El David vencedor de Goliat pintado hacia el 1600 por el maestro universal del claroscuro Caravaggio recuperó su profundidad original tras un exhaustivo proceso de restauración y ahora, ya recuperadas sus luces y sombras, puede volver a verse con el Museo del Prado, responsable de la restauración.
Los trabajos de limpieza de esta obra maestra de Caravaggio (1571-1610) -que integra el acervo del Prado desde su inauguración en 1819- muestra detalles de la composición que estaban ocultos tras los barnices oxidados y las capas de suciedad, como la dramática expresión de Goliat con la marca del hondazo que acaba de darle muerte, roja, en su frente; la espada del titán (con que David lo decapita) todavía entre el cuerpo y la cabeza; el joven aún agachado, sus dedos enredándose en los rulos del vencido para iniciar el ascenso y exhibir el trofeo.
Con el paso de la vida los barnices de este lienzo realizado en torno al año 1600 se oxidaron, pero también sufrió los embistes de diferentes traslados y de distintas restauraciones, por lo que el Museo del Prado hace más de tres meses decidió recuperar el estado original de su único Caravaggio, destaca el diario ABC.
Otras novedades que hace apreciar esta restauración es el cuerpo en perspectiva de Goliat, el espacio que rodea su cabeza y su pecho apoyado en el suelo, la luz clara que rodea la cabeza de David, el aire que circula alrededor de su figura y los sucesivos planos de composición.
Almudena Sánchez, responsable del proceso durante el cual que también se repararon daños que a lo largo del tiempo se habían producido en la manga de la camisa de David y en su rodilla, continuando por el hombro de Goliat, dijo a la prensa española que los trabajos de limpieza “muestran un nuevo ‘Caravaggio’, aportando una imagen de la pintura desconocida, la auténtica de esta gran obra maestra que después de tanto tiempo en la sombra recupera la luz con la que fue concebida”.
Ambos presentaban restauraciones muy antiguas que invadían la pintura original, recuperada en la actual restauración con la eliminación de los repintes. Las faltas de color de estas dos zonas se integraron en la superficie pictórica mediante el proceso de reintegración cromática.
Se trata del único Caravaggio que posee el madrileño Museo del Prado en su colección; la pinacoteca explicó al diario La vanguardia que “la opacidad de estos viejos barnices suprimía el espacio y la profundidad en la composición, haciendo muy difícil percibir las dimensiones del lugar en el que se encuentran David y Goliat, ya que en el conjunto de la escena únicamente se podían distinguir en ambas figuras las zonas fuertemente iluminadas por el foco de luz dirigida”.
Esta situación se produjo como consecuencia de “las limpiezas selectivas del pasado”, las cuales “habían incidido fundamentalmente en los primeros planos y en las zonas más intensamente iluminadas de ambas figuras, ignorando el fondo de la composición y los espacios en sombra”.
Así, el claroscuro original de Caravaggio se convirtió en “un violento contraste entre las luces y las sombras quedando la figura de David recortada sobre un fondo negro y plano”, por lo que “la composición quedaba reducida a un solo plano”.
La pinacoteca señaló que los estudios técnicos de reflectografía infrarroja y radiografía posibilitaron conocer el proceso creativo del artista y los “cambios notables” que hubo en la composición, como “los ojos desorbitados y la boca abierta en un gesto de espanto” de Goliat. También se recupera el espacio que rodea la cabeza de Goliat y su pecho apoyado en el suelo y el brazo que pasa por detrás de la pierna de David saliendo hacia delante con el puño de su mano.
Se cree que el David vencedor de Goliat -un óleo sobre lienzo de 110,4 cm de alto y 91,3 cm de ancho- fue adquirido por un noble con cercana relación a Caravaggio hacia 1617, pero no está documentado en las colecciones reales españolas hasta 1781, en la época de Carlos III, cuando se lo cita en el Palacio del Buen Retiro.
Fuente: Telam