La “Forza del Destino” de Verdi vuelve a Nueva York luego de casi 30 años

La Metropolitan Opera vuelve a presenta una de las piezas más complejas y largas del compositor italiano, con actualizaciones para el público contemporáneo

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La soprano Lise Davidsen como
La soprano Lise Davidsen como Leonora en una nueva producción de "La fuerza del destino" de Verdi que se estrena el 1 de febrero en el Metropolitan Opera de Nueva York (Karen Almond/Met Opera vía AP)

La última vez que la Metropolitan Opera reestrenó La Forza del Destino, de Giuseppe Verdi, un crítico se lamentó sus “cuatro horas soporíferas de absurdos giros argumentales”.

Es duro. Pero no hay duda de que el libreto de esta obra musicalmente gloriosa y extensa plantea retos únicos entre las últimas óperas de Verdi.

Para empezar, la acción se desarrolla a lo largo de muchos años y salta de un país a otro, a lugares que incluyen una mansión, una posada, un monasterio y un campo de batalla. Mientras tanto, los protagonistas se cruzan en circunstancias que desafían la credulidad.

Pero Mariusz Treliński cree haber encontrado la manera de darle sentido a todo. “Si lo analizas, descubres el elemento que une toda la historia”, afirma el cineasta polaco reconvertido en director de ópera, que supervisa la primera nueva producción de “Forza” del Met en 28 años.

Ese elemento unificador, dijo Treliński, es “el patriarcado, y el hecho de que cuando se mata al padre se destruye no sólo a los hijos, sino todo el orden social”.

Su “Forza” se estrena el 26 de febrero con un reparto que incluye a la soprano Lise Davidsen como Leonora, el tenor Brian Jagde como Don Álvaro, el barítono Igor Golovatenko como Don Carlo y el bajo-barítono Soloman Howard como el Marqués de Calatrava y el Padre Guardiano. Dirige el director musical del Met, Yannick Nézet-Séguin.

Metropolitan Opera House de Nueva
Metropolitan Opera House de Nueva York (Shutterstock)

Como muchos directores de hoy en día, Treliński no duda en actualizar una ópera si cree que cuenta mejor la historia para el público moderno. Así, en lugar de la España y la Italia del siglo XVIII, el escenario es ahora contemporáneo. El marqués de Verdi, padre de la heroína Leonora y de su hermano Carlo, se convierte en el general Calatrava, “el jefe de todas las fuerzas militares y una especie de dictador, alguien que siente que el mundo le pertenece.”

En una pantomima representada durante la obertura, vemos su disfuncional dinámica familiar desde la infancia, incluida la ambivalencia de Leonora hacia su padre. “Quiere escapar porque él es muy dominante”, explica el director. “Pero por otro lado, quiere a su padre y no es tan fácil”.

No es el primer director que utiliza la obertura para crear una historia de fondo de la familia. En la reciente producción de Christof Loy para la Royal Opera de Londres, inventa un hermano menor para Leonora y Carlo que muere en la infancia. La implacable amargura de Carlo hacia su hermana se debe en parte a que la culpa de la muerte de su hermano.

En ambas versiones, Leonora planea fugarse con su novio, Álvaro, a quien su padre desprecia porque es parte inca. Cuando el padre se enfrenta a los amantes, Álvaro arroja su arma para rendirse, pero ésta se dispara y mata al anciano, que maldice a Leonora con su último aliento.

Por un lado, se trata de un trágico accidente, pero Treliński tiene una visión más matizada.“Verdi es muy inteligente aquí”, afirma. “Hace algo que tiene dos significados. Por un lado, es algo inconsciente: no quieren matar al padre. Pero si Leonora no estuviera planeando escapar, Álvaro no tendría una pistola y no se dispararía”.

Davidsen y el barítono Igor
Davidsen y el barítono Igor Golovatenko como su hermano, Carl (Karen Almond/Met Opera vía AP)

Ese disparo en la escena inicial desencadena todo lo que sigue, tanto las tragedias personales de los protagonistas como -en la narración de Treliński- la completa descomposición de la sociedad a causa de la guerra.

Al final de la ópera, el director imagina un “mundo postapocalíptico” en el que “la gente tiene hambre. No hay comida... viven como ratas en el metro”. En cuanto a los personajes principales, una vez muerto el padre, se ven “sumidos en el caos ... buscando inconscientemente al siguiente padre sustituto que pueda reemplazarle”.

Leonora busca refugio en un monasterio, donde el abad, Padre Guardiano, le ofrece cobijo. “Cuando llama a la puerta”, dice Treliński, “ve en él el rostro de su padre”. Treliński subraya ese punto haciendo que el mismo cantante represente tanto a Calatrava como al monje.

Álvaro, que intentó en vano ser aceptado por el padre de Leonora, “se va al ejército, porque en la estructura del ejército encuentra otro padre sustituto”, dijo el director. Carlo, obsesionado con cazar y matar a los amantes, también se alista.

Yannick Nezet-Seguin (AP Photo/Alex Brandon,
Yannick Nezet-Seguin (AP Photo/Alex Brandon, File)

Treliński cree que la idea de que un único acontecimiento cataclísmico puede desencadenar ondas de choque en toda la sociedad resonará en el público actual, que ha vivido la pandemia mundial y las guerras actuales. La producción se estrenó el año pasado en Varsovia, donde el público polaco, especialmente, se ha visto sacudido por la invasión rusa de Ucrania y la guerra que asola tan cerca de casa.

“Creíamos que éramos inmortales, que todo era perfecto, y de repente, en dos segundos, todo está en ruinas”, dijo.

Más allá del libreto, hay retos musicales para dar cohesión a la obra. Nézet-Séguin señala que la escritura “parece proceder de una colección extremadamente variada de estilos”, con episodios religiosos, corales y cómicos intercalados entre las arias y los dúos de los personajes principales. “Pero todo está tan bien hecho y, como siempre con Verdi, la sincronización de todas estas escenas diferentes es tan perfecta que está realmente bien unificada”, dijo.

Y Nézet-Séguin cree que la producción actualizada de Treliński “se mantiene muy fiel a la esencia de la historia y está ayudando a dar sentido musicalmente a todos los elementos variados.” En última instancia, sin embargo, ningún director puede ocultar todas las improbabilidades del libreto.

No se trata de dar sentido a todo”, dijo Nézet-Séguin, “sino más bien de ir a la ópera y tener muchas cosas en las que pensar cuando volvamos a casa. Y creo que ésa es una de las cosas que podemos ofrecer cuando la gente viene al Met”.

Fuente: AP

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