La Pollera, 10 años entre grandes rescates y literatura contemporánea

El editor y cofundador de la editorial chilena, Nicolás Leyton, dialogó con Infobae Cultura sobre el desarrollo y la particular mirada de la casa editora

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La Pollera se presentó en Big Sur para desvelar una década de pasión por los libros y para presentar sus próximas novedades
La Pollera se presentó en Big Sur para desvelar una década de pasión por los libros y para presentar sus próximas novedades

Nicolás Leyton, editor de la trasandina La Pollera repasó su origen, sus motivaciones y algunas de las claves y estrategias que produjeron el crecimiento de la casa editora chilena tras cumplirse su primera década de existencia, en un encuentro del que participaron libreros, bookstagrammers y generadores de contenido, para luego dialogar con Infobae Cultura sobre algunos de los puntos más destacados del proyecto.

Sostuvo que la génesis de la editorial –cuyo nombre no tiene una historia que lo sostenga, aclara entre sonrisas– se produjo a partir de una revista que editaba junto con Simón Ergas en la que trataban literatura, cine, música, artes visuales, teatro, pero con un principio claro, el “de sacar la cultura de los recintos especializados”. En medio de aquella experiencia, “por accidente” les llegaron “los manuscritos de un autor que prácticamente estuvo inédito en Chile, José Edwards”.

La familia del escritor, dice, los encontró “literalmente en un clóset de una casa” y a partir de allí saltaron a una publicación que devino en tres libros y abrió el camino a toda una serie de rescates patrimoniales de obras, en algunos casos inéditas, de grandes autores que no llegaban a librerías.

De a poco, el rescate se extendió a otros escritores que por alguna razón no hubieran sido publicadas en su lugar de origen, como Juan Emar, cuyo trabajo les tocó transcribir, porque ni siquiera estaba mecanografiado y debieron hasta deducir su letra. Eso los fue posicionando como editorial y les permitió empezar a abrir un campo. Para ese entonces, se sumó quien al día de hoy continúa siendo parte del equipo, el diseñador Pablo Martínez.

Por "accidente" llegaron a la obra de José Edwards, lo que fue el puntapié para la editorial
Por "accidente" llegaron a la obra de José Edwards, lo que fue el puntapié para la editorial

Pero fue el Poema de Chile, de Gabriela Mistral, un libro que no había estado a disposición de los lectores, y que sólo había circulado “entre gerentes de la Compañía de Aguas de Chile”, el que considera el “trabajo más importante de la Mistral” y que los”terminó de catapultar”.

Para ese entonces, seguían “autodistribuyéndose”, y su llegada a la Argentina colaboró para consolidar el trabajo de rescate patrimonial. Si bien, “si uno ve el catálogo de los últimos años, quizá ha ido decreciendo un poco”, sigue siendo una línea importante dentro de la editorial, y preparan el primer rescate patrimonial de una autora argentina. Florencia Abbate –quien ya habían publicado El grito– halló Mineros de Asturias, de una corresponsal de guerra que fue a cubrir la revolución de los mineros de Asturias un poco antes de la guerra civil española, y será Abbate quien se ocupe de la edición.

En ese camino, tras trabajar “con autores muertos”, de “lidiar con sucesiones”, estaba latente la idea de la apuesta por los narradores contemporáneos. Pero no dejaban de hacerse la pregunta acerca de cómo salir a buscar autores. “No estábamos tan vinculados al mundo o a la escena literaria chilena”, cuenta, pero a través de un concurso apareció Constanza Gutiérrez, a quien le publicaron Incompetentes, una primera obra que fue, además, el debut en narrativa para La Pollera. Esto abrió el terreno que, con el tiempo, ha ido creciendo, y ha sumado, además, autores argentinos, como Marcelo Vera, Leandro Ávalos Blacha y J.P. Zooey, uno de los primeros, a quien le publicaron Manija.

“Nos gusta descubrir autores, nos gusta apostar. Publicamos, y seguimos publicando, muchas primeras obras. Nos gusta trabajar con los autores los textos”, ya que, reconocen, no son una editorial muy asidua a la compra de derechos.

Nicolás Leyton, con entusiasmo, reconoce que el público lector de Argentina hace comentarios "de un espesor que, en verdad, viene dado por un sistema educacional envidiable que tiene este país"
Nicolás Leyton, con entusiasmo, reconoce que el público lector de Argentina hace comentarios "de un espesor que, en verdad, viene dado por un sistema educacional envidiable que tiene este país"

Por gusto –”como por una cosa de interés, de vocación, de gusto por los clásicos, de gusto por la literatura”, y vinculado con el rescate, la tercera línea que sumaron a la editorial fue la de las traducciones propias. “Y a propósito del rescate, también se vincula en ese sentido con la traducción, porque Mark Twain y Gabriela Mistral, finalmente, si bien escribieron en idiomas distintos, son patrimonio universal de la literatura”. Sin desviarse del foco inicial, sumaron a su catálogo además de Twain a Stefan Zweig, Jack London, Anne Carson y Erik Satie, entre otros.

Ya en 2019, poco antes de la revuelta de octubre en Chile, tomaron la decisión de “meterle energía” y sostener el ritmo de publicación con el cual estaban trabajando. Para principios de octubre sumaron al equipo, como editor, a Daniel Campusano, que ya era autor de la casa y que tenía vasta experiencia en el oficio, ya que había trabajado en una multinacional. Y él se encargó de abrir las últimas dos líneas de publicación. Por un lado, una línea de divulgación científica –de la cual, pandemia mediante, han llegado pocos volúmenes al país–, y, por el otro, una colección de no ficción que, aclara, tiene “dos patas”, una más cercana al periodismo de investigación, “pero no periodismo de datos, sino más cercano al periodismo narrativo”, y otra, Surcos de territorio, dedicada a abordar autores de provincia que fueron a vivir a grandes ciudades.

En la línea de divulgación científica, el propósito sigue siendo el mismo: “Conseguir grandes académicos, científicos, autores y poder hacer libros para público general, libros no para gente especializada”. En esa serie publicaron, entre otros, Rubato: procesos musicales y una playlist personal, de Paolo Bortolameolli; Vida sumergida: por qué necesitamos el océano, y Navegantes ancestrales, sobre la historia de las tortugas. En esa instancia se dieron cuenta de que hay temáticas transversales, que pueden ser leídas y bien recibidas en distintos lugares del planeta.

En la primera pata de la línea de no ficción se encuentra el flamante Premio Municipal de Literatura en Género Periodístico, otorgado a Esteban David Contardo por Náusea: Crónica de una zona de sacrificio, una primera obra de un autor que escribe acerca de la actividad de las industrias contaminantes que cuenta con el aval del Gobierno.

El equipo al completo de La Pollera en Chile, de izquierda a derecha, Daniel Campusano, David Valbuena, Antonia Núñez, Simón Ergas, Nicolás Leyton y Pablo Martínez
El equipo al completo de La Pollera en Chile, de izquierda a derecha, Daniel Campusano, David Valbuena, Antonia Núñez, Simón Ergas, Nicolás Leyton y Pablo Martínez

En tanto que Surcos del territorio nace de una inquietud de Daniel Campusano para que autores que vivían en alguna provincia chilena y salieron de allí para irse a una ciudad hicieran el ejercicio de reconocer el lugar de origen, para, dependiendo como había sido abordado, ser “un ejercicio de memoria o un ejercicio de exploración sentimental”.

Entre las novedades que vienen, Leyton mencionó dos de la colección Surcos del territorio, Hija ilustre y La magia del sur; mientras que entre las traducciones, se destacan, Capítulos de mi autobiografía, de Twain, libro en el que los lectores, cuenta Leyton, “se van a encontrar a los personajes que aparecen en sus libros”. Va a publicarse una edición conmemorativa por los diez años de Leñador, editada aquí Fiordo. Y finalmente, una de las grandes apuestas son los Recados completos de Gabriela Mistral, un ejemplar único más de setecientas páginas, que, dicen los que saben Mistral crea un género nuevo: “una mezcla entre el ensayo, el epistolar, la columna periodística, la crónica”.

Cinco preguntas

—Tras una etapa en la que se dedicaron de lleno al rescate –por un lado–, y luego, por otro, al concurso que había dado origen a las colecciones de literatura contemporánea, ¿Cómo es que continúan con los rescates? Es decir, ¿cuál es la búsqueda para esos rescates?

—Nosotros, efectivamente, nos hemos mantenido vinculado al rescate, principalmente a través del trabajo que hacen distintos académicos que ya conocen la editorial. Y en el fondo, a partir de investigaciones académicas y trabajos que estos últimos años han estado vinculados a la crónica periodística de autores reconocidos, como Marta Brunet. Sacamos un libro de Roberto Arlt, de escritos periodísticos en Chile. En el fondo, lo que estamos haciendo es tomar el trabajo y la investigación de académicos, ponerlos a ellos como editores a cargo de estos proyectos y poner a disposición estos distintos textos para los lectores.

Quizá el trabajo más grande que hemos hecho, incluso como editorial, es la publicación que hicimos durante este 2023 de los Recados completos de la Gabriela Mistral, que compila alrededor de 720 páginas de textos escritos en diversos medios del mundo. Ya que, a mi juicio, la prosa de la Mistral es de lo más significativo. Insisto, a mi juicio, a mi parecer, es de una calidad que la hacen muy valiosa y, quizá, no tan reconocida.

"Recados completos "de Gabriela Mistral es la gran apuesta de 2023 de La Pollera. 720 páginas de prosa inclasificable de la gran poeta
"Recados completos "de Gabriela Mistral es la gran apuesta de 2023 de La Pollera. 720 páginas de prosa inclasificable de la gran poeta

—Y ya adentrados en la literatura contemporánea ¿cuál es el criterio para elegir esas voces que a ustedes les interesa publicar?

—Y sobre la línea de narrativa contemporánea pasan varias cosas. Nos están escribiendo de distintos lugares. De Argentina nos escriben mucho queriendo publicar con nosotros, lo cual para nosotros es siempre un orgullo. Y el criterio sigue siendo, el criterio de los editores que componemos la editorial, está puesto más en decir “buscamos poca apuesta, por ahora, en relación con salir a buscar a un autor y comprar un derecho de autor”. Nos gusta esto de identificar nuevas voces. Publicamos muchas primeras obras. El año pasado publicamos Islas de calor, de Malu Furche, que este año se ganó dos premios importantísimos en relato [N.d.l.r: también el Premio Municipal de Literatura, por Cuento] en Chile, siendo primera obra. Lo cual para nosotros es muy significativo ir identificando nuevas voces y ayudándolas a posicionarse. Para nosotros es parte de lo que más nos gusta. Entonces, ¿cómo se hace eso? Recibiendo manuscritos. Leyendo y confiando un poco en el criterio de los editores que componemos la editorial.

Obras de la editorial trasandina que se consiguen en Bajalibros
Obras de la editorial trasandina que se consiguen en Bajalibros

—Respecto a la distribución hay colecciones, si no entendí mal, que no llegan, ¿eso tiene que ver con que consideran que por ahí es una literatura más localista o porque creen que no hay un público lector para esas publicaciones? ¿O tiene que ver con algo netamente comercial?

—Para nosotros lo ideal sería poder llegar con todos nuestros libros a Argentina. De hecho, es la manera en la que tratamos de trabajar la editorial en Argentina, a diferencia de otros países. Pero también es cierto que los costos de envío de un país a otro no hacen muy ideal ese tipo de envíos de libros, como solo por darse el gusto uno como editor de que los libros estén. Entonces hay que tener siempre una mirada comercial, y en el caso de muchos libros de la editorial se hacen envíos puntuales, es decir, de, no sé, cincuenta libros, cien libros, que se pueden colocar en librerías de nicho, pero en el fondo no llegan a tener una distribución completa, como el resto del catálogo.

Lo que estamos tratando de hacer es pensar los libros. Si bien nuestro catálogo es bien ecléctico, en ese sentido funciona, siento yo, bien para los lectores, tanto chilenos como argentinos, hay ciertos libros, por ejemplo, de nuestra línea de divulgación, que quizás son muy específicos de temáticas chilenas. Hay libros, probablemente de narradores muy específicos chilenos que, salvo pocos ejemplares, no circulan mucho. Para eso tratamos de aprovechar mucho las ferias del libro, la Feria de editores, sobre todo, para poder llevar todo el catálogo cuando tenemos lectores que ya nos quieren más y están buscando ciertos libros. Pero claro, lo cierto es que uno elige de los cien libros que tenemos publicados cuáles querer trabajar en Argentina. Y sobre la colección Surcos del territorio, nos hemos sorprendido, porque pensamos que era más localista y la verdad es que no. Ha sido superbién recepcionado en distintos países donde hemos podido presentar esos libros. Y eso nos llevó a que a partir del este año vamos a estar publicando en esta línea autores argentinos, en un trabajo conjunto con las chicas de Salvaje Federal.

La Pollera, explica Nicolás Leyton, tiene puesto el foco en acercar obras a los lectores
La Pollera, explica Nicolás Leyton, tiene puesto el foco en acercar obras a los lectores

—No lo mencionaste en la exposición, pero ¿hay algo que consideres que la editorial tiene pendiente y que les gustaría asumir más adelante (por ejemplo, literatura infantil o algún otro género que todavía no hayan explorado)?

—Uy, buena pregunta. Mira, yo creo que hemos podido, durante los últimos años, abarcar gran parte de las áreas que queremos abarcar, como líneas de publicación, por decirlo de alguna manera. Siempre hay más libros que nos gustaría hacer, claramente, pero no sé si nuevas líneas. Siempre es tentador pensar en una línea infantil. Hemos tenido conversaciones con editoras que podrían tomar ese trabajo, pero la verdad es que los editores que estamos trabajando ahora no tenemos esa expertise, entonces, si bien creemos que a la editorial le podría funcionar una línea infantil, por decirlo de alguna manera, no está en nuestros planes. Así que te diría que no, que estamos, a nivel de diversidad de catálogo, bastante bien armado y no hay deuda pendiente en esa línea.

—Si tuvieras la posibilidad de plantearte o de imaginarte un lector posible de La Pollera, ¿cómo creés que sería?

—Siempre me he imaginado, y tiene que ver con el carácter ecléctico del catálogo de la editorial, que me imagino que La Pollera tiene muchos lectores, no tiene un lector, tiene muchos lectores. Y en ese sentido, me imagino, porque los he visto, también me los topo en ferias, me lo topo en casas. De repente que uno va a una casa sin que sepan que uno es el editor y lo bonito que es encontrarte libros de tu editorial ahí, te va mostrando que nuestros lectores son muy distintos. Son jóvenes, algunos cercanos al mundo de la literatura, que leen, por ejemplo, los trabajos de la Anne Carson, que leen toda esta línea de rescate patrimonial como para poder encontrar estas joyitas perdidas de autores clásicos. Pero también el joven que no es del mundo de las letras y que ha oído hablar de Mark Twain y quiere leer algo de él o de Jack London, o que le interesa ver qué se está escribiendo en narrativa contemporánea y apuesta por alguno de nuestros libros. También son viejos, gente mayor. Principalmente son mujeres. Pero lo que quiero decir, al no definir a ese lector, es que hay muchos lectores de la editorial, de las distintas líneas, lectores que son más académicos, hay lectores que son más generalistas, si se quiere. Así que me gusta esto de que no se pueda definir y que, de alguna manera, esté superalineado con el carácter de la editorial.

Fotos: Gentileza de La Pollera, Nicolás Leyton y la autora.

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