
Una exitosa serie de televisión del cineasta Wong Kar-wai, ambientada en la descarnada pero glamorosa Shanghái de los años 1990, desató una ola de nostalgia por la época de oro de la megaciudad, y revivió el interés por su dialecto, cada vez menos usado.
La serie Blossoms Shanghai es el debut del autor hongkonés en la pantalla chica, y retrata el ascenso de su protagonista, un desconocido que se convierte en un magnate empresarial durante la apertura económica china.
Su elenco incluye a las superestrellas chinas Hu Ge y Ma Yili, pero es el vernáculo shanghainés el verdadero protagonista. Es un raro papel protagónico para el idioma, otrora valorado para distinguir a los locales de los de otras partes de China.
Las películas de Wong son generalmente habladas en cantonés, la lengua de Hong Kong, incluso en Felices Juntos, de 1997, sobre una pareja de hongkoneses gay en Buenos Aires. También dirigió en inglés My blueberry nights, de 2007.

Aunque el shanghainés es hablado por unas 14 millones de personas, ha desaparecido del uso cotidiano después de décadas de esfuerzos gubernamentales por limitar los dialectos locales y promover el mandarín.
“Me sentí muy feliz de que los shanghaineses tuviéramos otro programa de televisión propio”, comentó Xie Niyun, de 22 años, mientras fotografiaba una muestra de “Blossoms” afuera del Peace Hotel de Shanghái.
El mandarín es la lengua oficial china, pero sus 1.400 millones de habitantes también hablan decenas de lenguas regionales. La serie lanzada en diciembre puede ser vista en mandarín o shanghainés, algo raro en una gran producción televisiva.
Usuarios de redes sociales publicaron tutoriales sobre frases shanghainesas comunes y debatieron la precisión del lenguaje de la serie. Ese entusiasmo recuerda al que generó la comedia romántica B for Busy, de 2021, que también empleó el shanghainés en parte de sus diálogos. Y se vio potenciado por la celebridad del director Wong y los actores.

Seguidores han acudido a los sitios de grabación en la ciudad, incluyendo el casi centenario Peace Hotel y el Cathay Theatre, de estilo art deco. A lo largo de la ciudad han surgido caminatas temáticas y menús especiales que buscan capitalizar la popularidad de la serie.
Viendo Blossoms “siento como que estuviéramos viendo los tiempos felices de nuestros padres, cuando tenían nuestra edad”, comentó Duan, de unos 30 años, muchos de ellos vividos en Shanghái.
Originaria de la provincia de Shangdong, Duan necesita subtítulos para ver la serie en shanghainés, pero dice que lo prefiere porque “la versión en mandarín no tiene el mismo sabor”.
“Crisis de herencia”

El gobernante Partido Comunista ve al mandarín como una herramienta unificadora para impulsar sus valores políticos e ideología, y ha buscado suprimir el uso de lenguas regionales. Esa política lingüística ha generado protestas desde la provincia sureña de Cantón a Mongolia Interior, en el norte.
El uso de lenguas regionales no está prohibido, pero el mandarín ha sido favorecido para su uso en escuelas, comercios y comunicaciones oficiales, con lo cual las lenguas locales pierden valor, en especial entre los jóvenes.
En Shanghái, una decisión gubernamental de 1992 de prohibir el shanghainés en las escuelas causó una “crisis de herencia”, según el lingüista Qian Nairong.
El mandarín es la principal lengua en la ciudad pese a los esfuerzos por reintroducir el vernáculo local en anuncios de transporte público y clubes escolares.

En una pequeña escuela lingüística en la antigua Concesión Francesa, Jason Wang es uno de los pocos tutores que brinda clases de shanghainés, en general para extranjeros. Lamenta la falta de libros de texto actualizados que transcriban la sonoridad de la lengua, algo que dificulta su enseñanza para los foráneos.
Wang dice esperar más representación del shanghainés en cine y música, y cita la popularidad de la cultura de Hong Kong que llevó a muchos a “aprender cantonés porque les encanta la música cantonesa”.
En las calles de Shanghái, un poblador de cerca de 70 años de apellido Yu dice confiar en que el dialecto sea retomado lentamente. “Es una cultura enraizada en Shanghái, no se puede perder”, expresó.
Fuente: AFP
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