Con un amplio programa de actividades que incluye exposiciones, publicaciones, proyectos audiovisuales, musicales y de artes escénicas, así como iniciativas educativas y académicas, este 2024 continúan las celebraciones por los 100 años del nacimiento de Eduardo Chillida, el “arquitecto del vacío”, como llamaban a este creador vasco que con esculturas que fusionaba con el paisaje desafiaba la gravedad, uno de los más importantes artistas españoles del siglo XX.
La Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce continuará este año los homenajes iniciados en 2023 con la idea de dar a conocer la obra de Chillida, sobre todo, a las nuevas generaciones. El genial escultor nacido el 10 de enero de 1924 en San Sebastián y fallecido en esa misma ciudad el 19 de agosto de 2002 indagó “la forma en que las esculturas se comunicaban con el espacio y el vacío, el límite y la escala, la naturaleza, el mar y la Tierra”, se lee en la página web de la institución.
El cronograma impulsa los valores, la sensibilidad y los aportes a la Historia del arte contemporáneo de un creador que, sin embargo, nunca soñó con hacer arte sino goles. Chillida se volcó al arte una vez truncada su carrera futbolística, a los 19 años por una lesión, y desde ese arte que en principio no añoraba “construyó un lenguaje universal con figuras imposibles que hablaban de la tolerancia, la libertad y el respeto por la naturaleza”, indica la fundación.
Arte y fútbol: dos oficios, decía Chillida, entre los que, de todos modos, “apenas” había diferencias, porque en ambos había que “desarrollar la capacidad de controlar el espacio y el tiempo”.
Anclado en el entorno y sus raíces, El peine del viento XV (1976) es una de sus obras emblemáticas, marcada por su infancia junto al mar en San Sebastián. También es conocido por la septualogía escultórica que bajo el nombre “Lugar de encuentros” recorre ciudades españolas como Madrid, donde instaló en 1972 la Sirena varada que en Toledo y Palma de Mallorca hizo emerger del suelo, utilizando el mismo material, hormigón, pero esta vez experimentando con el equilibrio y la liviandad.
Chillida comenzó la carrera de Arquitectura en 1943 y la abandonó en 1947 para ingresar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Su facilidad para el dibujo lo llevó a hacer las ilustraciones con la mano izquierda aún siendo diestro, porque, decía, “la facilidad puede ser un peligro”. Esta idea lo llevaría a experimentar con el viento y el vacío e incluso a desafiar las leyes de gravedad durante su carrera. Ejemplo de esto es el monumento Rumor de límites IX (1971) que construyó frente al rascacielos Thyssen en la ciudad alemana de Düsseldorf.
Chillida llegó a París con una beca en 1948 y ahí conoció al artista Pablo Palazuelo. Tras ser influenciado por las obras de la Grecia Antigua hizo sus primeras esculturas figurativas en yeso y logró el reconocimiento que culminó con una exposición en el mítico Salón de mayo de París. Pero en 1950 sufrió una crisis artística y eso lo hizo volver al País Vasco, donde se casó con Pilar Belzunce -con quien tuvo ocho hijos- y comenzó a trabajar el hierro cuando descubrió el trabajo de un vecino que era herrero. Su primera escultura abstracta fue Ilarik, realizada en conexión con las estelas funerarias.
En 1954 tuvo su primera muestra individual en la Librería Clan, de Madrid, y luego participó en una colectiva de la prestigiosa galería Maeght dedicada a artistas emergentes, donde fue el más joven junto a Chagall, Miró, Calder o Giacometti. Ese año tuvo su primer encargo público: “las puertas de la Basílica de Aránzazu, una superproducción de planchas metálicas de formas geométricas a modo de collage”, relatan en el sitio de la fundación.
También trabajó el acero, la piedra, la madera, el duro alabastro y el chamote (arcilla de una sola quema) en obras públicas monumentales y esculturas individuales e hizo dibujos, collages y grabados inspirados en la naturaleza, la música y el universo.
De algún modo eclipsado por el año Picasso -del que se cumplieron 50 años de su muerte en 2023-, el programa centrado en la obra y pensamiento de Chillida que se inició en marzo último se prolongará hasta 2026 inclusive, indican desde la fundación.
Bajo el lema “Eduardo Chillida 100 años. Lugar de encuentro”, esta iniciativa pone en valor su obra pública, representada en 45 esculturas que se transformaron en “lugares de encuentro para la sociedad” y que pusieron de manifiesto que “Chillida era un ‘creador de lugares’”, agregan, sobre las piezas que se funden con el paisaje desde Donostia a Helsinki, pasando por Frankfurt y Berlín, hasta Dallas o Washington.
Con motivo de la celebración de este centenario, en el Museo Würth de Künzelsau de Alemania se podrá visitar hasta octubre la muestra Sculptors & Spaces: Anthony Caro and Eduardo Chillida, que reúne unas 70 esculturas y murales de los artistas nacidos en 1924 y hasta abril podrá verse la exposición Universo Maeght (Chillida Leku, ayuntamiento de Hernani).
El núcleo central de la programación tendrá lugar entre 2024 y 2025 con exposiciones que abordan facetas del artista, algunas de las cuales se instalarán en Chillida Leku, el espacio inaugurado en 2000, catalogado como el lugar más íntimo y personal que alberga su trabajo, además de otros museos españoles. La celebración se extenderá a galerías y museos de todo el mundo como el Museo Würth, de Künzelsau; The San Diego Museum of Art y la Galería de Arte del Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile, expandiendo el programa más allá de lo conmemorativo.
Incluso su obra pública será parte de estos homenajes. Habrá un cómic, El Mapa de Chillida, que publicará Norma y proyectos editoriales como Escritos de Chillida, un libro que viene con una biografía ilustrada, o la novedosa recopilación de vivencias y recuerdos junto a su esposa, titulada Una vida para el arte, de Susana Chillida, publicada por Galaxia Gutenberg y HW Publishers. Es en esa amalgama que la Real Sociedad de Fútbol se sumará a las conmemoraciones del centenario de quien fue el arquero de la temporada 1942-1943.
Chillida falleció dejando inconcluso un gran monumento a la tolerancia, en el corazón de la montaña (sagrada) Tindaya, en Fuerteventura, una obra escultórica también concebida en diálogo con el entorno, donde el espacio interior de la montaña, en sus palabras, “no sería visible desde fuera, pero los hombres que penetraran en su corazón verían la luz del sol, y de la luna, dentro de una montaña volcada al mar y al horizonte inalcanzable, necesario” e “inexistente”.
Chillida recibió, entre otras distinciones, el Diploma de Honor en la X Triennale di Milano (1954); el Graham Foundation Award de Chicago y el Gran Premio Internacional de Escultura de la Bienal de Venecia en 1958; el Premio Kandinsky (1960) y el Wilhelm Lehmbruck (1966).
Para 1980 sus piezas eran expuestas en el Guggenheim de Nueva York, el Palacio de Cristal de Madrid y el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Algunas de sus obras más recordadas son Elogio del agua en Barcelona (1987), Elogio al horizonte (1989, Gijón), el Monumento a la tolerancia (1992, Sevilla), un encargo que recuerda la expulsión de los judíos de España en 1492, y Jaula de la libertad (1997, Alemania).
Fuente: Telam