Tres películas latinoamericanas, de Chile, México y Cuba, permiten esta semana abordar de maneras distintas el debate sobre la memoria histórica y la posibilidad del perdón en el Festival Cinelatino de Toulouse, que se cierra el sábado.
Aullido de invierno, en competición, ha sido dirigida por el chileno Matías Rojas, que vuelve a abordar el tema de la Colonia Dignidad, fundada en 1961 por el alemán Paul Schäfer, pedófilo y colaborador del régimen pinochetista. La película es mitad documental y mitad obra de ficción. En su primera parte, Rojas retrata la vida de dos supervivientes de ese enclave sectario, Ingrid y Franz. Ella es de familia alemana, él chileno, recogido y abusado por Schäfer y sus compinches.
Ambos hablan entre sí en alemán, viven ahora en la Patagonia, se aman finalmente en su vejez tras haber convivido en la colonia durante años, como “esclavos” según sus propias palabras. “¿Cuántas veces se tiene que contar una historia para que nunca sea olvidada?” se pregunta Ingrid al inicio de la cinta. Matías Rojas considera que Chile no ha enfrentado de forma honesta ese pasado. “Lo que yo he podido observar en mis 40 años de vida en este país es que hay una como una predisposición continua, en términos históricos, políticos, a esconder las cosas bajo la alfombra”, declara este director.
Pero a nivel internacional el tema ha recibido atención: en 2015 se estrenó Colonia, filmada por Florian Gallenberger y protagonizada por Emma Watson y Daniel Brühl.
¿Justicia o perdón?
La masacre de estudiantes de octubre de 1968 en la plaza Tlatelolco de México también ha tenido sus versiones cinematográficas. No nos moverán, película en competición del mexicano Pierre Saint-Martin Castellanos, decide abordar el tema desde la comedia negra -y en blanco y negro.
El primer largometraje del director narra la obsesión de una abogada de 67 años, Socorro (interpretada con maestría por Luisa Huertas), por hallar a un policía responsable de la muerte de su hermano. ¿Justicia o perdón? Pierre Saint-Martin responde cinematográficamente con grandes dosis de sensibilidad y serenidad, en buena parte porque la historia de Socorro es la de su propia madre.
“Yo me crié con muchos conflictos internos en casa. Y muchos de los conflictos tienen que ver con alguien que se cree portador de la verdad”, explicó y agregó: “Hay que aprender a soltar el dolor. Nos aferramos mucho a él, por un sentimiento de culpa”.
El caso Giroud
El cineasta cubano Pavel Giroud recibió clandestinamente la filmación de la confesión que en 1971 hizo el poeta y periodista Heberto Padilla, y de ese material hizo un documental, El caso Padilla, estrenado hace dos años.
Detenido e interrogado durante cerca de un mes por declaraciones que el régimen castrista consideraba contrarrevolucionarias, Padilla escenificó una confesión pública en la sede de la Unión de Escritores y Artistas que causó un enorme impacto en América Latina.
Pavel Giroud tiene un punto de vista similar al del chileno Matías Rojas sobre la necesidad de exigir cuentas por el pasado, pero también por el presente. “No ha habido ninguna respuesta oficial a mi documental. Hay un silencio absoluto”, explica en conversación telefónica este realizador afincado en España y señala: “Yo creo que está habiendo más represión que nunca. Hay más prisioneros políticos que nunca” en Cuba.
Contrariamente a sus colegas cineastas de Chile o México, Giroud no pudo filmar ninguna escena en Cuba para El caso Padilla, ni puede volver a la isla para sus próximos proyectos. “Claramente me han indicado que ni se me ocurra volver”, asegura. El caso Padilla forma parte de un ciclo de películas cubanas en el festival Cinelatino. La gran mayoría de esas obras pertenecen a autores que tuvieron que abandonar la isla.
Fuente: AFP