Ir a Strand estaba primero en la lista. Lo había recomendado una colega en su columna dominical. “Ahora resulta que leer se volvió sexy – decía- o más específicamente la compañía de los libros y todo lo asociado a ellos”. Como sea, en su artículo mencionaba varias tiendas icónicas y entre ellas estaba Strand.
Confieso que, a pesar de tener familia en Nueva York, y de haber estado allí más de una decena de veces, nunca había pasado ni por la puerta del legendario templo de los libros. Inconcebible. Entonces, allá fui. Y bue. Imagínense que grande fue mi emoción cuando vi, del otro lado de la calle Brodway, un edificio de ocho pisos, ocupados por 18 millas de libros, tal como se puede leer en la marquesina roja y blanca de la planta baja del local. Crucé la calle y ví más de 20 carritos, (¿como los de los restaurantes que llevan varios platos? ¡Bueno, esos!), repletos de libros viejos, tomando fresco en la vereda. Los ejemplares se vendían por 3 o 7 dólares. Algunas , ediciones preciosas, de esas que ya no se encuentran en ningún lado. Era como de película. Solo en la calle había un millar de ejemplares a la venta. ¿Dónde habías estado todo este tiempo, Strand?
La reina independiente
Declarada en 2016 como la reina indiscutible de las librerías independientes de la ciudad, Strand es como el Louvre de los libros. Incunables, nuevos, antiguos y primeras ediciones conviven entre las extensas estanterías de la librería cuyo edificio fue declarado- en 2018- lugar emblemático de Nueva York. Son 217 los empleados que reciben a las 6000 personas que pasan por ahí cada día . Y esto sucede de lunes a domingos ,de 10 a 20, en el vecindario del East Village, a dos cuadras de Union Square. Dato importante: si queres visitar la sala de libros raros (como la llaman ellos) solo abre los sábados y domingos.
Así de mítica y famosa, Strand ha sido locación de películas y series, tales como Remember Me, protagonizada por Robert Pattinson, quien interpretó un empleado de la librería, así como Julie y Julia y Six Degrees of Separation.
Sarah Jessica Parker también pasó por la tienda en uno de los capítulos de Sex and the City y su actual propietaria, Nancy Bass Wyden, nieta del fundador y esposa del congresista de Oregón, apareció en el documental The Booksellers (2020), dirigido por D.W.Young, que trata acerca del negocio de los libros antiguos en Nueva York.
Un lugar para amar y ser amado
Strand funciona -desde 1957- en el actual edificio de la esquina de Broadway y la calle 12. Pero la historia comenzó mucho antes y en otra parte. El primer local abrió en 1927. Y lo pudo hacer gracias al inmigrante lituano Benjamín Bass y a los 600 dólares que supo conseguir, mitad prestados, mitad ahorrados. Funcionaba en la Cuarta Avenida del Greenwich Village, que en aquel entonces era conocido como el Book Row (en honor a la calle londinense), un espacio que cubría seis manzanas de la ciudad y albergaba cuarenta y ocho librerías de libros usados.
Con solo 25 años y el sueño de abrir un comercio donde los libros fueran amados y los amantes de los libros pudieran reunirse, el joven Ben hizo historia. Y lo logró. Hoy el local y las oficinas del negocio familiar ocupan cinco de los ocho pisos del edificio, valuado en 8,2 millones de dólares.
Desde hace 97 años, vende más de 2 millones de libros usados, nuevos y raros, que cubren temas que van de lo oculto y la filosofía a las finanzas y el arte. La tienda también cuenta con una amplia oferta de regalos y productos literarios, desde tazas de café, pines, libretas, bolsas de tela con inscripciones (¡algunas muy originales!) hasta señaladores, marcadores de páginas y todo tipo de objeto relacionado al mundo de la literatura. Además, organizan eventos donde suelen presentar personalidades destacadas de la cultura actual.
Si andas por ahí, no dejes de pasar. Siempre se puede descubrir alguna joyita inesperada, a precios más que razonables. Sobre todo, en los carritos que están afuera, donde todos los días, curiosos y bibliófilos dedican su tiempo a mirar – de manera hiperminuciosa- que hay de nuevo por ahí y algo más.
Así las cosas, Fred, el hijo del fundador y Nancy, su nieta, aseguran que los libros son su prioridad número uno y que a medida que el paisaje cambia y la empresa crece nunca pierden de vista sus raíces. Se declaran como una librería comunitaria que invierte en el cliente y que quiere que su experiencia de compra sea inolvidable, fácil y amena.
Según los dueños, Strand es un lugar donde se aman los libros y los amantes de los libros de todo tipo siempre son bienvenidos. Y así me sentí. Pero como todo lo bello dura poco, tuve que irme. Eso sí, con exceso de equipaje. Pero: qué otra cosa podía suceder en una visita a Strand?