Así como se había hecho cargo de su cámara, 35 años después García decidió concretar el deseo trunco de Espina de darle forma cinematográfica a aquel material registrado a lo largo de las horas que fueron de la prueba de sonido al final del show. Para eso, convocó a Aníbal Esmoris y Marcelo Schapes, quienes también habían participado de la producción de Luca.
“Unos diez años después, Rodrigo tenía ganas de trabajar con esos materiales que no habían sido utilizados en la película y yo tenía ganas de que, después de haber hecho Luca, hiciéramos Sumo. Trabajamos mucho conjuntamente con Marcelo (Schapces) para el proyecto, pero no se pudo lograr”, cuenta Esmoria desde el otro cuarto de pantalla.
Volver a empezar
Sin embargo, tras la muerte de Espina, la invitación a presentar el material en la muestra Los 80. El rock en la calle, en el Museo Histórico Nacional, reavivó el deseo y pusieron manos a la obra. “En los momentos que estamos viviendo, me permito decir que lo hicimos casi desde una resistencia”, apunta el productor, que resalta la convicción de que “este material no podía terminar en un cajón”.
Al mismo tiempo que Esmoris rotula el contenido como “patrimonio cultural de los argentinos” y aclara que la película fue hecha bajo la consigna de que no sea comercializada, Schapces lo califica como “un documento de antropología musical”. “La opinión, acá, es tener la menor cantidad de opinión. Después de Get Back mostrar algo así hasta podría dar vergüenza por cierta desprolijidad técnica o cierta suciedad, pero es al revés. Es Sumo en estado puro. Los nuevos y los contemporáneos de ese concierto se van a encontrar con algo que es demoledor. Sumo era eso”, resalta el director.
Luca sin interferencias
Enseguida, Schapces agrega: “Ver a Luca en el bar de Obras y pensar en la misma situación a una estrella de hoy de un calibre equivalente al de Luca saliendo la prueba de sonido y yéndose a tomar una ginebra con unos amigos y que el dueño del bar le diga que se calle la boca porque ahí no se pueden ensayar es absolutamente surrealista. Pero tiene una marca de época”.
En ese tono, sin más intervención que la de un guión mínimo, las imágenes de García entregan las versiones ‘87 de Ricardo Mollo, Diego Arnedo, “Superman” Troglio, Roberto Pettinato, Germán Daffunchio y Timmy McKern, además de las de un jovencísimo Gillespi, Silvia Ceriani y Andrés Calamaro, entre otros, en la previa y en acción de la que sería una de las últimas apariciones de Prodan sobre un escenario.
“No había una conciencia de que se estaba muriendo. Pero basta ver lo que era el Luca del Obras 86 y compararlo con el del Obras 87. Siento que era un poco eso de ‘show must go on’, a la vez que era un grupo realmente tremendamente visceral. Y Luca dio todo hasta hasta que murió. Pero recuerdo que me impresionaba cuando a veces lo veía desayunando un vaso enorme de ginebra Bols a las 11 de la mañana. Era casi la crónica de una muerte anunciada”, reflexiona el director.
Abajo, en la pantalla, Schepces retoma la palabra para resumir el espíritu de “Fuck You! El último show”: “Tiene una una verdad infernal, donde nadie aparece opinando o diciendo ‘me acuerdo cuando…’ Siento que así como cuando alguien pregunta quién es Luca está el documental, cuando alguien pregunte qué fue Sumo estará esta película”.
—¿Por qué ahora, y para quién es Fuck You! El último show?
Esmoris: —Ahora, porque las cosas se van dando como se tienen que dar. Durante muchos años se intentó hacer esto y se dio ahora. Los procesos históricos se van produciendo por sí mismos. No son programables. Esto es para aquellos que lo conocimos y que nos parece muy importante que un documento de esta magnitud salga el aire, pero también es para los chicos, que saben valorar mucho cuando ven estas cosas que casi ya no hay.
Funciones: viernes 26/4 a las 21.30 horas en el Gaumont 1 y sábado 27/4 a las 21.40 horas en el Gaumont 1.
“Cenizas y Diamantes”: resistencia contra todo
“Resistir… contra todo” El eco de las palabras de Esmoris sintoniza con las que Palo Pandolfo grita desde el escenario alguna de las noches que quedaron eternizadas en Cenizas y diamantes, el documental de Ricky Piterbarg. “Resistir… contra todo. Resistir… contra todo”, dispara a repetición envuelto en la oscuridad del sonido de Don Cornelio y La Zona.
Los vasos comunicantes entre los filmes no se agotan ahí. Poco después del Obras ‘87 de un Sumo con los días contados, la banda fundada por Palo y Claudio Fernández en 1984 a la salida del Huergo era consagrada como Grupo Revelación en la encuesta del Suplemento Sí del Diario Clarín y “Ella vendrá” alcanzaba el podio de los temas del año en la Rock&Pop, por arriba de “Signos”, de Soda Stereo.
En un plano más trágico, la coincidencia se extiende a la puesta en stand by del proyecto, obligado primero por la falta de apoyos para llevarlo a cabo y más adelante por la muerte de Roly Rawuolf, quien junto a Lorena Muñoz habían germinado la idea del documental allá lejos y hace tiempo, cuando en 2011 Pandolfo invitó a sus ex compañeros de ruta a tocar en uno de sus recitales en el Teatro de La Cova, en San Isidro.
Ahí, en el material captado por su cámara aquella noche, Rawuolf y Muñoz vieron que había una película, que paradójicamente tomó forma sin un sólo segundo de ese registro y que en cambio rescató el material de archivo que Fernández guardó con especial celo durante años, del que finalmente Piterbarg se hizo cargo en 2020 y cuyo resultado finalmente verá la luz en el ámbito del BAFICI.
Collage en movimiento
A lo largo de poco más de 90 minutos transcurren cuatro años de la historia de esa usina musical que completaban Alejandro Varela, Federico Ghazarossian, Fernando Colombo, Daniel Gorostegui Delhom, Sergio ‘Sergei’ Iskowitz y Horacio Borrat, que demás de dos álbumes de estudio y uno en vivo dejó como legado una manera de concebir la música y el arte, sin concesiones.
“¡Ardía! Don Cornelio ardía”, dice por ahí Varela en un pasaje de la película. “Eramos músicos que íbamos para adelante. El mayor tenía 25 años”, advierte Colombo en otro. “¿Por qué Don Cornelio? Porque es un ídolo, un héroe. Un patriota”, explica Palo desde un tiempo ido. “Algo pasó. Está grabando, tiene la luz verde”, se lo escucha a un Fernández circa 1986. Collage en movimiento.
“Es como ver pasar un pedazo de tu vida por la pantalla. Un pedazo muy importante. Todo el proceso Cornelio fue realmente muy feliz para todos. Después tuvo su devenir, cuando no tocábamos más. Pero pero el hacer, el ser y ahora seguir sintiéndonos parte de Don Cornelio siempre nos trajo mucha felicidad”, cuenta Fernández. Desde su rol de custodio de la obra de la banda -”Don Cornelio es Claudio Fernández”, sentencia Varela en un momento-, el baterista asegura que más allá de algunas pequeñas marcas que fueron corregidas en el primer corte, el criterio artístico del documental quedó en manos del director.
El resultado es un relato audiovisual concebido de manera no lineal que alterna fragmentos de shows y de ensayos además de situaciones domésticas que certifican un lazo de amistad que reaparece intacto en el encuentro al que Piterbarg convocó a la integrantes en el tramo final de la producción, después de la muerte de Palo ocurrida el 22 de julio de 2021, que aporta una perspectiva actual al registro, que habla por sí solo.
La potencia del ojo que ve por primera vez
“Cuando mirábamos el material con Roly veíamos una potencia que para mí tiene mucho que ver con que utilizaban un elemento que en ese momento nadie sabía cómo usarlo, que es una cámara de vídeo. Se filmaban ellos entonces, y ahí hay un ojo que ve por primera vez, que descubre algo”, explica el director.
“Por otro lado, ellos estaban en comunión con Nessy Cohen, quien diseñó las tapas de sus dos discos, que puso su ojo, que es el de un artista plástico. Eso lo noto mucho en los recitales. Se nota que la cámara esa está viva. Hay algo que esa cámara cuenta que tiene una fuerza terrible”, resalta el realizador, que suma los créditos de Norberto Ludin y Alejandra Fenochio, a cargo del montaje él, y del arte, el casting y el catering ella.
En ese ir y venir que combina pasado y presente, Cenizas y Diamantes es también un espacio en el que personajes vinculados de algún modo al universo ‘corneliano’, como Karina Cohen, Omar Viola, Graciela Mezcalina y Luis Aranosky, entre otros, completan una pintura de época que no esquiva la nostalgia pero que jamás pierde su tono de celebración.
“Hicimos lo que quisimos”, resume Iskowitz a mitad de camino entre la confesión y la reivindicación de una obra que el documental firmado por Piterbarg rescata y refleja en su esencia más cruda y amorosa.
Funciones: miércoles 24/4 a las 21.15 horas y sábado 27/4 a las 18.50 horas en la sala 2 del Centro Cultural San Martín.
La agenda musical del BAFICI: días, horas y lugares
Más allá de “Fuck You! El último show” y “Cenizas y diamantes”, la agenda musical del BAFICI será inaugurada por Mogwai: If the Stars Had a Sound, película de Anthony Crook que va desde los inicios de la banda escocesa, en los 90 hasta la creación de su décimo álbum durante el confinamiento obligado por el Covid 19 (jueves 25 a las 16:30 en Complejo Gaumont).
Por su parte, Sobrevive la música, un documental sobre el rock en Paraguay, del chaqueño Luis Bogado explora un terreno poco conocido que comenzó a ser recorrido a mediados de los años 60, cuando en el país vecino surgieron músicos que se abrieron camino en un país en dictadura. Manifestaciones que sentaron las bases para que las siguientes generaciones forjaron lo que hoy es conocido como rock paraguayo (sábado 27 a las 16.30 en Cinepolis Plaza Houssay; domingo 28 a las 16.30 en Cinépolis Plaza Houssay).
La importancia de llamarse Ernesto y la gilipollez de llamarse Eric, de César Martínez Herrada, retrata según resume Damián Damore, la fascinante vida del baterista Eric Jiménez, el niño con tantas ganas de tocar el tambor que terminó desfilando con los falangistas y, cuatro o tal vez seis millones de golpes después, se convirtió en leyenda con KGB, Lagartija Nick y sobre todo Los Planetas (sábado 27 a las 19.50 en Cinepolis Plaza Houssay).
En Señor Jazz, la película de Carlos Inzillo, Federico Sotelo y Javier Hornos rinden un merecido homenaje a uno de los mayores referentes culturales del jazz en la Argentina, creador y coordinador de Jazzología, ciclo de conciertos que se realizan todos los martes en la Ciudad de Buenos Aires desde 1984 (jueves 25 a las 16.20 en Cacodelphia; sábado 27 a las 22 en Cacodelphia).
“Doce años después de la efervescente Creo que te amo, los 107 Faunos vuelven a hacer (a ser) cine. Desinteligencia artificial, de Gastón Olmos, acompaña a los paladines platenses del indie en la investigación, entre detectivesca y patafísica, de un suceso misterioso registrado en uno de sus shows”, describe Esteban Rial (jueves 25 a las 21.40 en CCSM 1; sábado 27 a las 21.40 en CCSM 1).
Luis Hitoshi Díaz captura de primera mano todo lo que sigue siendo el punk vivo, sucio, furioso y sin hashtags que refleja la banda mendocina Motochorros en Moto qué?!!... MOTOCHORROS. (domingo 21 a las 15.10 en Cacodelphia).
Un grupo de artistas lleva a cabo una residencia creativa en un estudio de grabación ubicado en el medio de la sierra cordobesa. Como resultado del trabajo colaborativo y exploratorio, logran un material musical que amplía los bordes de los géneros musicales. Esa es la experiencia que refleja el equipo Lumiton Usina en Diario de sesiones serranas (domingo 21 a las 21.20 en CCSM 1; viernes 26 a las 13 en Cinépolis Plaza Houssay).
La historia de Elkin Ramírez, el exponente más importante del rock colombiano, que durante 32 años lideró Kraken, banda que grabó su último álbum mientras Ramírez combatía un tumor cerebral, es la protagonista de El Titán, de Alexander Giraldo (jueves 25 a las 18.20 en Cinépolis Plaza Houssay; viernes 26 a las 21.55 en Cinépolis Plaza Houssay; sábado 27 a las 21.30 en Complejo Gaumont).
Luiz Melodia - No coração do Brasil, de Alessandra Dorgan es presentada como la película definitiva sobre Luiz Melodia, uno de los más grandes cantantes y compositores de Brasil, a menudo pasado por alto. Con material de archivo nunca antes visto, cuenta sus comienzos en la favela y cómo se convirtió en una de las figuras más destacadas de su país (miércoles 24 a las 21.15 en CCSM 1; jueves 25 a las 19.05 en CCSM 1; viernes 26 a las 16.30 en Sala Leopoldo Lugones).
En La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar, Fito Páez habla de Cuba, el país mitológico que lo adoptó como uno de sus íconos en los 80. Fito recuerda sus primeras visitas, su amistad con Pablo Milanés, la comunión con el clima cultural y político de la ciudad, pero también ejercita una mirada crítica sobre episodios como el desastre del Período Especial y el fusilamiento de balseros (sábado 20 a las 22 en Complejo Gaumont; viernes 26 a las 19.20 en Complejo Gaumont).
Finalmente, la sección Rescates del Festival pondrá en pantalla la realización de Bebe Kamin Adiós Sui Generis”, que refleja lo sucedido durante la despedida del dúo integrado por Charly García y Nito Mestre, el 5 de septiembre de 1975 (domingo 28 a las 19.45 en Complejo Gaumont).