Hace poco más de una semana, desde la Secretaría de Cultura se anunció un cambio de autoridades en nueve museos nacionales sin concursos, entre los que se nombró a Hugo Pontoriero al frente del Museo Nacional de Arte Decorativo.
Pontoriero posee un largo recorrido dentro del museo, donde comenzó como pasante hace más de 20 años y luego fue tomando cada vez más responsabilidades, desde ayudar a armar muestras, hasta convertirse en su curador principal y director y jefe de museología y museografía.
Especializado en artes aplicadas francesas del siglo XVIII y XIX, queda al frente de un museo que desde los robos de 2022, que devino en la renuncia de su entonces director Marcos Martín, quedó de forma interina -por 180 días- bajo el comando Marina Cañardo. Envuelto en un proceso de investigaciones y reformas para instalar cámaras de seguridad, el espacio atravesó cierta anomia en su agenda; de hecho, en 2024 solo hubo una muestra temporaria.
El Decorativo se encuentra emplazado en el Palacio que fue el hogar de la Familia Errázuriz Alvear, en Avenida del Libertador al 1900, en la Ciudad de Buenos Aires, y se dedica a las artes decorativas y el diseño. Posee valiosas colecciones de esculturas, pinturas, tapices, armas, libros, cerámicas, mobiliario y miniaturas, fundamentalmente europeas y orientales, de los siglos XVI al XX.
En este diálogo telefónico con Infobae Cultura, el director repasa cuáles serán las claves y objetivos de su gestión, reflexiona sobre el trabajo con fondos privados, confirma el proyecto de cobrar entradas para extranjeros y cuál es el estado de seguridad tras los robos de 2022, entre otros temas.
—A diferencia de otros directores, que fueron designados sin concurso, tu designación tiene un aval, que es tu conocimiento del museo, ya que trabajás en el espacio hace más de dos décadas.
—Si. Empecé ad honorem y sí, después me he ocupado de los montajes y concursé la parte de curaduría. Fui el curador general del museo por mucho tiempo y bueno, ahora finalmente me han nombrado director, así que me crié acá, que es una casa que conozco y quiero mucho.
—Claro, podemos decir que conocés al Museo en todas sus facetas
—Sí, mi expertizaje es en la colección, o sea, yo estoy especializado en artes aplicadas francesas del siglo XVIII y XIX.
—En ese sentido, el museo viene de un proceso bastante particular. Por ejemplo, el año pasado hubo sólo una muestra, la de Lucrecia Moyano. Y durante la dirección de Martín se había generado un diálogo interesante con el diseño y la moda, más contemporáneo. ¿Cuál es el rumbo que va a tomar el museo?, ¿Hacia dónde es que va a ir direccionado?
—Mira, vamos a seguir trabajando por supuesto con el arte contemporáneo y el diseño. De hecho, el museo lo ha hecho toda la vida, siempre hemos trabajado con arte contemporáneo y diseño, y por supuesto la colección permanente. O sea, me parece que es todo, es la casa de los Errázuriz, pero también es esto, un centro de artes.
Entonces queremos abrir todavía más el juego. No solo lo local, sino también lo internacional. Estamos trabajando con la Embajada de España para traer una muestra de José María Sert, que es un pintor catalán del cual nosotros tenemos un salón, sobre todo la representación de Cataluña en Buenos Aires y esperamos traer ese archivo para fin de año.
Comenzaremos en abril con una muestra de Hermenegildo Sábat, este retratista uruguayo-argentino que trabajaba para el diario Clarín, que es muy icónico. Después tengo en carpeta todavía algunas cosas con las que voy a hacer una presentación más formal.
—¿Cuál es la impronta personal que le podés otorgar al museo?
—Bueno, quisiera terminar con el tema del monumento. Nosotros tenemos entre manos un monumento histórico artístico nacional, el Palacio Errázuriz, que es la máxima catalogación posible. Entonces, primero lo que hay que hacer es completar ese monumento. Y eso es lo que estamos haciendo con este proyecto del primer piso, que completaríamos el guión curatorial de esa casa. Ese es uno de los proyectos y después queremos jerarquizar las exhibiciones temporarias, apoyar otra vez el diseño argentino. Me interesa mucho trabajar con el diseño argentino e internacional.
También queremos hacer publicaciones. Me parece que el museo merece más publicaciones sobre sus colecciones. Es algo que quiero hacer hace años, editar y publicar un catálogo razonado de las 100 mejores piezas del museo. Ya lo venimos trabajando con el equipo hace mucho tiempo y escribieron muchos investigadores, está un 70%. Es un work in progress, escribieron los mejores investigadores del arte, historiadores de Buenos Aires y la idea ahora es finalmente publicarlo. Esa es otra asignatura pendiente que tenemos.
—La recuperación del Palacio Errázuriz es un proceso ya en marcha, el año pasado abrieron los baños pompeyanos y el viernes pasado se presentó el proyecto para la recuperación de los salones nuevos, que eran los dormitorios y boudoir de Josefina de Alvear y de su hija.
— Sí, con esta obra completamos el primer piso del Palacio, que ya lo venimos armando hace casi 12, 13 años, en promedio de un salón cada dos o tres años. El año pasado inauguramos el baño pompeyano, así que este año esperamos a fin de año terminar con el dormitorio de la señora de Alvear y eso incluye mucho patrimonio del museo que está en reserva, que está guardado. Está buenísimo que la gente lo vea, exhibirlo.
—¿Qué otros aspectos del Palacio falta recuperar o poner en valor?
—Ya hicimos las fachadas, el jardín histórico y se inauguraron casi diez salones. Nos quedan estos cuatro salones que vamos a empezar ahora. Y después está la biblioteca del señor Errázuriz en el primer piso, que también la vamos a poner en valor. Lo que ahora es el despacho de la dirección va a dejar de ser una oficina y se va a transformar en una sala de museo. La idea es poner las oficinas en otros lugares de la casa, sacarlas de los salones palaciegos, sino en espacios más de servicio secundarios y que los salones palaciegos queden para el público y no para los funcionarios, ni los empleados. Nosotros nos arreglamos con el último piso, la mansarda, donde estaba el personal de servicio, que es más habitable, también más chico y está más compartimentado. Entonces la idea es que todos los salones palaciegos de la casa queden para el público, que se incluyan en el circuito de la exhibición permanente.
—Ese sería el gran proyecto con el que arrancás tu gestión, tu primer gran objetivo.
—Ese es mi primer gran objetivo, sí. Después están, por supuesto, las exhibiciones temporarias que estoy cerrando, algunos proyectos que ya anunciaremos pero que van a incluir lo que te contaba: usar la colección del museo. Hay un montón de colecciones del museo que están en reserva y nos interesa que se exhiban de forma temporaria. Y después, por supuesto, los artistas argentinos e internacionales. Bueno, tenemos ahí un listado bastante intenso. Voy a trabajar mucho con la Fundación IDA, que es esta fundación de diseño argentino, que ya lo venimos haciendo, así que eso va a ser uno de nuestros pilares. Con otros museos nacionales también, por supuesto.
—¿El trabajo con otros museos sería un intercambio grande de acervo o el diálogo de que se presten uno o algunas piezas para una muestra?
—No, de hecho hablé con la directora del Museo del Traje, Victoria Salías, que es una gran profesional y la idea es hacer exhibiciones en conjunto. Ellos por ahí no tienen tanto espacio, por ahí nosotros tenemos mucho más y todo lo que es indumentaria luce mucho en estos salones. Entonces también otro de los ejes de la gestión va a ser la moda, la indumentaria. Todos los grandes museos del mundo tienen muestras de grandes diseñadores. Y en esta casa, en estos salones, la indumentaria luce bien, parece como una fiesta. Ya lo hemos hecho y la idea es trabajar con varios museos nacionales y también de afuera.
—¿Cuál es la situación presupuestaria del museo hoy, a partir de los distintos cambios que se han dado en el país?
—Contamos mucho con la Asociación de Amigos del Museo, que trabaja muy bien y que consigue sponsors privados. Y de hecho los salones nuevos, estos dormitorios, tenemos un listado de sponsors particulares, de mecenas. Más que sponsors son mecenas que bueno, ellos ya nos conocen y nos quieren y nos han pagado el año pasado el baño pompeyano. Uno de ellos es Felipe de la Balze, que es un coleccionista argentino que es amigo de la casa desde hace muchos años y que fue el mecenas del baño pompeyano.
—O sea que esta articulación que se busca entre lo privado y lo público, en el Decorativo ya venía funcionando.
—Sí, eso viene funcionando hace años en el Decorativo, con empresas y con el Estado. Por supuesto. El Estado siempre paga los gastos generales, los sueldos. Pero acá hay una fusión entre lo público y lo privado hace más de 20 años. No es nada nuevo. Lo venimos haciendo con la Fundación Rocca, en su momento con Nelly Arrieta de Blaquier y también Amalia Lacroze de Fortabat nos ayudó mucho. Hay una tradición de grandes mecenas sobre todo para proyectos de la puesta en valor de los salones del primer piso. Hicimos el dormitorio de Matías Errázuriz, el dormitorio del hijo de Matías Errázuriz, se restauró el salón de baile, se hizo mucho y falta mucho. Nunca para, la idea es nunca parar.
—¿Y con respecto al presupuesto del Estado, tuvieron algún tipo de recorte?
—No, no tuvimos recorte. Pero sí tenemos un proyecto para cobrar entrada. Me parece que está bueno cobrar la entrada, sobre todo a los no residentes. Por supuesto que va a haber un día gratuito y quien no pueda pagar va a entrar gratis al museo. Pero la verdad, ¿por qué andar subsidiando turistas alemanes y franceses que de hecho piden pagar o quieren colaborar? Nosotros tenemos un flujo de turistas muy grande, porque el museo es una colección importante y por la ubicación, estamos en la “milla de los museos”.
—Claro, cerca del Bellas Artes y del Malba, que reciben mucho turismo extranjero.
—Estamos en un lugar privilegiado y el edificio es un lugar privilegiado también. Es como una gran colección. Entonces tenemos muchísimos turistas y me parece que el Estado argentino esté subsidiando turistas europeos o americanos no tiene mucho sentido. Por supuesto que la idea es de las autoridades. En su momento nos han dicho que se va a cobrar a los no residentes y para los residentes la idea es que, por supuesto, el que no pueda pagar va a entrar igual va a ser gratis. Estamos esperando la resolución del secretario de Cultura (Leonardo Cifelli).
—En el caso de los residentes, ¿va a haber una entrada fija simbólica o un sistema de “pague lo que pueda”, como sucede en otros museos del mundo, o va a ser simplemente gratis?
—Eso ya lo decide el secretario de Cultura. Yo entiendo que los que seguro van a pagar son los turistas. Si alguien se pagó un pasaje en avión para venir hasta Buenos Aires, que le cuesta pagar un poquito en una entrada de un museo y al museo le haría mucha diferencia también.
—Con ese nuevo ingreso, ¿tenés pensado cuál va a ser el fin, teniendo en cuenta tu conocimiento del espacio?
—Ese dinero en realidad se va a trabajar a través de la Asociación de Amigos, y después se gastará en cosas operativas, de mantenimiento. Esta es una casa de 4500 metros y la que tiene 100 años, siempre que arreglas una cosa, se rompe otra. Entonces tenemos mucho gasto fijo de mantenimiento sobre todo en el jardín, que es muy difícil de mantener porque es un jardín francés. Lo pusimos en valor hace ya seis años con la Fundación American Express y la verdad que nos cuesta mucho mantenerlo bien porque es un jardín de naturaleza domesticada, entonces hay que podarlo todo el tiempo. Así que parte de las entradas será para mantenimiento.
—¿Cuántos visitantes tuvieron en 2024 y cuál fue el porcentaje de turistas extranjeros?
—El año pasado recibimos 163.183 en total, de los que 33.920 fueron extranjeros.
—¿Cómo está la cuestión de la seguridad hoy en el museo, que fue uno de los grandes temas del pasado?
—Bueno, se pusieron finalmente las cámaras de seguridad y se duplicó el servicio de seguridad privada.
—¿Es un coste que sale del presupuesto del museo o parte desde el Estado?
—No, eso lo pagó el Estado Nacional. Y el mantenimiento hoy del servicio de seguridad también está en manos del Estado. Es una empresa que se contrata a través del Estado Nacional, no lo paga el museo directamente. Por eso digo que hay acá una fusión entre lo público y lo privado; lo privado más para la puesta en valor y lo público para, sobre todo el mantenimiento de las cosas.
—Cuando se produjo el robo, fuiste el primero en darse cuenta de que faltaban piezas. Imagino que, con tantos años en el museo, te habrás sentido como que entraron a robar a tu casa o algo parecido.
—Sí. No sé si mi casa, pero la verdad que fue muy triste ver eso, cuidar tanto las cosas y que de golpe no estén. Sí, la verdad que fue muy, muy feo, muy triste. Para el museo, sobre todo.
—Claro y ¿en qué estado se encuentran hoy las investigaciones?
—Las piezas siguen publicadas en la web de Interpol. Entiendo que Interpol las tiene denunciadas. Eso queda con todas las piezas de arte robado del país, y bueno, esperemos que aparezcan.