En un entorno marcado por la opresión y la violencia machista de la posguerra, surge Siempre habrá un mañana, una obra cinematográfica que se erige como un faro de esperanza y resistencia. Dirigida y protagonizada por Paola Cortellesi, esta película no solo ha conquistado el corazón del público, sino que también ha arrasado en festivales y premiaciones, consagrándose como Película del Año por el Sindicato Italiano de Periodistas, además de recibir el aplauso unánime en el Festival de Cine de Roma y en el Festival de Cine de Gotemburgo.
Su inspiración surge de la cotidianidad y las luchas silenciadas, aquellas historias femeninas marcadas por la resiliencia ante la adversidad. Al adentrarse en la historia de los derechos de las mujeres en un libro que le leyó a su hija, Cortellesi encuentra en la figura de Delia, la protagonista, un símbolo de redención y esperanza.
La trama se centra en Delia, interpretada magistralmente por Cortellesi, quien vive oprimida bajo el yugo de un marido violento y un suegro despótico. Confinada en su hogar, Delia ve en el matrimonio de su hija mayor, quien representa la posibilidad de un cambio generacional que quizás ofrezca mejores oportunidades para las mujeres. La historia se desarrolla en la Italia de la posguerra, en los años 40, una época donde el patriarcado imponía su ley sin cuestionamientos, en un país tratando de sanar las heridas dejadas por la Segunda Guerra Mundial.
A través del film, Cortellesi busca rendir homenaje a aquellas mujeres invisibilizadas por la historia, que aceptaron vidas de sumisión marcadas por la sociedad. Sin embargo, la película es también un canto de rebeldía y esperanza; la llegada de una misteriosa carta enciende en Delia el coraje necesario para imaginar un futuro mejor, no solo para ella sino para las generaciones futuras.
El elenco, compuesto por figuras como Valerio Mastandrea, Romana Maggiora Vergano y Emanuela Fanelli, brinda una actuación sublime, transmitiendo con cada gesto la complejidad de sus personajes. La dirección de Cortellesi, junto a un guion coescrito con Furio Andreotti y Giulia Calenda, teje una narrativa que oscila entre el drama y la comedia, explorando la opresión y la resistencia con una honestidad brutal y un toque de humor inesperado.
La película no sólo es un homenaje a aquellas mujeres que vivieron en la sombra del patriarcado, sino también un reconocimiento a todos aquellos que, tras bambalinas, creyeron y contribuyeron a este proyecto: “Tuve la confianza de cada departamento artístico y técnico, de un equipo excelente que trabajó cada día con cuidado y pasión, de un elenco portentoso hasta en el más pequeño papel, capaz de cambiar de registro con una asombrosa agilidad.”
—¿Cómo fue entrar en esta nueva aventura como directora?
—La película nació por el deseo de tratar este argumento sobre el patriarcado y la lucha de las mujeres. Me pareció importante tratarlo en forma directa, ya que en Italia es un problema, desde el punto de vista de la violencia doméstica como también de los femicidios que lamentablemente son muy frecuentes. Me inspiré en las historias que me contaban mis abuelas y mis tías, no eran las historias necesariamente de ellas, sino también de otras mujeres. Sin embargo, quise hacerlo de una forma contemporánea para mostrar qué es lo que cambió de esa época, pero también qué es lo que no fue superado. Al ser mi primera experiencia como directora, fue muy importante poder formar un equipo con aquellas personas con las que había trabajado tan bien, tanto como actriz como guionista. Todos los repartos se involucraron mucho y fue maravilloso, no solo porque trabajaron de forma excelente por ser grandes profesionales, sino porque también pusieron las ganas de querer contar esta historia. Fue uno de los más armoniosos sets de trabajo que tuve en toda mi carrera.
—¿Por qué elegiste protagonizar además de dirigirla?
—En un primer momento, había pensado sólo en dirigirla, pero la producción, al ver que había propuesto una película que tenía tres características particulares que eran: hacerla en blanco y negro, de época y sobre un argumento tan difícil, me propuso que la protagonizara, ya que era soy una actriz muy conocida. Fue un gran esfuerzo hacerlo, pero muy agradable y positivo.
—Si bien es una historia muy dura y decidiste incluir toques de comedia y de música. ¿Qué te llevó a hacerlo?
—El lenguaje humorístico estuvo siempre presente en mi trabajo como actriz, pero también como guionista y autora. Sobre todo porque escribo siguiendo un poco los esquemas de la comedia italiana, que es lo que más realicé. Además, un argumento dramático no tiene que ser tratado sólo de esa manera y excluir lo ridículo o el humor. En estas viejas historias que me contaban mis abuelas estaba presente el humor, la ingenuidad y lo ridículo. En definitiva, en la vida también está presente esa veta, entonces me parecía más real incluir elementos de humor para que fuera más real. Así, se logra conducir al público hacia un argumento que de otra forma sería mucho más pesado.
—En la Argentina, durante la Semana de Cine Italiano agotó todas las funciones, ¿cómo estás viviendo todas las repercusiones que tuvo la película tanto en Italia como en diferentes países?
—No lo puedo creer. Estoy superada por la repercusión que ha tenido la película no solo en Italia, sino también en otros países de Europa y América, donde pude viajar para presentarla. Esto que me ha sucedido es algo que no pasa a menudo, lo vivo con mucha sorpresa y como un privilegio, ya que es mi primera película. Estoy feliz y espero que sea un estímulo para seguir trabajando y mejorando.
—La temática principal de la película aborda el patriarcado y los derechos de las mujeres, muestran cosas del pasado que ahora se vuelven a ver con el avanza de las ultraderechas en Europa y en otros continentes. ¿Creés que más que nunca son necesarios relatos como el tuyo?
—Hice esta película porque quise hablar de esas mujeres desconocidas que no tenían una conciencia política, como en el caso de Delia que obra por instinto para defender a su hija, sin embargo también quiere ir a votar. Pero en esa época también había mujeres valientes, mujeres muy conocidas que tuvieron roles muy importantes. Una de ellas, Nilde Iotti, que es una de las madres de la Constitución italiana, que es la primera presidente de la Cámara de Diputados allá. Ella nos enseñó que los derechos no son eternos, hay que defenderlos permanentemente. Si bien el derecho al voto es una gota en el mar, hay que defenderlo. Con sorpresa, en Italia, la gente no va a votar, hay mucha deserción. Habría que recordar que hay muchas personas que dieron la vida por esos derechos y que hoy no lo estamos ejerciendo debidamente.
—Me imagino que muchas personas se acercaron a contarte sus historias después de las funciones...
—Eso fue el regalo más bello, además de todos los récords de los que se pueda hablar de la película. Hablar al final de las proyecciones con las personas fue lo mejor que me dejó esta película. De hecho, el 45% de los espectadores fueron hombres. Hablaron conmigo en las preguntas y respuestas pero también entre ellos. Eso es lo más valioso, es muy importante para mí. Algunos ancianos llegaron y me contaron sus historias con rasgos similares. A su vez, las jóvenes quisieron conversar sobre las diferencia que existe entre géneros aún hoy, donde dejaron sedimentado en el lenguaje y en el mundo del trabajo. Cada uno tomó una parte de esa historia para su vida y la llevó al presente. La sala cinematográfica da la posibilidad de vivir una una experiencia hermosa porque uno pertenece por un rato a una comunidad en la que reímos y lloramos juntos ante los mismos estímulos. Algo que, en general, no sucede por discreción o por desconfianza. La gente se animó a compartir sus historias a partir de la película también.
—El gobierno argentino actual manifiesta un rechazo evidente hacia la cultura, en especial al cine, desestimando lo importante que tiene, ¿por qué es crucial que cada país tenga su propia cinematografía?
—Como italiana conozco la realidad en la que vivo, la evolución de su historia y sus costumbres. Por esa razón, cada país tiene que contar su propia historia. La cultura, a través de todas sus formas, son medios necesarios para elaborar un pensamiento crítico que incluso pueda llevar a pensar lo contrario a lo que se trata de difundir. Pero justamente para combatir que exista un pensamiento único, un país libre tiene que tener muchas voces, muchos puntos de vista.
*”Siempre habrá un mañana”, de Paola Cortellesi se estrena el jueves 11 de abril en las salas argentinas