“Las piezas siguen publicadas en la web de Interpol. Entiendo que Interpol las tiene denunciadas. Eso queda con todas las piezas de arte robado del país, y bueno, esperemos que aparezcan”, dijo Hugo Pontoriero, actual director de Museo Nacional de Arte Decorativo, en una reciente entrevista con Infobae Cultura. En su tono de voz se notaba un dejo de tristeza, una tenue esperanza.
Pontoriero, nombrado a fines de febrero al frente del espacio que fuera el Palacio Errázuriz Alvear, refería a los eventos que se hicieron públicos en los primeros días de marzo del 2022, cuando se conoció la noticia de un posible robo de piezas históricas en el Museo Decorativo.
Infobae Cultura tuvo acceso en exclusiva a la investigación que se encuentra archivada, ya que no hubo, ni hay sospechosos, y pudo determinar que en total fueron 24 las piezas sustraídas y no 20 como se creía.
El caso, paso a paso
El 16 de febrero de 2022, el entonces director del museo Martín Marcos realizó la denuncia por la desaparición de 11 piezas en la Comisaría Vecinal 14. En esta declaró que un guardia observó que una vitrina donde se exhibían piezas de porcelana decorativa europea del siglo XIX había sido forzada: faltaban tres piezas, jarrones tipo ánfora de porcelana austriaca de 27cm de altura, con un valor estimado en USD 1500 cada uno.
Hecha la denuncia y tomada la declaración, surge el primer obstáculo para la investigación: el último dato que se tenía de las piezas sustraídas era una fotografía tomada a fin de septiembre del año 2021, por lo que a priori no se pudo determinar cuándo fueron vistas por última vez y, por ende, la fecha de desaparición pudo haber sucedido en el espacio de esos cinco meses.
Por otro lado, se determinó que tenían acceso a la Sala “Ante Cámara Imperio” el público en general, como el personal de limpieza, seguridad privada de empresas tercerizadas, empleados del museo, personal de Policía Federal Argentina y del Cuerpo de Bomberos de PFA.
El 21 de febrero, el entonces jefe de museología, Hugo Pontoriero, descubrió -con la asistencia de la investigadora Marta Álvarez Gutiérrez- el faltante de nuevas piezas en una vitrina de la sala “ex boutique” del Palacio, donde se guarda la colección de vidrios suecos del siglo XX. Esta vez, la vitrina no había sido forzada y “las cerraduras funcionaban, aunque con alguna dificultad”. Descubrieron que habían desparecido 6 objetos más.
A su vez, descubren que en la sala “Dormitorio de Matías Errazuriz”, en el primer piso del museo, la ausencia del óleo “San José con El Niño”, obra anónima de la Escuela de Murillo, del siglo XVII, de 23cm de alto y 18cm de ancho, con marco de 60cm de alto por 50cm de ancho, como también el óleo “Retrato de Infanta”, otro anónimo, de la Escuela Española del siglo XVII, de 9cm de alto por 7cm de ancho, con marco de 30cm de alto por 25cm de ancho. Fue en esta que se descubre que la obra el marco se encuentra en su posición habitual, pero que el lienzo fue intercambiado por una fotocopia en blanco y negro.
A fines de febrero, el Ministerio de Cultura de la Nación decidió intervenir durante 30 días el Museo tras constatarse la desaparición de las piezas y designó como interventora a la entonces directora nacional de Museos, María Isabel Baldasarre, para seguir el proceso de relevamiento e investigación. En ese momento, se suspendió sin goce de sueldo al entonces director, el arquitecto Martín Marcos, decisión que a finales de marzo se extendió por 60 días más.
Marcos, que había obtenido el puesto por concurso en 2017 tras dirigir el Museo de Arquitectura y Diseño (Marq), calificó esta decisión como “desproporcionada, injusta, prejuiciosa e infundada” y aceptó su responsabilidad “junto con muchas otras personas por debajo y por encima” de su jerarquía.
En un carta que público en exclusiva Infobae Cultura, Marcos sostuvo que la Dirección Nacional de Museos (DNM) y el Ministerio de Cultura sabían sobre “la debilidad en que los museos nacionales” se encuentran con respecto a la falta de cámaras de seguridad: “La DNM conocía perfectamente la situación sobre la seguridad en el MNAD y estaba en su competencia hacer las compras y contrataciones necesarias para minimizar riesgos, así como establecer protocolos de seguridad en los museos nacionales de su dependencia”, sostuvo.
Ante las constantes consultas de este medio para para dialogar con la interventora Baldasarre, con el fin de conocer su opinión sobre las declaraciones de Martín y la cuestión de seguridad tanto del Decorativo como del resto de los museos nacionales, desde la carter respondieron con un comunicado oficial ambiguo, en el que no se respondían los interrogantes sobre la protección del patrimonio mediante cámaras.
Con la Resolución 210 el ex ministro de Cultura, Tristán Bauer, propuso “velar por el cuidado y la protección del patrimonio cultural de todos los argentinos y argentinas que se encuentran en custodia en cada museo nacional” y realizará un relevamiento de la colección mientras avance la investigación judicial.
El 21 de marzo, Valeria González, ex directora de Patrimonio y nombrada interventora del Museo, amplió la denuncia inicial e informó que mientras se efectuaba el relevamiento de visu en la planta alta, en el sector Baño Matías Errázuriz Ortúzar, “se observó que faltaban tornillos en la vitrina de acrílico ubicada sobre la cajonera y anoticiaron el faltante de siete bienes culturales”. Ya sumaban 16.
Así, entre el 4 y 8 de abril, se llevó adelante el “visu”, el relevamiento visual y descripción de estado de conservación de las más de 6500 piezas que conforman el acervo del Decorativo, de las cuales solo el 20% se encontraban en exhibición. Este recorrido, que se hace cada 3 años del cien por ciento de la colección y anualmente en un 15%, de forma aleatoria, había sido realizado por última vez en 2019. Luego de este chequeo, se constató que faltaban dos figuras, dos sillas francesas, otro vaso de vidrio sueco, un binocular y dos tanagras. Eso elevaba la cifra a 24.
“Las dos pinturas y las sillas eran relevantes al museo porque se trata de objetos que estuvieron originalmente en la casa, pero con seguridad hay otros elementos con mucho más valor económico que no fueron robados. Eso nos llamó la atención. Los vasos de vidrio son difíciles de vender acá, y también la pintura religiosa. También faltaron bienes de uso como sillas giratorias y cosas difíciles de trasladar. No tengo idea de cómo pudieron salir del museo”, se lee en el informe.
En ese momento, aseguraron, “había una directiva de que los ventanales que daban a Av. Libertador y Sánchez de Bustamante debían permanecer abiertos durante el día” y “otro aspecto llamativo fue que no se llevaron nada” de las salas donde había instaladas cámaras de seguridad, más allá de que no funcionaban.
De las pericias realizadas por la policía científica en los diferentes sectores, donde habrían sido sustraídas las piezas faltantes se levantaron diferentes huellas dactilares con el objetivo de identificar al o los autores, se descubrió que algunas pertenecían a personal del museo y, otras, tras pasar por el sistema automatizado de identificación de huellas dactilares (afis), tuvieron resultado negativo, algunas por carecer de suficiente nitidez.
A partir de ese momento, ingresó Interpol en la búsqueda, desde donde se corroboró “que en el interior del mismo existía un circuito de cámaras de video vigilancia, las que se encontraban fuera de funcionamiento” y que “no se hallaron cámaras de video pertenecientes al Gobierno de la Ciudad en las cercanías del Museo”.
Asimismo, desde Interpol comenzaron diversas tareas para hallar las piezas, mediante distintas búsquedas web, especialmente en los sitios de subasta en línea, “ya que se trata de una actividad que se actualiza diariamente”, pero no lograron obtener información.
Luego de una segunda ronda de declaraciones de los diferentes funcionarios del museo se pudo averiguar, por otro lado, que ya en noviembre de 2020 se habían registrado robos en el museo, aunque en aquella oportunidad habían sido “bienes de uso”, “muebles de grandes dimensiones”.
Del hecho de que los faltantes ocurrieran en salas donde había instaladas cámaras de seguridad -pese a que las mismas no funcionaran- y “sumado al escaso valor que tendrían los objetos faltantes” se presumió que la autoría del robo podría ser “una persona ajena al staff permanente del lugar o con escasos conocimientos técnicos y específicos relativos al arte”.
Y agrega: “ΕΙ tiempo transcurrió que desde el último relevamiento efectuado, impide también establecer parámetros lineales en el tiempo que den cuenta de un período concreto en el cual fueron ocurriendo los faltantes de las piezas denunciadas. Pese a toda la información obtenida no se derivaron elementos de interés para la causa que permitan reconducir la investigación en un sentido u otro”.
Para concluir que “corresponde poner fin al proceso, al menos provisoriamente y hasta tanto nuevos elementos que permitan dilucidar fehacientemente lo ocurrido sean agregados a la causa, ya que en el estado actual no se puede seguir avanzando” dejando abierta la posibilidad de ser reabierta con “la aparición de nuevas probanzas que permitan continuar y reabrir la pesquisa”.
Luego de estar suspendido, el ex director Mauro Martín regresó al museo intervenido, pero con un desplazamiento en cargo y a la espera de nuevas funcionas, por lo que terminó renunciando en junio, cuando aseguró ser un “chivo expiatorio”. En julio asumió Marina Cañardo como directora interina, quien se mantuvo en funciones hasta el nombramiento de Pontoriero.
La investigación, ahora archivada, está a cargo del fiscal federal Gerardo Pollicita, bajo la causa N° 462/22, caratulada como “N.N. sobre averiguación de delito”, radicada en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal No 8, del juez federal Marcelo Martínez de Giorgi.