Tango, identidad argentina y vanguardia: El Quinteto Negro La Boca y su revolución musical

La agrupación, que desafía convenciones, revitaliza el género y abre nuevas puertas en la escena musical contemporánea, está presentando su último disco “Cicatrices”

"Cicatrices", de Quinteto Negro La Boca

El tango es parte de la identidad argentina. Y al vesre: la Argentina es parte de la identidad del tango. El tango es un emergente. Aparece de contrabando en las relaciones personales, en la familia, el trabajo, en el cartel de Los Inmortales, en el rock, en la música urbana, en el folklore, en el Colón y en las calles de San Telmo. El tango te espera, dicen: todos sabemos que esa frase es completamente verdadera. Siempre hay un momento en el que se abre una puerta y uno entra en ese universo tan vasto en el que conviven Goyeneche, Ada Falcón, Troilo, Piazzolla, Rivero, Sosa, Gardel.

Pero el tango es mucho más que el recuerdo de los jóvenes de ayer. Hay un tango que vive y late y tiene mucho para decir. El Quinteto Negro La Boca está entre los exponentes del tango del siglo XXI: un grupo liderado por el bandoneonista Pablo Bernaba, que no reniega de la tradición, pero no se ata a los convencionalismos. Con más de quince años de trayectoria, QNLB tiene como consigna revalorar el tango como género popular, invitando al espectador a bailar, escuchar y pensar.

En su vasta y heterogénea carrera, QNLB hizo música conceptual, tangos experimentales, cruces con músicos de otros géneros como el Chango Spasiuk, Nonpalidece, 2 Minutos, Alejandro Mondelo de Las Pastillas del Abuelo, entre otros— y escribió tangos en coautoría con Osvaldo Bayer. “Nos permitimos desarticular las formaciones y variar”, dice Bernaba ahora en diálogo con Infobae Cultura.

El poder de la colaboración: Quinteto Negro La Boca y sus cruces con otros géneros

El Quinteto acaba de publicar su sexto disco, Cicatrices, que incluye la “Oda a las Huelgas Patagónicas” con la que ganaron el Premio Gardel a la mejor canción de tango de 2023. “En el escenario y en las grabaciones siempre somos más”, dice Bernaba. “Más allá de que con el tiempo fuimos incorporando cantores fijos, nacimos como un quinteto con cantores invitados. No nos atamos a ninguna convención: en un tema metemos batería, en otro lo hacemos más acústico o ponemos una línea de cuerdas y una línea de vientos. Nos permitimos eso hacer discos bien heterogéneos en cuanto a lo tímbrico y en cuanto a las orquestaciones”.

No se atan a convenciones, pero hay tu voz esa cosa muy tanguera de la garganta con arena.

—Soy un bandoneonista que se largó a cantar. Cuando uno dirige o hace un arreglo, generalmente piensa en los intérpretes con nombre y apellido y entonces trata de hacer el arreglo para esa voz. En este caso fue más sencillo porque me dirigí a mí mismo. Yo me inspiro mucho en el Polaco Goyeneche y en el último Rubén Juárez, que es más punk. Y trato de tomar cosas de otros géneros, como Tom Waits o Louis Armstrong. Son voces de garganta con arena. Yo las llamo voces negras, voces rotas, voces que rompen.

El rock argentino abreva mucho en el tango, pero ¿el tango se deja influenciar por el rock?

—Mi generación, la camada del tango del siglo XXI que en algún se llamó el tango joven, supo romper con los pruritos. Algunos grupos más, otros menos. El tango es muy heterogéneo y hay mucha producción. Hay algunos grupos más tradicionales, que están más sujetos a un post-piazzollismo, que a su manera es tradicional, pero también hay mucha ruptura desde el rock y otros géneros. Surgieron orquestas que apuestan a las composiciones nuevas, a los arreglos propios. También hay mucho cover. Nosotros venimos más del arreglo propio, de los temas propios. Lo digo sin crítica: en el tango vas a encontrar un tradicionalismo que trata de mantener una mímesis con el pasado y hay otro tango que, como fue el tango en su esencia, se nutre de otros géneros, de otros elementos.

Cicatrices: el último álbum que redefine los límites del tango

Te preguntaba lo anterior por los discos Cruces urbanos, que grabaron con músicos de otros géneros. ¿Cómo cambiaron tu manera de llegar al tango?

—Esos discos tenían el objetivo que te decía antes. En Tangos libertarios —que, bueno, ahora tengo una sensación de paradoja con el nombre— teníamos como hilo conductor hacer un disco conceptual, algo raro para el tango en su momento. Hablo de hace diez años; no había muchos discos conceptuales en el tango. Ese disco nos permitió liberarnos de cierta dificultad musical y ahí empezamos a romper con la instrumentación y a hacer cruces sin querer queriendo. Con esa soltura nos cruzamos con Malena D’Alessio, de Actitud María Marta, con la murga Falta y Resto, con Limón García y Nonpalidece, 2 Minutos, con Antonio Ríos, Miss Bolivia… Bueno, fueron muchísimos. El concepto del disco eran esos cruces, porque el tango venía versionando otros géneros, pero nosotros hicimos versiones con los artistas. Hicimos “Nunca me faltes” con Antonio Ríos y “Tristeza” con el Chango. Más allá de que era nuestro disco, intercambiamos horizontalmente. Y como nos quedamos cortos con un disco, salieron dos.

¿La gráfica es de Rocambole?

—Sí, se copó. Todo esto fue gracias a que la gente se copó. Hay que aclararlo porque no teníamos ninguna superproducción. Estamos siempre muy agradecidos con eso.

¿Cómo se manejan con el lenguaje? Yo siento que en Cicatrices tiene mucha presencia el lunfardo.

—Puede ser… Yo no lo veo tan así. ¿Dónde lo ves?

En “Almitas de yotivenco”, por ejemplo, que “yotivenco” es como una referencia antigua.

—Difiero con vos porque, acá, en La Boca, donde vivo, y en Dock Sud, donde trabajo, hay muchos conventillos. Es verdad que el término viene de antaño, pero yotivenco es un término muy común. Hay términos que son parte del lenguaje del tango, pero no siento que nosotros seamos grandes lunfarderos. Lo cual no estaría mal. No es nuestra característica. Hay otros grupos que son mucho más del lunfardo, pero nosotros, como te decía antes, no nos atamos a esas cuestiones. Puede que la traigamos de adentro, pero no la pensamos. De hecho hay muchos términos que aparecen expuestos sin ningún tipo de lunfardo.

La portada del nuevo álbum del Quinteto Negro La Boca

Quería preguntarte por el origen de la “Oda a las Huelgas Patagónicas”, que recupera también algo muy importante del tango, como es la dimensión política.

—La estética política es una característica nuestra. No digo que sea exclusivamente nuestra porque en el tango del siglo XXI hay bastante tensión política, pero en todo caso en nosotros está exacerbada. La “Oda” es la finalización de un recorrido que comenzamos con Osvaldo Bayer en 2010. El primer tema que hicimos con él fue una milonga sobre Severino Di Giovanni. Después él vino a algunos vivos nuestros y escribió letras para Tangos libertarios. Osvaldo nos fue vinculando con los distintos actores sociales de la Patagonia y, de alguna manera, nos hicimos un referente musical como Arbolito puede serlo en el folklore. Cuando se cumplieron cien años de los hechos de la Patagonia Trágica preparamos un concierto que se hizo a fines de 2021 —se atrasó por la pandemia— y ahí compuse la “Oda”.

¿Tocaron en Calafate?

—Sí, tocamos en la Estancia Anita, donde fue la mayoría de los fusilamientos. Tocamos en medio del viento patagónico. La “Oda” es un cierre a todo un trabajo. Nos marcó mucho el cruce con Osvaldo y nos depositó en un espacio de tensión estético-política. Es un lugar en el que decidimos estar, y ese cruce no es el único. Por ejemplo, hicimos “Los nadies”, que es una letra que Eduardo Galeano me permitió musicalizar.

Quinteto Negro La Boca está llevando el tango a nuevos horizontes con su enfoque fresco y experimental

En ese camino, hay un tema de Cicatrices que es sobre Videla: “Que te vomite Dios”. Ese tango rompe con la propia estética del disco, porque mientras los demás mantienen un tono más poético, este es más crudo, visceral. ¿Cómo fue esta canción?

—Es el único de nuestros temas que tiene la letra “E” en Spotify, que tiene que ver con los improperios. Lo compuse en 2018, cuando se iban a cumplir cinco años de la muerte de Videla. Es un tema que me costó. En su momento lo consulté con Hebe [de Bonafini], con Nora Cortiñas. Necesitaba cierto aval, entre comillas. Es un personaje que, con lo nefasto que fue, no se le han hecho temas. Tampoco en el rock.

Muy pocos. Me parece que Charly hace una mención en “Demoliendo hoteles”.

—Por eso, no tenía un tema personalizado. “Que te vomite Dios” dice nombre y apellido: Jorge Rafael Videla. Nosotros hicimos “Chau Falcón, gracias a Simón”, también el tango a Varela. Es decir, veníamos con la tradición de putear al tirano. Y dentro de esta cuestión, nos parecía que Videla había hecho muchos méritos para ser aborrecido. Entonces, como decía, consulté con gente para sentir cierto respaldo en la cuestión. Y con respecto a la cuestión artística decidí que el personaje no merecía ni la piedad de la metáfora.

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