Historia universal de la utopía

Desde los pitagóricos hasta los dulcineos que vivían en los bosques, pasando por la hermana de Nietzsche y Macedonio Fernández en Paraguay. Una nueva serie documental de HBO revive el tema

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Fotograma de la serie "The Anarchists", estreno de HBO
Fotograma de la serie "The Anarchists", estreno de HBO

Desde que se rompiera el estatus igualitario de los primeros clanes humanos y se impusieran sociedades de estratos, clases o castas, siempre hubo alguno o alguna vivaracha que se opuso al orden social imperante, promoviendo uno, según su propio criterio, estudios y teoría; mejor. Pasó siempre, desde los antiguos griegos a la actualidad. Por ejemplo, los pitagóricos, seguidores del matemático y místico Pitágoras, vivían en comunidades cerradas con estrictas normas de convivencia, desde una dieta vegetariana al secreto acerca de los avances realizados en la ciencia de los números.

Para ingresar a la comunidad pitagórica había que haber atravesado cinco años de silencio, que acostumbraban al alma, a no hablar, a guardar los secretos. Los que no lograban ingresar eran despedidos con un equivalente doble al tributo entregado al intentar entrar, pero sus nombres formaban parte de un camposanto: para los pitagóricos, esas personas estaban muertas. La comunidad realizó grandes avances en el campo de la primitiva ciencia de la matemática, pero fue destruida por un despechado que había intentado ingresar y había sido rechazado. Ya fuera, promovió una persecución que dio fin a la comunidad, en medio del fuego y de la furia.

Pitágoras, el primer gran matemático de la historia de la humanidad
Pitágoras, el primer gran matemático de la historia de la humanidad

Pues, ya ven: comunidades utópicas, como el agua y como el aire, hubo siempre. Pero su registro más fehaciente probablemente comenzó en el medioevo, cuando la Inquisición —con fines no historiográficos— hacía un raconto de los católicos disidentes y de las comunidades de brujas que pasaría a quemar en la hoguera. Luego, los socialistas y sus falansterios provocaron libros y una metodología para instituir islas de no explotación aquí en la tierra de la explotación.

Hasta hubo comunidades de superioridad racial, la más conocida fue la liderada por la hermana de Friedrich Nietzsche en Paraguay. El mismo Paraguay hacia donde se encaminó el padre de Borges para instaurar un centro del anarquismo individualista spenceriano. ¡Hasta los libertarios hicieron sus comunidades para probar su punto de vista! Fracasaron, pero queda el registro. Uno de ellos se puede ver en HBO Max y se llama de The Anarchists, sobre cuando unos locos libertarios estadounidenses se trasladaron a Acapulco, México, para ser bendecidos por las fuerzas del cielo. Pero vamos por partes.

 Utopía, de Tomás Moro (1516).
Utopía, de Tomás Moro (1516).

Utopía es un término esquivadizo. Es decir, es bien concreto: lo planteó el inglés Tomás Moro en su libro Utopía, en el que describía una sociedad comunal e igualitaria regida por un sistema fraternal. El nombre no es casual: “topía” significa lugar, el prefijo “u” indica su falta. Es un no lugar, o un sitio que no existe. En términos filosóficos, se comprende el emprendimiento de Moro en el marco del pensamiento idealista, casi un juego de la mente para imaginar algo que no podría obtener, justamente, un lugar. El desafío para los interpelados por estas ideas era la concreción de ese espacio: pasar del idealismo al materialismo.

Sin haber caído en estos debates, se puede contar lo sucedido con la comunidad de los dulcineos, conocidos así por el nombre de su líder, Dulcino. Se trataba de un hombre de la Iglesia católica, pero desencantado por el creciente poder de la institución a la par que por la riqueza impune del clero, mientras en el medioevo (estamos hablando del siglo XIII) los hombres y las mujeres vivían el cataclismo de la pobreza en el interregno del paso del feudalismo a las primeras formas capitalistas.

Los dulcineos decidieron denunciar todo este estado de las cosas y apartarse, vivir en comunidad. Viviendo en los bosques, practicaban la vida comunitaria, la igualdad entre sus miembros, el amor libre y la oposición a la iglesia católica y a los poderosos. También es cierto que para financiarse asaltaban los monasterios y asesinaban a los abades. Nadie es perfecto. El papa Clemente V decretó una cruzada que culminó con muerte, cadáveres en hogueras y destrucción. Dulcino fue torturado, como sus más destacados seguidores, hasta la muerte. Fue obligado a ver cómo se descuartizaba el cuerpo de su compañera Margherita antes de ser él mismo crucificado y luego pasado a la hoguera. Marcel Schwob lo cuenta en una de sus Vidas imaginarias.

Charles Fourier propuso la creación de microsociedades socialistas llamadas "falansterios"
Charles Fourier propuso la creación de microsociedades socialistas llamadas "falansterios"

El francés Charles Fourier es considerado uno de los padres del socialismo utópico, pre-marxista, que planteaba la posibilidad de apartarse comunitariamente de las reglas de la explotación capitalista para realizar microsociedades socialistas, que denominaba “falansterios”. Llegó a organizar varias de ellas que se caracterizaban por su carácter agrícola. Estaban formadas por grupos de 1.620 personas y la competencia económica era abolida, no había salarios ni propiedad privada.

El “falansterio” era el edificio central de la comunidad, donde sus habitantes vivían y conformaban una -por así decirlo- “familia”, ya que la crianza de los niños era colectiva. En la Argentina, Jean Joseph Durandó estableció en 1857 un falansterio en terrenos donados por el hacendado Luis Hugues y fundó la Colonia Hugues, cerca de Colón, provincia de Entre Ríos. La formaban 530 inmigrantes suizos, saboyanos y alemanes. Crearon una comunidad rural con adelantos tecnológicos y autosuficiente hasta la muerte de su fundador en 1916. Luego, se derrumbó.

De menor nobleza estratégica se trató la Colonia Nueva Alemania, fundada en el Paraguay. Elisabeth Nietzsche, hermana del gran filósofo Friedrich, y su esposo Bernhard Förster se embarcaron junto a un grupo de alemanes para salir de su nación, convencidos por el compositor Richard Wagner, quien propuso construir una nueva Alemania lejos de Europa, motivado por su antisemitismo. Pero el clima húmedo, la malaria, los parásitos y las serpientes diezmaron a los 300 pioneros arios. Förster se quitó la vida en 1893, atiborrado de deudas y acusaciones de estafa. Elisabeth volvió a Alemania, donde se hizo cargo de los textos de su hermano para darles una impronta antisemita que no tenían. Quedan los descendientes de los supervivientes de la comunidad utópica aria, que lograron sobrevivir.

Macedonio Fernández y un grupo de amigos intentaron fundar una comunidad anarquista en Paraguay, basada en el individualismo de Spencer
Macedonio Fernández y un grupo de amigos intentaron fundar una comunidad anarquista en Paraguay, basada en el individualismo de Spencer

En las antípodas, Macedonio Fernández, Guillermo Borges —padre de nuestro gran escritor Jorge Luis— y un grupo de amigos emprendieron rumbo a Paraguay para fundar una comunidad anarquista, de tipo individualista Spenceriano, en la que debían regir la libertad y el amor libre. Debe decirse que cuando comenzó la marcha a pie en la selva misionera, estos muchachos porteños no la pasaron bien y, al cabo de varios días, decidieron volver, con la firme intención de regresar un día mejor pertrechados para realizar su sueño. No lo hicieron. Sin embargo, se puede afirmar que Macedonio convocó en su literatura ese espíritu de epopeya suave, de lucha contra la muerte, también de perdición.

Claro que también los libertarios actuales, que no tienen nada que ver con los anarquistas de principios del siglo XX, quisieron probar sus ideas de un modo práctico. Lo pueden ver en la serie documental The Anarchists, en HBO Max. Gente entusiasmada por la posibilidad de erigir sociedades sin Bancos Centrales, como condición primordial (no sé si van ubicando el espectro ideológico al que el documental se refiere). En seis episodios, estos anarcocapitalistas que consideran al Estado y al gobierno un enemigo, se asientan en la ciudad mexicana para ver cómo convivir de esta manera.

Hacen un poco de trampa: no es una comunidad cerrada, sino que viven bien debido al cambio dólar— peso mexicano, que los favorece. Luego, con el alza de las bitcoins, son Gardel. Pero antes, llegan, ¿y qué hacen? Queman libros. Hogueras de libros. De libros estatistas, colectivizantes, manuales de estudio de las escuelas, etc. Algunos de los protagonistas centrales no llevan a sus hijos al colegio (ni qué hablar de vacunas, claro está). Dicen que la mirada atenta del progenitor permitirá detectar las áreas de interés de los niños sin que se les imponga una formación desde el Estado. O propaganda, claro. Bueno. No les va bien a muchos. No aprenden español, no se relacionan con los nativos. Viven todos de un evento anual llamado “Anarcapulco” en donde cuentan sus posiciones contra el gobierno, el Estado, las imposiciones, etcétera, etcétera. También hay un asesinato. Mírenla.

Provocadora imagen de "The Anarchists", serie documental de HBO
Provocadora imagen de "The Anarchists", serie documental de HBO

Una historia de libertarios haciendo realidad su sueño se realizó durante diez años en la ciudad de Grafton, New Hampshire, Estados Unidos. Doscientos anarcocapitalistas se mudaron a la ciudad de menos de mil habitantes en 2004, de modo tal que pudieron establecer pronto su punto de vista para la organización social local: abolición de impuestos, de ordenamiento urbano, de recogida de basuras, etcétera. Se disminuyó el presupuesto a la mitad. No es que la cosa fuera bien, pero los anarcocapitalistas son persistentes.

Ahora, para el año 2010, como no había servicio de recolección de basura, los osos de la periferia se habían animado a ir a las puertas de las casas para comer los restos que los habitantes de Grafton dejaban en cualquier lugar. La abundancia de comida mutó a los osos: ya no hibernaban. Se volvieron agresivos, eran repelidos con armas de fuego y en 2014, dieron por concluido el experimento. Se quedaron algunos. Eso sí: subieron al 150 por ciento el presupuesto comunal.

Borges en París, mayo de 1979 (Foto: Ulf Andersen/Getty Images)
Borges en París, mayo de 1979 (Foto: Ulf Andersen/Getty Images)

Borges cita el famoso sueño de un pensador chino: “Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar no sabía si era Chuang Tzu el que había soñado, que era una mariposa, o si una mariposa soñaba, que era Chuang Tzu”.

Tal vez se pueda aplicar a nuestra más próxima realidad. ¿Estamos en medio de un experimento o somos el sueño de un libertario que desea su sociedad ideal?

Borges no tenía respuesta a ese dilema.

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