Eureka es la última obra cinematográfica del director argentino Lisandro Alonso y su estreno esta semana constituye un evento esperado por los cinéfilos argentinos. En paralelo, la Sala Leopoldo Lugones presenta una completa retrospectiva del trabajo de Alonso, con la mayoría de sus obras en formato fílmico y otros eventos especiales que contarán con la participación de prominentes figuras de la cultura argentina y el propio Alonso.
Eureka, un tríptico que aborda las luchas y supervivencia de las comunidades indígenas a través de tres narrativas interconectadas, se distingue no solo por una curiosa estructura, sino también por la profundidad con la que trata sus temas. Inicialmente presentado en blanco y negro, la película comienza su relato en el contexto de un western, para luego sumergirse en el núcleo de su historia, centrado en la vida de una mujer policía en una reservación indígena en Dakota del Sur, Estados Unidos. La narrativa finalmente nos lleva a Brasil, aunque filmada en México, continuando con su enfoque en los pueblos originarios.
La pieza central y más extensa del filme destaca por su capacidad de sumergir al espectador en la cotidianidad y los retos a los que se enfrenta una mujer policía dentro de una comunidad indígena. Este segmento se considera el pilar de Eureka, no solo por su duración sino también por su impacto narrativo y emocional. Profundiza en la problemática que atraviesan las comunidades indígenas, enfocándose en los conflictos y luchas por la supervivencia frente a la explotación histórica a la que han sido sometidas.
El cambio de escenario hacia Brasil (en la ficción) subraya la universalidad de los desafíos enfrentados por los pueblos originarios, independientemente de su ubicación geográfica. Este movimiento narrativo subraya la relevancia de la temática central del filme, garantizando una coherencia temática a lo largo de sus distintas partes.
El elenco de Eureka está encabezado por Viggo Mortensen, Chiara Mastroianni, Alaina Clifford, Sadie Lapointe y Villbjørk Malling, bajo la dirección de Alonso, quien también participa en el guión junto a Fabian Casas y Martin Caamaño. Esta película, que disfrutó de su premiere mundial en el segmento Cannes Première 2023, se ha ganado el reconocimiento en diversos festivales, recibiendo nominaciones y galardones que incluyen el Premio a la Distribución en el Festival de Cine de Gijón y el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Lima, además de la Primera Mención Honrosa a la Mejor Película de la Crítica Internacional.
La trayectoria de Alonso refleja una evolución constante desde sus inicios en la Universidad del Cine de Buenos Aires. Tras varios años de colaborar en distintos roles dentro de la industria, debutó como director con La Libertad (2001), película que compitió en Cannes dentro de la sección Un Certain Regard. Con títulos como Los Muertos (2004), Fantasma (2006), Liverpool (2008) y Jauja (2014), este último también protagonizado por Mortensen, Alonso se ha consolidado como una figura destacada del cine argentino, explorando a menudo la relación humana con entornos solitarios y desafiantes.
Alonso reflexiona sobre su más reciente obra señalando que “la película es una observación sobre la forma en que somos representados, especialmente los nativos norteamericanos a través del género del western”. Esta introspección lo lleva a cuestionar la autenticidad de estas representaciones y su relevancia para las comunidades retratadas. La inspiración detrás de Eureka surge de cuestionamientos personales sobre la identidad y el propósito del cine latinoamericano en un contexto global, así como un interés profundo por los contrastes culturales y ambientales entre Norteamérica y Sudamérica. “Quizás lo que más me interesó al abrir esa puerta que titulé Eureka fue la experiencia de viajar y empatizar con la reserva Pine Ridge, en Dakota del Sur, Estados Unidos”, admite el director.
A través de sus ojos, Eureka se convierte no solo en una crítica a la representación histórica sino también en una exploración de conexiones culturales y una aspiración por un entendimiento más profundo entre diferentes comunidades. La película promete ser una experiencia cinematográfica única, invitando a los espectadores a reflexionar sobre las realidades pasadas y presentes de los pueblos indígenas y la universalidad de los sueños y aspiraciones humanas.
—“Eureka” es una película muy diferente a lo que venías haciendo, ¿qué estabas buscando?
—El concepto de la película surgió durante el trabajo en la película anterior Jauja, en colaboración con Fabián Casas, un poeta que influyó en mi forma de pensar sobre la estructura narrativa. Esto me llevó a replantearme mi enfoque habitual en cuanto a protagonistas, locaciones y duración de las películas. Inspirado por el deseo de continuar explorando la vida de los nativos americanos, decidí enfocarme en filmarlos a tiempo completo.
La idea se desarrolló en 2015, cuando gané una beca en Estados Unidos, me puse a investigar el género del western norteamericano y su representación histórica de los nativos americanos como una amenaza bélica. En colaboración con Fabián y Martín Camaño, trabajamos en la estructura del guión, combinando elementos del western clásico con una narrativa contemporánea. El proceso de filmación presentó numerosos desafíos, desde la coordinación de equipos de producción de cinco países hasta filmar en condiciones extremas en Dakota del Sur y enfrentar interrupciones debido a la pandemia de COVID-19. Sin embargo, el compromiso con la película y la exploración de temas complejos sobre la representación cultural y la identidad siguen siendo el motor detrás de mi trabajo cinematográfico.
—¿Cómo hiciste para generar un lazo al filmar con los indios nativos?
—El proceso de filmación en la comunidad Chatino en Oaxaca presentó desafíos únicos debido a las diferencias culturales y lingüísticas. Para establecer un vínculo de confianza, fue necesario realizar múltiples visitas previas, escuchar a la comunidad y generar un ambiente de colaboración. La traducción del español al chatino resultó complicada debido a las limitaciones de vocabulario, lo que dificultó la comunicación durante el rodaje. Sin embargo, con la ayuda de colaboradores locales que hablaban español, como Adanilo y Marcio, se pudo superar esta barrera lingüística y cultural. Por otro lado, la filmación en la reserva de Pine Ridge en Estados Unidos también presentó desafíos significativos.
A pesar de las múltiples visitas previas y los esfuerzos por establecer relaciones, la prioridad de los residentes de Pine Ridge estaba en resolver problemas cotidianos, como problemas familiares, adicciones y falta de atención estatal. Esta falta de atención y contención del Estado ha llevado a una serie de problemas sociales, incluyendo abuso de mujeres, desapariciones y hacinamiento. A pesar de las dificultades, reconozco la importancia de abordar estas realidades en mi trabajo cinematográfico. Prefiero investigar y explorar estas problemáticas sociales, en lugar de optar por temas más convencionales. Esta aproximación me permite enriquecerme personal y profesionalmente, además de contribuir a una narrativa más auténtica en mis películas.
—¿Qué problemáticas tuvieron al filmar en esos contextos tan adversos?
—En esta película renunció el productor francés mayoritario antes de empezar, el primer día de filmación con esa temperatura en Estados Unidos colapsó el director de fotografía, se desmayó y llamó a una ambulancia que por suerte llegó rápido. Estaba saliendo de una neumonía y estaba respirando oxígeno congelado en los pulmones. Después a la bebé de la protagonista (la policía), le dio neumonía y tuvo que venir un helicóptero para llevársela a la ciudad más cercana. También, por una tormenta de nieve quedamos varados el casino.
Fue una experiencia genial pero muy dura. Por suerte, en este tipo de película todavía tenés ese margen para seguir sin tener que parar tanto. Fue muy distinto cuando filmamos en Almería, España, donde se realizaron las películas de spaghetti western de Sergio Leone. Allí fue un circo, porque era todo en el mismo set, con actores profesionales que saben perfectamente lo que tienen que decir, para dónde moverse, actuar. Hablamos en español. Eso fue como el sueño del pibe. Fueron cinco días gloriosos.
—¿Cómo fue incluir a Viggo Mortensen y a Chiara Mastroianni dentro de este proyecto?
—Con Viggo veníamos hablando desde antes y sabía todo lo que me había costado financiar y gestionar este proyecto, quién mejor que él para hacer western, ya hizo numerosas películas de este género, habla el idioma, sabe la logística de las armas, el movimiento y nos llevamos bien. Además, es muy amigo de Fabián Casas y Martín Caamaño. Se embarcó de una. Creo que para apoyar el proyecto, porque sabía que iba a ser muy difícil sobre todo por los temas que tocábamos. A Chiara la conocí en el Festival de Cannes, cuando nos cruzamos en unos eventos. Siempre me quedé pensando en ella y necesitamos una actriz francesa. Para mí, ella es como la hija del cine europeo, representa todo el cine francés e italiano que vi de chico. Tenerla hablando en italiano, en español, e inglés también era muy divertido y sobre todo porque es genial. Trato de crear un equipo de trabajo donde las jerarquías se borran lo más que se puede y todos empezamos a colaborar desde las ideas para filmar hasta diálogos hasta qué hacemos después. Esos días fueron gloriosos.
—En “Eureka”, las mujeres en cada una de las historias tienen un rol muy preponderante, ¿querías lograr eso?
—Fue un poco de casualidad y un poco me dejé llevar. Por ejemplo, en Estados Unidos, el contacto con los hombres fue más difícil. La mujer es un poco más abierta, trata de entender qué es lo que te lleva ahí, cuál es tu interés por hacer una película. Es más dada. Los hombres policías con los que traté de hablar no querían saber nada. Pensaban que iba a hacerles mala prensa. Ahí ya se agotó el rango de selección. El papel de Chiara lo iba a interpretar un hombre, pero con cuestiones de COVID y pandemia se le complicó la agenda y tuve que reemplazarlo y cómo me llevo bien con Chiara, la convoqué y tomó ese rol que no se modifica por cuestiones de género. Pienso las películas con base en la gente que admiro y que me gustaría trabajar y no tanto en sí es la ideal. Tiene que ser la ideal para la película, pero también para el equipo técnico y para mí, que entienda la forma en que trabajamos, con Chiara sabía desde el comienzo iba a ser muy muy fácil.
—Otra de las dificultades de la película es que trabaja con varios idiomas diferentes, ¿cómo atravesaste esa experiencia?
—La película es una experiencia multilingüe y multidimensional, donde el portugués, inglés, Lakota y Chatino se entrelazan como distintas melodías en un baile. Su extensión y complejidad pueden parecer desafiantes, pero ofrece una oportunidad para una inmersión profunda que puede enriquecer al espectador a través de conexiones personales y reflexiones. Me gusta pensar en esta película como una obra poética o una pintura, donde cada elemento invita al espectador a detenerse, reflexionar y encontrar su propio significado. Así como en una pintura, hay capas de significado y simbolismo que requieren una exploración activa por parte del espectador. Eureka busca explorar cómo nos observamos a nosotros mismos a través del cine, especialmente en el contexto del género del western y su representación histórica de América del Norte.
La película cuestiona si estas representaciones cinematográficas realmente abordaron los problemas fundamentales de la sociedad de la época y cómo esos temas se reflejan en las plataformas contemporáneas. A medida que evolucionan las sensibilidades culturales y sociales, el cine también debe adaptarse y cambiar. Muchas películas del género del western, con su violencia y representaciones irrespetuosas de las minorías, no serían aceptables hoy en día. Las plataformas actuales pueden carecer de esa violencia, pero también pueden carecer de un valor artístico o cultural genuino. Como director de cine, mi objetivo es ser consciente de estas dinámicas y reflexionar sobre el poder de las imágenes para educar y enriquecer culturalmente. Aunque no haya aprendido sobre todas las culturas y lugares del mundo, sigo creyendo en el potencial transformador del cine para ampliar nuestra comprensión y apreciación del mundo que nos rodea.
—¿Qué buscás cada vez que te embarcas en un proyecto?
—Mi enfoque en un proyecto o idea es obsesivo y tenaz; una vez que me comprometo, persisto hasta que logro llevarlo a cabo y lo completo con éxito. A pesar de las numerosas oportunidades para rendirme, mi pasión por el cine siempre ha prevalecido sobre los obstáculos. Sin embargo, enfrentar desafíos fuera de mi entorno cultural y geográfico, distanciandome de mi familia y mis hijos, ha sido especialmente difícil. Filmar en Europa, con sus normativas laborales y métodos de producción diferentes, me llevó a chocar con obstáculos que no estaba acostumbrado a enfrentar. Aunque estoy acostumbrado a solucionar problemas sobre la marcha en Latinoamérica, las diferencias culturales y las prácticas laborales europeas me presentaron desafíos únicos. Adaptarse a estas nuevas dinámicas no fue fácil, y a menudo implicaba enfrentar barreras burocráticas y logísticas. A pesar de estas dificultades, la experiencia de coproducir con cinco países fue enriquecedora y valiosa. Sin embargo, ahora estoy listo para regresar a mis raíces, a mi Argentina natal, donde puedo filmar en mi mismo idioma y con un método de producción más familiar. Al hacerlo, espero encontrar una mayor satisfacción y comodidad en mi trabajo, aprovechando mis habilidades y conocimientos locales para crear cine con el que me identifico plenamente.
—En la Sala Lugones, además del estreno de “Eureka”, habrá una retrospectiva de tu obra, ¿qué te sucede cuando la repasas?
—Me considero muy afortunado porque la verdad que el tipo de películas que se me ocurren o que hago no son las más fáciles. Podrían ser rechazadas. No son películas que apuntan a un gran público, sino que a un público menor, pero tuve la suerte que en el exterior, en el mundo de los festivales de cine, donde tiene una cabeza menos convencional o menos comercial en cuanto a la distribución y a que hay que fomentar y que tiene valor. Me fue muy bien y eso siempre me abrió las puertas para conseguir un productor que me apoye económicamente y con estructura para que pueda filmar la siguiente película. Lo único que le pido a una película es que no me cierre la puerta para hacer la próxima. Hasta ahora no pasó, ya hice seis, ahora si tengo suerte, a fines de año voy a filmar la séptima.
* Integral Lisandro Alonso, se presenta hasta el jueves 21 de marzo en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Avenida Corrientes 1530). El ciclo acompaña el estreno de Eureka y está integrado por cinco largometrajes y dos cortos. Entre otros títulos se exhibirán Los muertos, Liverpool y Fantasma, en copias 35mm. Eureka se proyecta también en los complejos Showcase Belgrano y Cinépolis Recoleta, y en varios Espacios Incaa del país.
[Fotos: Miguel Ángel Rebollo; prensa Festival de Mar del Plata; REUTERS/Eric Gaillard]