La Catedral de Notre Dame ha iniciado el proceso de retirada de los andamios que rodeaban su emblemática aguja, dañada gravemente por un incendio en abril de 2019. Según informó la entidad encargada de la reconstrucción a la Agencia France-Presse (AFP), este paso marca un momento significativo en los esfuerzos de restauración del histórico edificio, esperando que la estructura esté completamente visible antes de los Juegos Olímpicos de París.
El desmonte del andaime, que comenzó recientemente, se lleva a cabo en la aguja diseñada en el siglo XIX por Eugène Viollet Le Duc, una construcción que destaca por su uso de madera de roble macizo y una cubierta de plomo. Este andamiaje especial no solo soportaba un peso de 600 toneladas y se componía de 70,000 piezas metálicas, sino que también alcanzaba una altura de 100 metros, jugando un papel crucial en el proceso de reconstrucción de la aguja, la corona, la cruz y el gallo decorativos que ya se han hecho visibles.
La trágica destrucción de parte de Notre Dame, incluida su famosa aguja, conmovió al mundo entero cuando las llamas consumieron el icónico monumento. La reconstrucción, guiada por la Comisión Nacional del Patrimonio y la Arquitectura (CNPA), ha optado por utilizar materiales y técnicas originales o similares a los usados en su construcción inicial, asegurando que la autenticidad del edificio se conserve. Además de esto, se ha programado la reapertura de la catedral para el 8 de diciembre, mientras que los trabajos de restauración continuarán durante los próximos Juegos Olímpicos y Paralímpicos.
A pesar de que las causas precisas del incendio siguen bajo investigación judicial, la hipótesis principal sugiere que el siniestro fue accidental. Estos esfuerzos de renovación no solamente reflejan el compromiso de Francia con la preservación de su patrimonio cultural, sino que también simbolizan la resiliencia y la capacidad de recuperación ante adversidades no solamente de París sino del mundo entero.
Notre-Dame estará equipada en particular con un sistema de vaporización, que actualmente se está instalando debajo del techo y en la aguja, que, según Jost, detendría inmediatamente la propagación de cualquier incendio.
Su historia es milenaria. Empezando por el lugar donde está ubicada: los celtas celebraban ahí sus ceremonias, los romanos erigieron un templo al dios Júpiter y la iglesia cristiana erigió su primera sede en París. Fue el obispo Maurice de Sully quien sugirió en 1160 la creación de una iglesia digna de sus valores. El proyecto era ambicioso: Luis VII y gran parte de la población lo financió.
Influida por la abadía de Saint Denis —emblemática iglesia, célebre por ser la primera del estilo gótico y por tener sepultados en ella a la mayor parte de los reyes franceses—, la construcción se inició en 1163. No hay fecha precisa de cuando abrió sus puertas a la comunidad, pero ya en 1182 hay registro de que el coro cantaba en la catedral. La construcción duró casi dos siglos: hasta 1345 distintos arquitectos fueron ampliándola hasta convertirla en lo que es hoy.
El rol que ocupó esta catedral es fundamental: un vivo ejemplo de cómo se pensaba la magnitud y monumentalidad de los templos con el objetivo de volverse una propaganda clerical en el paisaje cotidiano frente a la nobleza feudal. Por eso, la arquitectura gótica es una forma de acentuar el poder de la iglesia en la conformación de las grandes capitales. A su alrededor se celebraban las festivales. La catedral de Notre Dame de París es quizás el mejor ejemplo de esta tendencia.
El paso del tiempo fue dejando sus marcas. En la década de 1790, tras la Revolución francesa, hubo robos, daños y profanación pero en 1802, tras un período en que se usó como almacén, volvió a ocupar su rol gracias a Napoleón Bonaparte, quien, ahí mismo, dos años después, se coronó emperador. Pero quizás todo cambió cuando, durante los dos siglos siguientes, se volvió un terreno fértil para la imaginación: obras literarias que la tuvieron como protagonista.
Fuente: AFP
[Fotos: Ludovic Marin / AFP]