La artista Marina Abramović, célebre por sus performances en las que exploraba los límites del dolor en su propio cuerpo, sostiene que mientras que el sufrimiento físico “es fácil de conquistar”, el psicológico es “un infierno”.
En 1974, desafió al público al poner 72 objetos a su disposición para que los usaran en su cuerpo, asumiendo todas las consecuencias. Este acto llevó a experiencias extremas, desde cortes con cuchillas hasta ser apuntada con una pistola cargada.
Abramović, en una entrevista durante su estancia en Brasil para presentar su nueva obra, Generator, revela que solo realiza las ideas que más le “asustan”, lo que le ha llevado a evolucionar como artista. “Odio repetirme”, sentencia, “prefiero explorar diferentes territorios”.
De la carne al alma: la metamorfosis artística de Abramović
Después de años trabajando el dolor corporal, impactando a la audiencia de sus performances, la artista serbia asegura que perdió “el miedo” a este tipo de sufrimiento. Sin embargo, se abría ante ella otro gran frente: el dolor emocional.
En su obra The Artist is Present, llevada a cabo en el Museo de Arte de Nueva York durante casi tres meses, Abramović pasaba ocho horas al día sentada en silencio, permitiendo que los espectadores se sentaran frente a ella.
“Sentada en frente de esas personas, sus emociones y energía fluían a través de mí”, describe. Una performance de tan larga duración exigía no solo resistencia física sino también una preparación mental intensa para gestionar las emociones y la energía de la audiencia.
Según Abramović, las performances de larga duración son enormemente “transformadoras”.
“Cuando se trata de tres horas puedes actuar, pero cuando se trata de meses es imposible. Eres totalmente vulnerable, tienes que mostrar tu verdadero yo”, añade.
Para apoyar a jóvenes artistas en este tipo de trabajos, creó el Instituto Abramović, donde enseña un método que incluye la falta de estímulos, como la restricción de alimentos y la prohibición de tecnología, lectura y habla durante cinco días.
La travesía creativa a través los minerales
Abramović explica que para llevar a cabo su proceso creativo, odia “estar en el estudio”, un lugar que considera como estar en una “jaula”. “Tienes que vivir y de la vida vienen las ideas”, afirma.
En este sentido, recuerda cuando comenzó a investigar las propiedades de los minerales y viajó a Brasil, donde pasó tiempo viviendo y trabajando en diferentes minas.
Explica que se sentaba en una silla “en frente de las piedras”, meditando hasta que le dijesen “qué es lo que tenía que hacer”. “Yo soy simplemente un canal, la energía fluye a través de mí”, afirma Abramović.
Uno de los resultados de esta inmersión en las excavaciones mineras fue Shoes for Departure”, unos zapatos hechos de 70 kilos de amatista en los que el público tiene que ponerse en los pies para partir “mentalmente”.
Su obra más reciente, Generator, inaugurada este fin de semana en Brasil, utiliza cuarzo rosa para llegar al corazón del público, invitándolos a interactuar con la instalación y sanando a las personas.
Este proyecto se encuentra en la Usina de Arte, un espacio artístico y proyecto comunitario ubicado en Santa Terezinha, un pequeño pueblo en el noreste de Brasil, donde se pueden visitar las obras de otros artistas como Juliana Notari y Regina Silveira.
Para Abramović, es “muy importante” que esta obra se encuentre alejada de los grandes centros como São Paulo o Río de Janeiro, lo que permite “acercar el arte” a lugares donde normalmente no llegaría.
Fuente: EFE