Alejo Stivel repasa una intensa vida de bohemia y rock entre Argentina y España

Desde Madrid, el músico y productor cuenta su infancia con Paco Urondo, una adolescencia surcada por Spinetta y Pappo, la amistad de toda la vida con Ariel Rot y aquellos años de gloria con Tequila. Ahora, en pleno siglo XXI sigue en actividad y pide “que el destino me sorprenda”

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Alejo Stivel en escena, durante la tercera década del siglo XXI
Alejo Stivel en escena, durante la tercera década del siglo XXI

Cuando alguien con 17 años se entera de que su vida va a dar un vuelco, tiene al menos dos reacciones: el mundo se pone patas para arriba o se transforma en una aventura digna de ser vivida. Eso es lo que pasó con Alejo Stivel, compositor, productor, frontman de Tequila, jinglero y viajero del mundo.

Hijo de la actriz Zulema Katz y el director de cine David Stivelberg —un matrimonio que terminó en 1964—, a esa edad Alejo descubrió otras aristas junto a la última pareja y amor de su madre, Paco Urondo, asesinado en Mendoza en 1976. Argentina se transformó en un país falto de garantías democráticas y en España, más específicamente en el barrio madrileño de Chamartín, se gestó esta historia.

Alejo era amigo de la infancia de Ariel Rot: juegan con canciones y las hacen realidad, cantan frente al espejo y componen sin imaginar lo que pasaría después. Mucho más si la familia Rotemberg Gutkin, la de Cecilia y Ariel, también se embarcó en el exilio.

Trailer del documental "Tequila: sexo, drogas y rock and roll"

En esta entrevista con Infobae Cultura en Madrid, Alejo Stivel -que no deja que entren con zapatos a su casa- resumió buena parte de su historia personal mientras el atardecer se hacía notar desde la ventana de su cocina, en el 8vo piso de un edificio ubicado en un barrio histórico de la capital española: cerca del Auditorio Nacional, el Museo de Ciencias Naturales y el Santiago Bernabéu.

Señoras y señores: “yo era un animal”, confiesa el protagonista de esta historia.

—Fuera de todo pronóstico, nace Tequila cantando rock en español y batiendo récords: una carrera contundente de 7 años que no terminará jamás por todo lo que provocó ¿Es cierto que gracias a Tequila el sello “Zafiro” se compró un edificio de tres pisos?

—Era una discográfica que había tenido mucho éxito en los años 60 y 70. Había tenido a Mocedades, a Marisol, a Juan Manuel Serrat, Los Brincos y para cuando entró Tequila ya se habían ido todos, estaban en decadencia y la estaban pasando muy mal. Tenían en una oficinita de barrio y entonces llegamos nosotros y les pegamos tal petardazo que se pudieron comprar un edificio de tres pisos.

—¿Y cómo fue cantar rock en español casi por primera vez en España?

—Es cierto, a diferencia de Argentina, no había rock en español. Había alguna cosita por ahí suelta, muy underground y cantada en inglés, bajo el dominio del mercado musical con el género melódico o romántico. Nosotros veníamos con toda la info del rock argentino y aunque éramos chicos, yo era muy consumidor. Iba a todos los conciertos. Ya con 13 años fui a ver a Pescado Rabioso a un teatro a la una de la mañana. Iba a ver a Pappo y de aquella época, vi a todo el mundo, hasta El Rejoj, Vox Dei, Arco Iris, Manal… Me perdí a Almendra por muy poquito, pero vi a Pescado Rabioso, Invisible, La Pesada, no sé, Pedro y Pablo, iba a cualquier concierto. Ariel y yo vinimos con toda esa información en los genes que evidentemente españolizamos, hicimos una especie de cóctel y funcionó. El rock argentino nunca había traccionado acá; vino Charly y vinieron muchos más, pero era hermético y localista. Se ve que vivir acá, funcionó.

Jovencísimos Ariel Rot y Alejo Stivel, amigos en Buenos Aires y Madrid
Jovencísimos Ariel Rot y Alejo Stivel, amigos en Buenos Aires y Madrid

—Después de 7 años arrolladores, una mañana te levantás y Tequila no existe más.

—Bueno, lo hiciste muy rápido…

—Es que todo eso se puede escuchar en los discos y también se puede ver en el documental estrenado hace poco, “Tequila, sexo, drogas y rock and roll”, que muestra de manera inequívoca lo que sucedió. ¿Qué pasó puntualmente con vos, en ese momento del fin de una etapa tan exitosa?

—Cuando se separó el grupo al mismo tiempo me separé yo de mi chica y todo fue una hecatombe porque además me di cuenta de que me había gastado toda la guita. Me volví a vivir con mi vieja y quedé como el tango: un vago que no hacía nada, drogándome toda la noche con una vida totalmente improductiva y todo el día durmiendo. Así estuve un rato largo.

Primero me fui de viaje. En la historia de Tequila, vacaciones habremos tenido 4 ó 5 días. Trabajábamos todos los días, o grabábamos, o ensayábamos, o componíamos, o estábamos de gira, pero nunca parábamos. Entonces me tomé unas vacaciones, volví a Argentina y me quedé un par de meses, 6 meses en Nueva York, Holanda y al año volví a Madrid sin un centavo, a la casa de mi vieja.

Tequila: Rock and roll en la plaza del pueblo

—¿Aquí, en este departamento en el que estamos conversando ahora?

— Sí, mi casa y en la que más tiempo viví. Me fui y vine varias veces, pero acá estoy.

— ¿Y cómo se recompuso tu vida?

—Siempre he sido un buen saltador. Esa vagancia eterna me duró como 2 ó 3 años, pero con una ventaja: como la gente me conocía, jamás pagué una entrada, un trago o las drogas que consumía. Hasta que empecé a preocupar a todo el mundo. Desde mi vieja hasta mis amigos. Me decían “No podés seguir así, Alejo, tenés que laburar”…

Entonces armé una productora de jingles de publicidad y me pasé los siguientes 15 años con solo 5 días de vacaciones, como mucho. No paré porque me fue realmente bien, pero hasta en Navidad estaba grabando. Monté un estudio muy grande con mucha gente y muchas salas de grabación, un mega estudio y ya para la mitad de esa época, empecé a extrañar los discos. Tanto, que me pregunté ¿por qué no grabar discos si ya tenía el estudio armado? Y empecé. Me aburrí y abandoné los jingles y me dediqué a los discos.

—¿Podés dar un número?

—Más o menos 500 jingles y producción de más de 250 discos.

Alejo Stivel y Ariel Rot transformaron el escenario musical español con Tequila
Alejo Stivel y Ariel Rot transformaron el escenario musical español con Tequila

—Alejo, la droga que usaban era heroína. Estuviste en el cielo y en el infierno.

—Sí. Y sin tabaco, que siempre me dio asco y nunca lo entendí. Porque la droga por lo menos “te coloca” ¿pero el tabaco? Entiendo que tomes vodka aunque no te guste porque te gusta el efecto, pero al tabaco jamás lo entendí. Consumí drogas y alcohol muchos años y llega un momento en que la vida va cambiando y uno va evolucionando. Primero dejé las drogas que ya ni me sentaban bien, nunca fui fan del porro y seguí bebiendo casi un año más. Me aburrí. ¿Cuántos años podés seguir haciendo lo mismo? Igual que salir de noche. Lo mío era algo de todos los días hasta la mañana. Todos los días.

Ahora para llevarme a un boliche me tienen que pagar, no voy ni loco, me horroriza. Es así la vida, que sé yo. Antes viajaba de manera ávida. Cruzaba el océano 5 ó 6 veces al año. Ahora viajo cuando no puedo decir que no. Me tomo vacaciones, ojo, pero ya no como antes. Previamente quería viajar y viajar y viajar. Me hubiera tomado un avión cada día.

—¿Encontraste el equilibrio?

—Tengo una canción que se llama “Yo era un animal” que dice: “buscando y buscando no sé muy bien qué, ahora que lo pienso, quizás lo encontré”. A lo largo de la vida algo vas encontrando, como que vas completando etapas.

—¿Cómo es un día normal en tu vida?

—Jamás tuve un día normal. Hago muchas cosas todo el tiempo y ningún día es igual al anterior o al siguiente.

Alejo Stivel, retratado en Buenos Aires durante su visita en abril de 2023 (Foto: Adrián Escandar)
Alejo Stivel, retratado en Buenos Aires durante su visita en abril de 2023 (Foto: Adrián Escandar)

—¿Qué estás produciendo ahora?

—Un disco de Rosa León y esta es una historia muy hermosa. Vengo a España con mi madre y María Elena Walsh nos da un teléfono para que llamemos a su amiga que es una tipa bárbara que “los va a cuidar”: era Rosa León. La llamamos, la vimos, le dimos la carta de María Elena y me preguntó “¿oye y tú que haces?” A lo que le respondí: “voy a la escuela, soy chico, pero quiero ser una estrella de rock”. Imaginate la cara de Rosa…

Ella estaba grabando un disco y me invitó al día siguiente para que pise por primera vez un estudio de grabación y me aluciné por completo. Al año y medio siguiente, cuando la compañía nos firmó para Tequila y nos mandó a grabar nuestro primer disco, era en el estudio en el que había grabado a Rosa León. Increíble.

Ella se hizo muy famosa y vendió muchos discos con una canción de Aute “Al Alba”. A María Elena Walsh le ofrecieron desarrollar su carrera en Madrid. Como eso implicaba mucho tiempo y María Elena no se quería quedar a vivir aquí, se decidió hacer un casting para una “versión local” y lo ganó Rosa. Se hicieron tan amigas que Rosa abandonó su éxito de repertorio de protesta para comenzar a cantar sus canciones para niños. Se cansó de vender.

Se alejó de la música y de España por muchos años, se dedicó a la política y la convencí de que vuelva a cantar y me ofrecí a producirla, finalmente. Yo volví a cantar después de 20 años, así que ella también puede. Ahora estamos haciendo un disco de María Elena con canciones para niños y adultos, un disco de duetos con Silvio Rodríguez, Ana Belén, Víctor Manuel, Sabina, Serrat, Miguel Ríos, el Kanka, Rozalén y Andrés Suárez de la nueva generación.

La pasión de Alejo Stivel por el rock argentino influyó en el sonido único de Tequila
La pasión de Alejo Stivel por el rock argentino influyó en el sonido único de Tequila

—Hablando de que volviste a cantar después de 20 años, hace un par de meses Tequila llenó la Plaza Mayor. ¿Cómo fue? ¿Tequila, nunca más?

—Sí, nos invitaron para la fiesta de la hispanidad. Nosotros ya nos habíamos separado e incluso habíamos dado un concierto con el “Adiós Tequila” en el Wizink Center, pero nos siguen llamando… Y hay que ir. Digamos que no es un proyecto que tengamos vivo. Está hibernando. Mientras Ariel y yo estemos vivos va a haber una posibilidad o no de que pase algo. Nosotros seguimos cada uno con nuestras carreras poniendo ahí el foco, pero si de repente sucede que nos da ganas, lo hacemos.

—Toda una vida con Ariel Rot y pensar, dicho por el mismo Ariel, que su papá no quería que se juntara con vos.

—(Risas) Claro, él venía de una casa burguesa con todo muy ordenado y bien, y yo venía de una casa superbohemia, de ultraizquierda donde había libertinaje. Nunca tuve horario para irme a la cama. En mi casa pasaban la noche Julio Cortázar con Rodolfo Walsh, Paco y tres más y yo me quedaba oyendo lo que decían y nadie me mandaba a dormir.

Trasnoché, con David Viñas y Tito Cossa, con actores… Una vida cultural altísima en mi casa y yo con 8 años. Entonces tenía unas costumbres no muy ortodoxas y era rebelde y quilombero y así iba por la calle. Y en un momento eso chocó con la educación que los padres de Ariel querían para él y durante unos meses no nos dejaron vernos, pero fracasaron, porque igual nos hablábamos por medio de un amigo: “decile que a las 4 de la tarde nos vemos en la plaza tal y listo”.

—Hoy vivís solo con 2 gatas en un 8vo piso y tenés una deuda con una editorial para sacar tu libro. Debería salir este año y lo ves muy verde aún. ¿Hay alguna otra deuda que te quede?

—Tal vez producir y grabar unos discos más, uno que siga la línea del último solista que grabé, rock and roll. Que me llame la chispa de un proyecto y meterme y seguro hay más cosas interesantes para producir, que el destino me sorprenda.

"Quiero grabar rock and roll", dice Alejo Stivel
"Quiero grabar rock and roll", dice Alejo Stivel

—¿Cómo ves la escena de la música, hoy?

—Antes la composición era con una guitarra y ahora es con una computadora básicamente, pads que se tocan y suenan como instrumentos. Estoy bastante despegado de la escena urbana, como le dicen. En mi programa de radio (Música para animales, los jueves por Rock FM España) paso música de los 60, 70 y 80. Me interesa mucho más la música de esa época. No digo que lo de hoy es malo. Taylor Swift compone bien, canta bien y tiene un buen show, pero habiendo visto a Stevie Wonder, por ejemplo, se me queda un poco corta y hablando de los Grammy por ejemplo, se llevó 4 y bien merecidos. El mismo comentarista de la entrega decía que Frank Sinatra solo ganó 3 y el primero fue recién a los 50 años.

No quiero sonar como el viejo cebollín de que en mi época la música era mejor y entiendo que cada generación tiene sus cosas buenas, pero entre Bad Bunny y Paul Simon, yo me quedo con Paul Simon. Y Bad Bunny acaba de ser elegido como el mejor productor del año. Entiendo que Duki llena estadios, fui a verlo, buena banda y buenos músicos ante más de 60.000 personas, algo que nunca logró Spinetta. Ya agotó el próximo Bernabéu y faltan meses. Es un estilo que creo es para otra generación. Si a la generación de Bing Crosby le metías un solo de Jimi Hendrix, seguramente te pedirán que saques ese sonido infernal. Creo que la música tiene que ver con sus momentos históricos también.

Duki según Alejo Stivel: "buena banda y buenos músicos" (Foto AP/Alejandro Godínez)
Duki según Alejo Stivel: "buena banda y buenos músicos" (Foto AP/Alejandro Godínez)

—¿Y cómo ves este momento histórico?

—Veo que va todo en una gran decadencia y habrá que pasarla lo más dignamente posible. Está claro que estamos en una caída libre. La ciencia ha mejorado, los avances médicos son espectaculares y dicen que se viene otro avance inaudito, pero ojalá nos sirva para algo porque, por otro lado, la cosa va para atrás. Confío en que la inteligencia humana puede resolver el problema mundial climático, pero es la avaricia la que no deja que eso pueda ocurrir. Los intereses no lo permiten. Tesla inventó una energía inocua y gratuita hace más de 100 años y es el negocio del petróleo, la electricidad o la energía la que no van a dejar que eso sea. Están destrozando todo y cuando llegue el final, también morirán ellos con sus cuentas bancarias.

Por otro lado, creo, hay un consumo que impide que la gente quiera renunciar a determinadas cosas a las que ya se acostumbró. Por ejemplo, si te dicen que no podés volar más por el mundo, o solo podés consumir productos de tu zona, no sé… Volver a vivir como antes de la polución mundial, andar en bicicleta, trabajar cerca de tu vivienda, olvidarte de giras y furgonetas y conciertos con luces y sonido. Creo que la gente preferiría morir antes que abandonarlo todo un tiempo en pos de recuperar el planeta.

[Fotos: gentileza Alejo Stivel]

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