Esta semana, el gobierno nacional ha decidido discontinuar el programa “Libros para Aprender”, destinado a proporcionar materiales educativos a instituciones en todo el país para el ciclo lectivo 2024. Esta suspensión afecta la distribución prevista de 14 millones de libros a estudiantes de nivel inicial, primario y secundario. El Ministerio de Capital Humano, argumentó que el mismo tenía problemas relacionados con demoras en la negociación con editoriales y cuestionamientos sobre transparencia y costos elevados de distribución han llevado a esta decisión. El programa, establecido en noviembre de 2021, permitía a las provincias seleccionar textos alineados con sus currículos educativos, ofreciendo una vasta selección de títulos propuestos por diversas editoriales. Ahora se genera incertidumbre sobre el acceso futuro de los estudiantes a materiales de estudio gratuitos.
En ese contexto se realizó una nueva edición de “Conversaciones urgentes”, las charlas organizadas por Filba e Infobae. Contó con la participación de distinguidos profesionales como Leandro de Sagastizábal, Carola Martínez Arroyo y Alejandro Dujovne, quienes disertaron sobre el papel de las bibliotecas públicas y la adquisición de libros por parte del Estado con la coordinación de Patricia Kolesnicov, periodista de Infobae.
Leandro de Sagastizábal, conocido por su amplia experiencia tanto en el sector editorial como en su papel al frente de la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (Conabip) durante el gobierno de Mauricio Macri, comparte su inquietud sobre la decisión gubernamental de no adquirir ejemplares este año: “los libros didácticos tienen un gran valor sobre todo en los sectores populares, donde prácticamente el único recurso educativo que tienen esos niños es un libro,” destacó Sagastizábal. Esta declaración resalta la relevancia de los textos en sectores donde el acceso a internet es limitado o inexistente, subrayando la contribución fundamental de los libros en el aprendizaje y desarrollo educativo, especialmente en contextos de vulnerabilidad.
La experiencia de países como Singapur y Finlandia en sus sistemas educativos, donde la compra de libros para alumnos alcanza el 70% y el 95% respectivamente, ejemplifica la correlación entre la inversión en recursos didácticos y la calidad de la educación. En América Latina, naciones como México, Brasil y Colombia han subrayado la importancia de las compras estatales de libros educativos, marcando una tendencia que ahora ve un retroceso en Argentina.
La problemática no se limita a la falta de material didáctico, sino también al impacto sobre el sector editorial que, según Sagastizábal, enfrenta una enorme reducción en el mercado. “Hace diez años, la Argentina tenía aproximadamente en el mercado de lo que llamamos el libro de venta privada, cuando el alumno, después de una promoción realizada en el colegio a va a una librería y compra un texto, alrededor de 4 a 5 millones de personas, hoy casi llega a un millón,” indicó, subrayando la dramática disminución de compradores y el desafío que esto representa para las editoriales locales y nacionales, incluidas algunas de relevancia como Mandioca y AZ.
Sagastizábal también criticó los argumentos utilizados para justificar la no compra de libros, entre ellos, los costos. “Los libros que se venden al Estado se venden, casi diría, que a pérdida,” explicó, abordando la cuestión de los precios bajos fijados por el gobierno y las dificultades derivadas de la inflación y la tardanza en los pagos por parte del Estado. Además, mencionó las complejidades inherentes a la producción de libros de texto, destacando que son obras costosas que requieren una amplia experiencia y colaboración con el sector docente.
Carola Martínez Arroyo, es editora y desde 2008 coordina el Plan de lectura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, plan de lectura que trabaja activamente para transformar la realidad de las bibliotecas escolares en las instituciones. Ella profundizó en el proceso de selección de los textos escolares adquiridos por el Estado, calificándolo como meticuloso y reflexivo. “Cada uno de los libros que elige cada provincia está concienzudamente elegido”, subrayó, poniendo énfasis en la dedicación y el esfuerzo depositados en estos procedimientos. Alejandro Dujovne y Leandro de Sagastizábal, también hicieron eco de la importancia de mantener vivo el programa de distribución de libros, no sólo por su impacto directo en la educación sino como un medio vital para asegurar el acceso al conocimiento y la literatura en rincones remotos del país, donde un libro de texto puede ser, para muchos estudiantes, el único contacto con la literatura.
Martínez Arroyo no ocultó su preocupación por las consecuencias de la suspensión del programa “Libros para Aprender”, haciendo notar que “para una familia eso hoy es imposible”, refiriéndose a los altos costos de los libros didácticos que pueden oscilar entre los 15.000 y los 18.000 pesos. Dicha situación pone de relieve una realidad agobiante para muchas familias argentinas, enfrentadas a la disyuntiva de cubrir gastos básicos o invertir en la educación de sus hijos. Esta coyuntura, además, podría precipitar una disminución significativa en la variedad editorial, afectando no solamente a los libros didácticos sino también mermar la diversidad de textos disponibles para niños y jóvenes.
A través de las voces de los expertos reunidos en “Conversaciones urgentes”, se pone de manifiesto la complejidad de la cadena que conduce a la selección, adquisición, y distribución de textos escolares en el país. Destacan, asimismo, las barreras estructurales inherentes al sistema de compras estatales que, según Martínez Arroyo, es conocido por sus retardos, señalando que “el Estado siempre está atrasado”, y que los cambios de gestión suelen repercutir negativamente en la efectividad y eficiencia de estos programas. Este contexto subraya la indispensable necesidad de repensar y optimizar los mecanismos de gestión y distribución de recursos educativos, para garantizar que los libros y otros materiales didácticos lleguen a tiempo a las manos de los estudiantes y docentes.
En estas disertaciones se abordó la importancia de las bibliotecas públicas y la adquisición estatal de libros. Alejandro Dujovne, doctor en Ciencias Sociales e investigador de CONICET, destacó que la situación actual refleja un “quiebre de un consenso” sobre el valor del libro en la sociedad, argumentando que es necesario revivir y fundamentar la importancia de la compra pública de libros para reforzar la educación y la cultura.
“El libro como una forma de construcción de ciudadanía y de igualdad de oportunidades”, es uno de los conceptos históricos mencionados por Dujovne, que refleja la idea de Domingo Faustino Sarmiento respecto a promover una educación pública igualadora y el acceso a la lectura en todo el territorio. Según Dujovne, la discusión contemporánea debe centrarse no solo en por qué el Estado “debería gastar plata en libros”, sino también en cómo recuperar y valorar la tradición de apoyo a la lectura y la educación como herramientas de desarrollo social y económico. Esto implica reavivar la idea de libros accesibles para todos, una noción que parece estar en jaque en el contexto actual.
Carola Martínez Arroyo destacó la relevancia de las bibliotecas escolares como ejes centrales en el proceso educativo: “Las bibliotecas escolares son los grandes centros neurálgicos de las escuelas,” enfatizando la capacidad multiplicadora de cada libro adquirido por el Estado que se encuentra en estas instituciones. Martínez Arroyo señaló cómo, a través de la formación de docentes en el uso efectivo de estos recursos, se maximiza su impacto, argumentando enérgicamente que “los libros en las escuelas son el mejor dinero gastado”.
Por su parte, Alejandro Dujovne abordó el tema desde una perspectiva internacional, refiriéndose a la experiencia de Suecia con la digitalización en la educación. Según Dujovne, el retorno al libro físico en el país escandinavo surgió como respuesta a una disminución en las capacidades lectoras y cognitivas de los alumnos, evidenciando así el valor intrínseco del material impreso en el proceso de aprendizaje.
Leandro de Sagastizábal llamó la atención sobre la necesidad de adoptar un enfoque más integrador y crítico respecto a la política de adquisición de libros por parte del Estado. Propuso reflexionar sobre el ciclo de vida de los libros después de su compra, sugiriendo la creación de redes de lectura que involucren a padres, docentes y bibliotecarios para asegurar un uso efectivo de los mismos.
La suspensión del programa “Libros para Aprender” y el debate suscitado en “Conversaciones urgentes” reflejan la complejidad y la urgencia de abordar el rol del libro impreso en la educación. Mientras profesionales y activistas del ámbito educativo y cultural abogan por políticas que aseguren la continuidad y el acceso a recursos de calidad, queda claro que la colaboración entre el Estado, las editoriales y la sociedad es fundamental para enfrentar los desafíos presentes y futuros en la educación.
“Conversaciones urgentes” aspira no solo a servir como un espacio para discutir temas relevantes, sino también a fomentar un compromiso activo por parte del público, destacando la necesidad de comprender antes de tomar acción y promover el pensamiento crítico en comunidad sobre la interconexión entre la cultura, la ciencia y el Estado. Su objetivo es explorar caminos hacia el entendimiento mutuo y la acción constructiva.
* Las charlas anteriores de “Conversaciones urgentes” se pueden revivir clickeando acá.
[Fotos: Franco Fafasuli]