En medio de los debates que pusieron en la mira la utilización de la inteligencia artificial en el arte por su uso ético y la dificultad de distinguir una imagen real de una generada por algoritmos o por la posibilidad de perder la esencia creativa y sensible que caracteriza los procesos artísticos, artistas como Delia Cancela y Leo Damonte, en conjunto con la curadora e historiadora María José Herrera, se animaron a trabajar su arte con inteligencia artificial para proyectos dentro de la empresa tecnológica UX Art.
Cuando en noviembre del año pasado, la empresa estadounidense OpenAI lanzó ChatGPT, un programa de escritura automática que comenzó a ser utilizado masivamente por usuarios, el debate sobre los riesgos y alcances de la inteligencia artificial se expandieron hasta alcanzar el campo artístico. Y al poco tiempo, aparecieron producciones novedosas que utilizaron esta herramienta como la película Titanic con la estética de David Lynch.
Pero ya tiempo antes, en 2018, el sitio web de arte, Artnet, había vendido a un coleccionista parisino la obra El retrato de Edmond Belamy, el primer cuadro hecho con un programa con IA del colectivo artístico francés Obvious. El retrato de Edmond Belamy fue resultado de la incorporación de los datos de 15 mil retratos pintados entre los siglos XIV y XX y la obra tiene aires de la pintura del siglo XVIII pero no se trata de una pintura sino de una impresión de tinta. La firma de su “creador” corresponde a la fórmula que se utilizó para hacerla: “Min (G) max (D) Ex [log (D (x))] + Ez [log (1-D (G (z)))]”.
La aparición de obras basadas en La joven de la perla, pieza emblemática del artista barroco Johannes Vermeer, que adquieren nueva apariencia con la inteligencia artificial; la creación del primer manga japonés ilustrado por esta tecnología o un reciente concurso que consagró ganador a un trabajo realizado con un programa de generación de imágenes, son hitos recientes que ponen en crisis las nociones de creación y autoría en un arte atravesado por plataformas que agilizan la creación artística o la escritura, como la resonante aparición del ChatGPT.
En sintonía con estos proyectos y cambios de paradigmas, el laboratorio de arte UX Art, de Argentina, propone experiencias inmersivas, música, mapas interactivos con obras de arte, hologramas y proyecciones láser entre los árboles y espejos de agua, en el marco del festival XReal, el primer festival de NFT a cielo abierto que se realiza en la Isla El Descanso, del Tigre.
La empresa UX Art dio sus primeros pasos en el arte en 2019 junto a Julio Le Parc, cuando realizó la intervención de mapping sobre el Obelisco. Luego, creó el Primer Museo de realidad mixta en la nube en 2020 y, un año después, lanzó el festival XReal, que tendrá un nuevo capítulo en marzo de 2024.
En la próxima edición, los jardines de la Isla El Descanso, sobre el Río Sarmiento, serán el escenario de este festival que contará con obras de Julio Le Parc, Gyula Kosice, Miguel Ángel Vidal, Eduardo MacEntyre, Ary Brizzi, Eduardo Rodríguez, Perla Benveniste, Martha Boto, Delia Cancela y Rogelio Polesello. También de Nicolás García Uriburu, Edgardo Giménez, Chiachio & Giannone, Claudio Stamato, Marie Orensanz, Bastón Díaz y Dorita Isdatne, entre muchos otros artistas.
La selección de las obras está al cuidado de María José Herrera. Para llevar a cabo su tarea, Herrera se remonta a las obras de arte cinético histórico creadas en la década del ‘60, las cuales son máquinas que se enchufan.
“La investigación fue revivir ese efecto por medios digitales, en vez de con la máquina. Los objetos son únicos y lo que trato de hacer es revivirlos digitalmente en los términos que el aparato tenía. Si lo que el aparato hacía era superponer texturas y hacer el efecto ‘moiré’, eso se hace en digital y se implica a la imagen de esa obra tridimensional”, explica la curadora, quien destaca cómo, para el caso de artistas fallecidos, debe haber un curador que “conozca cómo la obra funcionó”.
Uno de los proyectos dentro de UX Art consistió en pasar de texto a imagen con inteligencia artificial un escrito de la reconocida artista Delia Cancela. De esta manera, el texto “Nosotros amamos los días de sol”, a través de la producción de imágenes con inteligencia artificial, se convirtió en una imagen de mujeres caminando por la playa con trajes de pieles, como si se tratara de una publicidad.
Cancela confía que esperaba encontrarse con su “imaginario”, pero que ese texto símil a un manifiesto de época terminó devolviendo con la inteligencia artificial una “imagen lisa”. “Hay cosas súper interesantes. Y ella no admite que esa obra tiene que ver con la moda. Entonces, es lógico que la máquina interprete con la moda de hoy, no la moda del ‘60, porque no se le especificó que era un texto de esa época”, advierte la curadora a propósito de la obra de Cancela.
Sin embargo, pese a la desilusión, Cancela le dio otra oportunidad a esta herramienta: “Cuando pasamos a trabajar con obras y pedí más la idea de jugar con un caleidoscopio, más PsicoDelia, comenzaron a verse formas lúdicas interesantes”, cuenta la artista.
La experiencia de Leo Damonte fue distinta. Afincado en el campo de la instalación, su obra juega con los objetos de uso común y cotidiano que pierden sus cualidades para integrarse a nuevos ordenes. Desde UX Art, lo invitaron a participar con textos e imágenes limpias de sus esculturas.
“Yo no soy un nativo digital, entonces mi obra transita por otros espacios y me parecía todo un desafío verla en esta idea de proyección y ver qué pasaba cuando se sometía a la máquina la idea de generar obra a partir de un determinado dato”, cuenta Damonte.
En el caso de Damonte confiesa que “es raro” porque “uno entiende que la inteligencia artificial va a construir esta imagen carente de sensibilidad, como la podemos construir nosotros los artistas”. Luego de ingresar los datos para el desarrollo de la obra, el artista encontró que la imagen de la inteligencia artificial fue “una devolución que era coherente con lo que había propuesto”.
“Siempre se le tiene que dar una determinada cantidad de datos para que ella lo pueda llegar a elaborar o desarrollar. Necesita mucha precisión y tiene que ser muy descriptivo”, explica el artista sobre la dinámica.
¿Se puede llamar a esta interacción entre obra, artista e inteligencia artificial un proceso artístico? ¿Cómo cambian las dinámicas creativas con la incorporación de esta nueva tecnología? Cancela asegura que “sí se puede llamar un proceso creativo” pero, destaca, “debemos estar conscientes de su peligro”.
A diferencia de Cancela, el escultor todavía no considera que la inteligencia artificial sea parte del proceso creativo. “Es ajena a mi proceso de producción, creo que por eso también me seduce, porque hay una separación”, apunta Damonte.
La inteligencia artificial genera preocupación por sus incidencias en el mercado laboral. ¿Quién es dueño de la obra? ¿El artista o la máquina? Para Herrera, esto no sería un problema: “mientras los artistas o los legatarios de ese arte estén presentes y ellos lo autoricen, ya está. Por ejemplo, si se utiliza una obra de Miguel Ángel Vidal, su hijo Alejandro, que está vivo, lo puede autorizar. Entonces, esa nueva obra que surge con la inteligencia artificial, él es el propietario, será basada en la obra de Miguel Ángel Vidal”.
Pese a los desencuentros sobre sus usos, es claro que la inteligencia artificial establece un nuevo paradigma en el mundo del arte que entusiasma por sus posibilidades creativas. “Una tendencia tiende a matar a la anterior y producir nuevos contenidos, que nunca son nuevos completamente”, señala Herrera y explica que “todo lo que surgió en el ‘60, como la instalación, las ambientaciones, la experimentación con el cine, hoy son las experiencias inmersivas que estamos teniendo”.
De este modo, para la curadora, muchas de las concepciones artísticas que hoy predominan “son actualizaciones tecnológicas de la idea de que uno puede tener una experiencia artística, no solo con los ojos, sino con todo el cuerpo, de que no solo puede verla, sino también sentirla porque uno participa”.
Fuente: Telam