Este 31 de marzo se cumplen 109 años del nacimiento del poeta y ensayista Octavio Paz, quien, con su obra El Laberinto de la Soledad, obtuvo el galardón literario más prestigioso del mundo.
Paz fue un ensayista, poeta, diplomático, que con su obra “El Laberinto de la Soledad”, presenta una especie de explicación de las actitudes más sobresalientes del ser mexicano, retomando las etapas históricas como la Conquista, la Colonia, la Reforma, la Revolución y lsu propia época.
A lo largo de nueve capítulos, la obra de Paz logra mostrar el actuar mexicano, “en todas sus dimensiones, de frente y de perfil, en su pasado y en su presente, el mexicano resulta un ser cargado de tradición que, acaso sin darse cuenta, actúa obedeciendo a la voz de la raza” (El Laberinto de la Soledad).
No solo se quedó en el género ensayo, sino también se adentró demasiado a la poesía, del cual, en 1943, tuvo oportunidad de viajar a España donde conoció a Pablo Neruda (1904-1973) y años más tarde se incorporó al servicio diplomático mexicano, donde se trasladó a Francia y escribió “El laberinto de la Soledad”.
En cuanto a su poesía, Paz la dividió en tres fases: busca penetrar través de la palabra, mantener el realismo y el impulso con lo oriental y priorizar el erotismo y conocimiento.
En su libro El arco y la lira hace una vasta referencia a lo que es poesía, “Hay máquinas de rimar, pero no de poetizan Por otra parte, hay poesía sin poemas”. Diferenciarlos, como dice, de poesía y poema haciendo referencia a Aristóteles para explicar que “nada hay de común, excepto la métrica, entre Hornero y Empédocles; y por esto con justicia se llama poeta al primero y fisiólogo al segundo”.
De igual forma, en el libro explica el acto poético y las diferencias que existen de las experiencias colindantes y así muestra cómo ese “acto irreductible” penetra en el mundo.
“Un poema puro sería aquél en el que las palabras abandonasen sus significados particulares y sus referencias a esto o aquello, para significar sólo el acto de poetizar —exigencia que acarrearía su desaparición, pues las palabras no son sino significados de esto y aquello, es decir, de objetos relativos e históricos”.
Ante ello, menciona Paz que lo que caracteriza al poema es “su necesaria dependencia de la palabra tanto como su lucha por trascenderla”.
“Esta circunstancia permite una investigación sobre su naturaleza como algo único e irreductible y, simultáneamente, considerarlo como una expresión social inseparable de otras manifestaciones históricas” (128p).
Ante la explicación de lo que para él se refiere la poesía, dejamos los primeros fragmentos de cinco poemas que escribió el autor, considerados los más importantes de su carrera.
¡No Pasaran! (1936)
“Como pájaros ciegos, prisioneros,
como temblantes alas detenidas
o cánticos sujetos,
suben amargamente
hasta la luz aguda de los ojos
y el desgarrado gesto de la boca,
los latidos febriles de la sangre,
petrificada ya, e irrevocable:
No pasarán”.
Piedra del sol (1951)
“Un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
un caminar tranquilo
de estrella o primavera sin premura,
agua que con los párpados cerrados
mana toda la noche profecías,
unánime presencia en oleaje,
ola tras ola hasta cubrirlo todo,
verde soberanía sin ocaso
como el deslumbramiento de las alas
cuando se abren en mitad del cielo”.
Salamandra (1962)
“(negra
armadura viste el fuego)
calorifero de combustión lenta
entre las fauces de la chimenea
-o mármol o ladrillo-
tortuga estática
o agazapado guerrero japonés.
Y una u otro
—el martirio es reposo-
impasible en la tortura”.
Viento Entero (1965)
“El presente es perpetuo
Los montes son de hueso y son de nieve
están aquí desde el principio
El viento acaba de nacer
sin edad
como la luz y como el polvo
Molino de sonidos
el bazar tornasolea
timbres motores radios
el trote pétreo de los asnos opacos
cantos y quejas enredados
entre las barbas de los comerciantes
alto fulgor a martillazos esculpido
En los claros de silencio
estallan
los gritos de los niños
Príncipes en harapos
a la orilla del río atormentado
rezan orinan meditan”.
Árbol adentro (1987)
Creció en mi frente un árbol.
Creció hacia dentro.
Sus raíces son venas,
nervios sus ramas,
sus confusos follajes pensamientos.
Tus miradas lo encienden
y sus frutos de sombras
son naranjas de sangre,
son granadas de lumbre.
Amanece
en la noche del cuerpo.
Allá adentro, en mi frente,
el árbol habla.
Acércate, ¿lo oyes?”