Un estafador argentino, dos años y 111 días de misterio y récord de visitas en el Louvre: cómo fue el robo de La Gioconda

El reconocido escritor argentino Franco Vaccarini vuelve a escribir para el público infantil sobre el espectacular caso real que involucró el cuadro más famoso de Leonardo Da Vinci en 1911

Guardar
Franco Vaccarini vuelve sobre el caso real del robo de La Gioconda, de Leonardo Da Vinci, en su libro "El robo de la Mona Lisa". (Gentileza VyR Editoras)
Franco Vaccarini vuelve sobre el caso real del robo de La Gioconda, de Leonardo Da Vinci, en su libro "El robo de la Mona Lisa". (Gentileza VyR Editoras)

El cuadro más célebre de la Historia universal, Leonardo Da Vinci, un estafador argentino, el Museo Louvre y un robo. ¿Interesante? La historia tiene todos los elementos para llamar la atención. Durante dos años y 111 días, La Gioconda, la pintura más icónica, la de la sonrisa enigmática, desapareció. El hueco en la pared del museo se volvió un furor, generando un récord de visitas, y la Mona Lisa -o su falta- se convierte en celebridad.

Sobre este fascinante caso real vuelve Franco Vaccarini en su nuevo libro El robo de la Mona Lisa. Con este libro, editado por VyR Editoras, el reconocido escritor vuelve a las historias para jóvenes lectores e inaugura la colección “Una historia de la historia”, en la que cada entrega parte de un hecho histórico para ficcionalizarlo.

“Como buen policial y como lector de policial, la atracción que tiene el género es que ordena el mundo en un mundo tan caótico y tan fragmentado”, dice Vaccarini en diálogo con Infobae Leamos sobre la novela en la que un detective junto a un joven copista deben resolver quién se llevó el cuadro y por qué. Aunque sepamos el final de antemano, El robo de la Mona Lisa propone recordar el delito internacional más insólito del mundo, que involucró al argentino Eduardo Valfierno ― el mismo a quien Caparrós, fascinado por el estafador que se hacía pasar por marqués, decide “inventarle la vida al gran falsificador” en el libro Valfierno.

El hueco en la Galería Carre del Museo del Louvre en París, donde era exhibida La Gioconda.  ©Mary Evans Picture Library / The Image Works
El hueco en la Galería Carre del Museo del Louvre en París, donde era exhibida La Gioconda. ©Mary Evans Picture Library / The Image Works

Hay una particularidad en este libro de Vaccarini, que lo diferencia de las demás novelas juveniles de su autoría. ¿Cuál? “El híbrido con la historieta, con la novela gráfica, que es parte del signo de los tiempos”, dice, haciendo referencia a las ilustraciones de Jimena Tello.

“La novela gráfica tiene una preponderancia ahora que no tenía antes: menos texto, más imagen, pero una imagen que, a su vez, dice muchísimo y resume un montón de cosas”, advierte.

Entonces, ¿quién se llevó la Mona Lisa? Esa es una respuesta para descubrir con los lectores más chicos de casa, de la mano de Vaccarini y Tello.

El robo de la Mona Lisa es un libro para chicos y jóvenes lectores, ¿por qué comenzar una colección con la narración de un delito, con el género policial?

―Como buen policial y como lector de policial, el policiales, la atracción que tiene es que ordena el mundo en un mundo tan caótico y tan fragmentado. Un crimen, un delito, tiene que verse resuelto en la vida real. Muchas veces no se resuelven y todos nos aliviamos cuando hay alguno que sí se resuelve. De alguna manera ves reflejado un orden que en la realidad no existe. O sea, primero sucede el desorden, el delito, se infringe la ley, pero al final hay un señor, un inspector, un periodista, o algún personaje se va a encargar de llevar adelante una investigación y de armar el rompecabezas. Y uno piensa: “por lo menos esto se ordenó”.

Tapa de "El robo de la Mona Lisa", de Franco Vaccarini (VyR Editoras)
Tapa de "El robo de la Mona Lisa", de Franco Vaccarini (VyR Editoras)

―En un pasaje del libro, uno de los personajes dice “el museo era del Estado, es decir, de todos los ciudadanos”... ¿cómo resuena eso hoy?

―Estamos viviendo una época ignominiosa donde se confunde a las personas con el Estado. El Estado organiza, ordena, apoya. Esa retórica de un país sin Estado solo nos puede llevar a la ley de la selva. Y el ataque masivo a la cultura solamente se puede entender desde el punto de vista de querer ciudadanos inermes, acríticos, sometidos a la ley del más fuerte. En ningún lado del mundo se considera que el Estado es un criminal o que cobrar impuestos, que haya hospitales, escuelas públicas está mal. Esa exageración proviene de la enorme crisis inflacionaria que tiene este país y que va corrompiendo todas las lealtades. Y se va pauperizando a la sociedad.

En otro pasaje del libro, el personaje de Didot le pregunta a su ayudante qué es para él el arte. Éste le contesta que es “un orfanato”, ¿cómo es esta idea?

―Esa es una frase que la escribí desde esa certeza, de que no podía hacer otra cosa que escritor y que todo lo demás es orfandad. Tal vez estuvo vinculado a que yo desde los 13 años me fui de mi casa porque provengo de una familia campesina. Y ya desde los 13 años no vivo con mis padres. Y esa sensación de de que tus padres no estén cerca, de que te contengan y y te pongan límites yo no la tuve. Así que la libertad es un riesgo. Y casi nadie quiere romper sus cadenas, como dijo alguna vez Carlos Castaneda. Tampoco quiero decir que el arte nos libera del todo porque también tiene sus reglas. La libertad absoluta no existe.

Apollinaire y Picasso fueron sospechosos, ¿cómo llegás a eso?

Apollinaire había escrito un manifiesto en contra de los museos. Decía que el arte que había en los museos estaba muerto. Y dijo algunas frases incendiarias como que había que arrojar los cuadros al río. Supongo que eran muy jóvenes y y contestatarios. Alguna vez también se sospechó que Picasso había aceptado algunas estatuillas ibéricas que habían sido sustraídas del Louvre. Como había un desconcierto absoluto sobre quién había robado el cuadro, lo primero que se hizo fue sospechar de otros artistas que habían atacado a los museos.

Ilustraciones de Jimena Tello de "El robo de la Mona Lisa".
Ilustraciones de Jimena Tello de "El robo de la Mona Lisa".

El libro vuelve a poner el foco en el Arte y la Historia, ¿Cuál es la importancia de acercar estas disciplinas a los chicos?

―Dedicarse al arte ya es de por sí una aventura. Por un lado, las vidas de los artistas suelen ser interesantes, no convencionales. Y después, las obras de arte hacen un recorrido a través del tiempo. Algunas forman parte de la cultura global, se transforman en íconos. La Mona Lisa, con su sonrisa enigmática, con la genialidad de Leonardo, trasciende a ese status cuando fue robada del Museo del Louvre y casi tres años después, recuperada. Se convierte en una leyenda: se podría decir que la gran diosa del arte salió a pasear, estuvo en un miserable cuartucho meses y meses, pasó un ratito por Italia y volvió a casa. Pero ese viaje está plagado de preguntas, es un gran misterio. Y el misterio atrae a los jóvenes lectores, la aventura, el riesgo. ¿Qué motivó al ladrón, cuál fue su incentivo? Eso develamos en el libro.

Este año, un grupo de activistas tiró sopa a La Gioconda a modo de protesta. También el robo del cuadro tuvo una exposición fenomenal en ese entonces, ¿nos interesa ir a ver la obra o decir que la vimos, el acontecimiento?

―.Y también te podés preguntar qué hace célebre a un cuadro, a un artista. La trascendencia en los medios del robo de la Mona Lisa hizo que el cuadro cobrara otra dimensión, que es también lo que pasa con los poetas. A veces en los regímenes autoritarios vemos que atacan a un poeta, que encarcelan a un escritor. Eso te hace pensar que hay múltiples lecturas sobre una obra, pero que muchas veces por razones torcidas, una obra es más famosa que otra.

Miguel Valfierno
Miguel Valfierno

Eduardo Valfierno, el argentino detrás del robo, aparece hacia las últimas páginas del libro, ¿por qué?

―Porque se descubrió y castigó al autor material, pero nunca a su mentor. El ladrón era un hombre humilde en todos los sentidos, no era precisamente un genio criminal. Alguien lo había manipulado, un estafador en las sombras. Nunca se descubrió a ese hombre. Se encargó de pagar los abogados para que el ladrón no estuviera más que unos meses en la cárcel y sellara la boca. Para el Louvre, había un culpable y el robo sirvió para modernizar la seguridad y conseguir un mayor presupuesto y, de paso, cada vez más visitantes atraídos por el cuadro robado. El propio Valfierno decide contar su verdad, poco antes de morir. Él, para hacer sus negocios, necesitaba una sola cosa: que el mundo supiera que la Mona Lisa había sido robada. En el libro, el investigador es consciente de que hay un cabo suelto en la historia y comprende cuántas veces la verdad había estado, literalmente, delante de sus ojos y no la pudo ver. Casi como en el cuento de Poe, La carta robada.

Quién es Franco Vaccarini

♦ Nació en Lincoln en 1963 y vive en Buenos Aires desde 1983.

♦ Entre sus más de cincuenta novelas para jóvenes lectores se destacan Nunca estuve en la guerra, Algo que domina el mundo, Los socios del Club de Pescadores, ¡Usted es el fantasma!, La isla de las mil vidas, El misterio del Holandés Errante, La noche del meteorito, Sin batería, y los cuentos Cómo bañar a un marciano y Doce pescadores.

♦ Diez de sus títulos se publicaron en Colombia, México, Brasil, España, Chile, Perú.

♦ Ejerció esporádicamente el periodismo cultural y la coordinación de colecciones juveniles. Su oficio de escritor viajero lo llevó a conocer todas las provincias argentinas.

♦ Para lectores adultos, además de cuentos en varias antologías, publicó el libro de poesía El culto de los puentes (1998) y las novelas Maldito vacío (2015) y La editora (2018). Su última novela es El vendedor de libros.

Guardar