La euforia de Fuerza Bruta, según Diqui James

La vanguardista compañía teatral vuelve a presentar “Aven” en Buenos Aires. “Nuestra mayor influencia es el teatro callejero: las fiestas populares donde todo el mundo se emociona”, dice su director

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Fuerza Bruta repone su nuevo espectáculo "Aven" en Buenos Aires

“¿Cómo la pasaste?”. Lo primero que quiere saber Diqui James, alma pater de Fuerza Bruta, es cómo vivió uno la experiencia. Después de un breve receso de vacaciones y antes de llevar el show a Londres, la compañía volvió a presentar Aven en la Sala Sinpiso de GEBA: un show sin techo con marca registrada, pero también con las novedades y los riesgos que permiten los años de madurez.

Aven es una fantasía coreográfica: catorce actores en escena que dejan el cuerpo en cada danza, en cada salto, en cada golpe de redoblante. Con escenografías gigantes, con juegos de luces estroboscópicas, con la invitación a moverse por la sala siguiendo a los actores —y a bailar con ellos—, con objetos gigantes como un globo terráqueo enorme que cruza el cielo del lugar y una ballena que sumerge a los espectadores en un océano de laser, la apuesta de Fuerza Bruta es contagiar esa energía, pero para provocar emoción y alegría. Y, en este espectáculo en particular, acaso también dar un mensaje sutil pero tangible por la preferencia ecológica.

“Es difícil ponerle nombre a las cosas”, dice James por zoom desde su oficina móvil, como le dice al auto. “Me gusta que el título sea una palabra con un significado abstracto, y, como salimos de gira, a veces una palabra en español suena mal en otros idiomas”. Aven, entonces, resuena a Heaven en inglés y a aventura en español. Paraíso y osadía resumen bastante bien la propuesta: algo excitante, contundente, energético, feliz.

"El desafío era cómo generar la dinámica teatral y la acción", dice Diqui James, director de Fuerza Bruta
"El desafío era cómo generar la dinámica teatral y la acción", dice Diqui James, director de Fuerza Bruta

Más que una pregunta, tengo una observación: la fuerza de Fuerza Bruta está siempre presente, pero en este show hay mucha dulzura. Y se nota, por ejemplo, en cómo los chicos chiquitos se entusiasman con las escenografías y quieren tocar las cosas: el mundo, las mariposas, la ballena.

—Sí, es absolutamente parte de la búsqueda de Aven. De alguna manera estamos dejando atrás la oscuridad o la tensión que hacíamos en Wayra: una opresión para después sentir la liberación. Acá queríamos ir hacia un lugar donde el público esté completamente con la guardia baja. Que no necesite cuidarse de nada, que no haya ningún momento de incomodidad. El desafío era cómo generar la dinámica teatral y la acción, y que no se diluya por no pasar por esos lugares. Nos fuimos animando a no recurrir a lo que nos saldría naturalmente, que es ir al golpe, al efecto. Es como si el show latiera entre la euforia y la alegría y la emoción.

¿Y con respecto a la presencia de tantos chicos con sus papás?

—Sin quererlo, al hacer el show de esta manera, nos dimos cuenta de que vienen muchísimos más chicos y muchísimos más adultos grandes. Grupos de mujeres de setenta, de ochenta. Nos dimos cuenta de que los domingos vienen más nenes —ahora que están de vacaciones también vienen los días de semana— y a la vez hay pibes de 20, de 30. Me encanta, porque nuestra mayor influencia es el teatro callejero: las fiestas populares donde todo el mundo se cruza y se emociona. Esos momentos donde la gente se une en una celebración.

Fuerza Bruta reestrenó "Aven" y lo presentará en Buenos Aires hasta el 13 de febrero
Fuerza Bruta reestrenó "Aven" y lo presentará en Buenos Aires hasta el 13 de febrero

Uno llega a Aven y ya antes de empezar hay un set de una Dj. El show termina y vuelve la música. ¿Cuánto dura la experiencia? ¿Cómo planteas un show que no tiene ni comienzo ni fin?

—El show es a las 21, por lo que abrimos una hora antes. Es importante el rol del lobby, el bar. Podés ir a tomar algo, podés ver una muestra de arte porque pusimos cuadros en todo el lobby. Le damos mucha bola a que todos sean recibidos bien, que sea un espacio cómodo, festivo, relajado. Estamos atentos a cualquier necesidad: si alguien tiene una discapacidad, si vienen grupos grandes. La previa es importantísima porque el show te lleva a un lugar tan afuera de tu cotidianidad que si venís directo del trabajo, el choque es duro. Por eso empieza ahí, para que te sientas cómodo.

¿Y el final?

—Yo siempre odié lo que pasa en los teatros del mundo, cuando termina el espectáculo y te echan. De golpe estás emocionado, con ganas de sacarte fotos, de hablar con tus amigos, de volverte a encontrar, y empiezan a barrerte para afuera. Entonces hace unos años, encontré el truco de poner un tema musical como parte del show. Así no pueden sacar a la gente. Ahora lo hice más extremo. Ponemos una instalación nueva con una pelota plateada gigante y bajamos “la catedral”, como le decimos nosotros al lugar de las proyecciones, y la DJ vuelve a tocar media hora más. O sea, que el show dura un poco más de una hora pero lo presento como si durara noventa y cinco minutos. Es la vieja idea de tratar bien a la gente: eso es lo que hacemos.

"El show te lleva a un lugar afuera de tu cotidianidad", define Diqui James
"El show te lleva a un lugar afuera de tu cotidianidad", define Diqui James

¿Cómo te llevás con la presencia permanente del teléfono celular? Sorprendente que mucha gente vea la escenografía a través de la pantallita.

—Me costó un poco, pero enseguida me hice amigo. Si te presento un lugar de libertad y vos querés usar teléfono y sacar fotos, yo no puedo reprimirte. Lo único que pedimos es que no use la luz, porque te puede joder artísticamente. El celular ya es parte de nuestro cuerpo. A los actores les digo que se amiguen con los celulares, que jueguen con eso. Si te ponen un celular adelante de la cara, no es que te están poniendo distancia, sino que les gusta lo que está viendo. Hicimos un show en Japón basado en la cultura japonesa; fue espectacular. Diez shows por semana durante un año, fueron más de 500 shows. Y en el de preestreno nadie sacaba una foto: yo me empecé a deprimir mal. “Cómo puede ser, no les gusta”. Y cuando le digo al productor si era un fracaso, él me dijo que habían pedido no sacar fotos. Ahí me di cuenta de la importancia del teléfono. Cuando el actor me dice: “Me ponen el teléfono en la cara”, yo le digo: “Preocupate el día que no veas ni una cámara”.

A mitad de año vuelven a Londres: ¿cómo eligen la sala?

—Bueno, es el primer gran desafío de hacer un espectáculo con este formato. En GEBA tenemos la ventaja de que la diseñamos nosotros. Muchas veces vamos a carpas, que son como edificios. En Londres, tenemos la suerte de que el Roundhouse es un lugar perfecto en todo sentido. Es un lugar mítico; es tremendo formar parte de la historia. Ahí tocaron Hendrix, Led Zeppelin, Pink Floyd. En el 99 estuvimos con De La Guarda, después se cerró en el 2000 para una remodelación enorme, y cuando lo abrieron en el 2007 eligieron a Fuerza Bruta para hacer el primer show. Es muy emocionante estar ahí.

"Aven", el espectáculo de Fuerza Bruta, se presenta en la sala Sin Piso de GEBA
"Aven", el espectáculo de Fuerza Bruta, se presenta en la sala Sin Piso de GEBA

¿Cuánta gente hace Fuerza Bruta? Y no sólo hablo de los actores en escena, sino de los técnicos y el staff, que traen los armazones y son súper gentiles dando indicaciones.

—Los actores son catorce. Ahora somos un poco más porque estamos entrenando para hacer una compañía nueva. Y los técnicos son parte del show. A mí me gusta que se vean. No los escondemos para nada. Ensayan como los actores y saben que son parte del show. Me alegra lo que me decís porque ellos tienen que cuidar a la gente, cuidar a los actores, mover las escenografías y al mismo tiempo estar en el mismo estado emocional que está la gente y los actores.

¿Cómo te imaginas la salida del tipo que va a ver Fuerza Bruta?

—¿Cómo me imagino el público? Me encantó que el Time Out de New York nos puso como el mejor show para una primera cita. No es fácil elegir el lugar de la primera cita y acá tenés la previa, comés algo, tomás algo, estás charlando, escuchas música, ves los cuadros, es súper alegre, compartís el show, y después te podés quedar bailando, charlando. También es un show para vivir en grupo. Es una salida de dos o tres horas para relajarte, emocionarte, compartir.

[Fotos: Télam S. E. - Sophia Alexandre gentileza prensa FB]

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