El arquitecto convertido en luthier que inventó un instrumento único y diferente

Desde su taller en el oeste del gran Buenos Aires, Ramiro González diseña un modelo particular de bajo, bautizado “RamaBass”, que atrajo la atención de Javier Malosetti y el bajista de Gorillaz entre otros

El luthier Ramiro González trabajando en su taller

Ramiro González es arquitecto. Recibido de técnico en electrónica y amante de la música, tuvo una vida apacible, sin sobresaltos, cuando la gran marca deportiva de la pipa lo contrató para hacer y deshacer con criterio. El buen criterio que supieron saborearle mientras de reojo, lo pasaban por el exprimidor.

Como suele suceder corporativamente, la empresa tercerizó tareas dejando a los idóneos que la ayudaron a crecer librados a su suerte y a pesar de eso, recibió ofertas aún mejores que la anterior. Marcas aún mas grandes que transitó, aprendió, dominó y abandonó. Entonces decidió desordenarse entero porque descubrió que tenerlo todo, al menos en estos términos verticales, jamás lo había hecho ni lo haría feliz.

Frustración, miedo y terapia

El famoso cuento de que se viene la noche y a continuación, la fábula de que “siempre que llovió paró”, o el sol va a salir irremediablemente así que relajate. Pero no, Ramiro jamás se relajó. Lo que hizo fue dejar de vestirse a gusto de las exigencias de otros, ir a la peluquería o asistir a cuanta reunión marketinera las empresas le exigieran. Reuniones a las que jamás faltó y a las que por sobre todas las cosas, se dedicó exhaustivamente y con toda su capacidad.

El cabello comenzó a crecer sin cortes, las mañanas llegaron con mates, con besos al despertar (se casó con Coty Manigot, cantante que acompañó al mismísimo John Lord en el Luna Park) y entendió que vivir de verdad era al menos para él otra cosa y esa otra cosa, se tenía que construir mínimamente en armonía y en el sentido mas literal de la palabra.

El Rama Bass, una invención del luthier gestada tras la pandemia

Lo primero que aprendió es a trabajar sin equipos, sin asistentes, en la soledad más simple que experimentan todos los emprendedores de sueños al despertar de las ideas. Todo lo contrario a su formación. Darse vuelta al pedido de “¿me alcanzás esto?” y descubrirse hablando solo, entendiendo e interpretando todo su pasado en un nuevo presente.

Bajista amateur pero apasionado de toda la vida, hasta fue alumno de Guillermo Vadalá en el barrio porteño de Versalles. Dinámico con el aprendizaje, idóneo con las manos, la técnica y la estética, amigo de la madera, la buena madera que da vida a un instrumento, Ramiro encontró en Rama su ADNy de acá en mas, será el RamaBass quien domine su presente.

—¿Cómo llega un RamaBass a las manos de, por ejemplo, el bajista de Gorillaz o de Andrés Calamaro?

—Primero pasé por todas las derrotas, muerte de mis padres, insomnios y crisis económicas, miedos y desajustes, pandemia, desesperanzas. Empecé a conectar puntos, desde el ENET N2 adolescente, hasta la UBA que me convirtió en profesional y en cualquier conclusión, llegué hasta acá con mis dos manos.

En esa búsqueda identitaria de la felicidad probó de todo -hasta con sus ahorros en la pandemia- que oscilaron desde cerveza artesanal o el rubro de la gastronomía. Cualquiera que lea la palabra pandemia, sabe cuál fue el resultado de uno de esos emprendimientos.

El primer Rama Bass fue vendido a Hong Kong

Fabricio Arias, un carpintero y luthier del barrio de Moreno, le enseñó a trabajar en el ancestral oficio del conocimiento de las maderas, cómo entenderlas, respetarlas, cortarlas y trabajarlas. Dice Ramiro que agarra un pedacito de madera de cualquier lugar y hace sencillamente magia con ella. Alejandro Rivera, chileno, le compartió y enseñó el conocimiento y desarrollo de los programas de software que usa para cada trabajo y “El Tío” Marce Lagos (histórico lutier de Los Redondos), en la fortaleza que hacía falta para saltar. Y así, como sin saberlo, conformaron el tridente que lo hizo confiar y animarse una vez mas a probar o a seguir viviendo, pero esta vez y sin saberlo, con otro horizonte.

“El Tío Marce siempre me dijo: ‘la vas a RE pegar, Rama, porque esto que estás haciendo es lo que debería haber hecho históricamente Fender con su P51′″.

Instagram, los hijos y un futuro de locos

El primer bajo que vendió fue para Hong Kong. A partir de ese momento se puso a fabricar su propio taller, robándole el quincho a su propia casa. Su título en arquitectura le dio acá un formidable abrazo integrador.

Mariano Otero, bajista y productor (Foto: Verónica Guerman)

Con las fotos en las redes, también empezaron a llegar elogios, las felicitaciones que ni él mismo se creía y por supuesto, los encargos. Le fabricó un bajo a Mariano Domínguez (Andrés Calamaro, Emmanuel Horvilleur, Juana Molina, etc) y otro para Mariano Otero (músico de jazz y productor de Fito Páez, Vicentico, etc). Y a partir de todo esto, todo esto se volvió una locura hermosa.

Un día de febrero recibió un comentario de Instagram con un puntito celeste mientras tomaba mates con la hija de Coty en el jardín de casa. Este es en serio, le dijo Annie entre risas incrédulas y abriendo grandes los ojos porque en verdad lo fue: Seye Adelekan, nigeriano, que después de vivir en Ecuador se mudó a Londres para terminar siendo el bajista de Lana del Rey y desde 2017 también de Gorillaz y de K.T. Tunstall, le elogió los bajos. Pero atentos que esto no es todo: le encargó uno. No podía ser cierto y sin embargo, lo era.

Mariano Domínguez, con su Rama Bass en el escenario junto a Calamaro

Lo fabricó tal cual los deseos y las indicaciones de Seye, le mandó a bañar en oro las partes doradas que le pidió con toda celeridad y aún con esa urgencia, el bajo llegó al Coachella tan sobre la hora, que Adelekan no lo pudo estrenar por haber efectuado las pruebas y los seteos para el vivo con su bajo anterior. Sin embargo, sí lo usó para el programa de Jimmy Kimmel acompañando a Damon Albarn junto a Beck y en las entrevistas que ha dado y sigue dando, aparece orgulloso con su exclusivo RamaBass.

En su lista de espera se leen nombres como Jota Mojo (el Kuelgue), Juan Gimenez Kuj (Conociendo Rusia y productor de Niki Nicole) o Javier Malosetti, al que ya le está fabricando su próximo ejemplar entre algodones, respeto y fascinación. Malosetti está enamorado de todos los RamaBass porque asegura que tienen algo hermoso y eso es, según sus palabras, una pata en la historia y otra pata en el mas allá. Hasta marzo de 2024 su agenda escrita está comprometida con pedidos específicos.

Gorillaz junto a Beck en el show televisivo de Jimmy Kimmel, Seye Adelekan, el bajista de la banda, estrenó su Rama Bass en esa ocasión

Ramiro Germán González trabaja solo en su taller de Parque Leloir, solo con sus manos, solo con su amor a las maderas y la calidez de los sonidos. Pero jamás se siente solitario. Es una especie de intermediario de bajistas que le cuentan lo que sueñan en términos sonoros y un fabricante de bajos que alguna vez alguien soñó.

No hace bajos para cualquiera. Hace bajos para aquellos que busquen la veta estética y sonora que coincida con el desarrollo de los RamaBass de manera única y profesional. De ninguna manera se siente élite o exclusivo. Es como la comida o como la ropa. No todos los gustos se llevan bien con todos los otros gustos. Y así, escondido en el taller del fondo de su casa de Parque Leloir, envía bajos a los escenarios del mundo que se ponen felices de verlos llegar.

Diego Arnedo, bajista de Divididos

—¿Después de esto que estás viviendo hay algún sueño profesional por cumplir?

—Creo que no, es difícil, como bajista tengo mi Top Five, claro, pero casi está completo para mí. Tal vez, que Pedro Aznar o Diego Arnedo sepan que RamaBass está en el Oeste y que sería un honor que los conozcan. Que sepan que me encantaría que los vengan a probar o criticar aportándole a este taller sus historias profesionales.

Ramiro solo trabaja con maderas nobles y en su propia nobleza está el sello característico de sus instrumentos. Divide al bajo en tres categorías: mango, diapasón o trastera y cuerpo. Para el cuerpo solo usa lenga patagónica u okoumé africana. La lenga es muy parecida a las madera alder que usaba Fender hace tiempo. Para el mango solo maple americano y para la trastera o el diapasón solo usa guayacán, un ébano de Sudamérica.

Para los micrófonos, busca un audio o un sonido estético que tenga, como confirma Malossetti, una pata sonora en la historia y un toque de hi fi sonoro con un diseñador exclusivo que aún no quiere revelar y lo bien que hizo. La exclusividad en el sonido se sostiene a veces, guardando algunos secretos.

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