Después de escribir sobre diez proyectos creativos que forman parte del nuevo canon del siglo XXI (aquí la primera parte y aquí la segunda del mismo ensayo), y de las posibles diez mejores series de 2023, prosigo la evaluación de este año que se acaba con esta lista de diez objetos y experiencias culturales. Se trata de figuras, obras de arte, fenómenos, arquitecturas que representan parcialmente este año de nuestra vida entre museos y plataformas, entre el entretenimiento y la experiencia artística. Una selección, como todas, personal y sesgada, pero que intenta representar distintos estilos, distintas topografías, pues el periodismo cultural debe encontrar equilibrios entre el gusto personal y el interés general, lo subjetivo y lo objetivo, lo nacional y lo global.
Artista: Taylor Swift
La revista Time ha escogido a Taylor Swift como persona del año. Así, además de conseguir una entrevista con alguien que no las da –porque se comunica con el mundo a través de sus canciones y sus conciertos–, no sólo ha destacado realmente a una protagonista internacional de 2023, también ha honrado por primera vez en su canónica portada a alguien del mundo del espectáculo y las artes y no de la empresa o la política. El éxito sin precedentes de esta cantautora de 33 años durante los últimos doce meses lo certifican unas cifras extraterrestres: cerca de 25.000 millones de escuchas en Spotify; el primer día de venta de entradas de su gira, vendió 2.400.000, récord histórico; la película sobre el concierto, Taylor Swift: The Eras Tour, dirigida por Sam Wrench, ha sido una de las más taquilleras del año. Pero lo que ha convertido a Taylor Swift en un fenómeno único no se explica tanto por la aritmética como por la antropología religiosa. El mundo de la música no vivía un movimiento fan parecido desde la Beatlemanía, que han amplificado las redes sociales, capaces de compactar un sentimiento de hermandad entre sus seguidores y seguidoras, que ella siente como su familia. 2023 ha sido también el año de Ibai Llanos, Bizarrap o Shakira, que también aúnan comunicación, expresión y economía. Pero lo de Taylor Swift es de otro planeta.
Cómic: El abismo del olvido
Cuando la guerra civil española parecía haberse agotado como tema narrativo, la nueva novela gráfica del reputado artista español Paco Roca, con guion de Rodrigo Terrasa, encuentra una nueva historia y un nuevo punto de vista en ese cementerio de muertos que siguen vivos en nuestra deuda colectiva. La historia de Leoncio Badía, enterrador en Paterna –un pueblo valenciano–, que intentó salvaguardar la memoria de los fusilados en las fosas comunes que el Ejército y la Guardia Civil le obligaban a llenar de cadáveres, descubierta gracias a los trabajos arqueológicos que se han llevado a cabo con muchas dificultades políticas en los últimos años (por la oposición frontal e indigna del Partido Popular, que gobierna la mitad de España). Y la perspectiva del derecho universal a velar a nuestros muertos, que en el libro se ilustra con escenas de la Iliada y reflexiones de alcance universal. Sin sentimentalismo, El abismo del olvido (Astiberri) construye una sólida estructura discursiva y emocional.
Película: Infinite pool
En un resort de lujo, una pareja descubre cómo la cultura local ha incluido entre los privilegios de los turistas ricos un mecanismo brutal que les garantiza la impunidad absoluta. Infinite pool le da una vuelta de tuerca extrema al tema del doble, del golem, para enfrentarnos a nuestros abismos morales y a las contradicciones de nuestros viajes a países pobres o sin garantías democráticas. La tercera película de Brandon Cronenberg entreteje con maestría los hilos del terror y la ciencia ficción, para situarse con originalidad en la constelación de obras recientes que han emparentado el turismo con la riqueza y la impunidad (como Triangle of Sadness, The White Lotus o Succession); pero destaca entre ellas con imágenes metamorfas, poderosas, alucinadas, que no consigo sacarme de la cabeza.
Libro: La figura del mundo
Existen muy buenas crónicas en que un hijo escritor retrata a su padre, como El africano, de J.M. Le Clézio; pero no tantas escritas a modo de ensayo narrativo y analítico. La figura del mundo (Random House), del mexicano Juan Villoro, no sólo opta por esa estrategia, además consigue retratar al filósofo Luis Villoro tanto desde la literatura como desde su campo, la filosofía. Es absolutamente memorable. Le dediqué esta columna Hiperconexiones, en que traté de leer el libro en el conjunto de la obra de su autor, sabio y ornitorrinco.
Exposición: Gego: measuring infinity
La retrospectiva que le ha dedicado el museo Guggenheim de Nueva York a la artista venezolana la consagra como una de las artistas centrales del siglo XX. Su poética del equilibrio, la sutileza, la belleza y la inteligencia logra que la arquitectura dialogue con el diseño, la escultura, la instalación o la impresión en unas piezas memorables, que configuran series, es decir, categorías gramaticales. Así, las investigaciones en la línea, el volumen o las redes, en forma de esferas, reticuláreas o dibujos sin papel, crean un lenguaje propio. Y mientras visitabas la exposición, veías cómo el arte de Gego se iba escribiendo en el espacio ante tus ojos. Los curadores fueron Pablo León de la Barra y Geaninne Gutiérrez-Guimarães. Una versión ligeramente reducida se puede ver actualmente en el museo Guggenheim de Bilbao.
Podcast: Te busco
Hace veinte años, Catalina May –la mitad del pódcast chileno Las Raras junto a Martín Cruz– fue atropellada por un automóvil y estuvo a punto de morir. No recuerda nada de aquella noche, de aquellas semanas heridas, de hospital y recuperación. Por eso se propuso reconstruir los hechos a través de una investigación periodística, que no sólo busca a la persona que la atropelló, sino también a la persona que era ella misma cuando estudiaba teatro, bebía demasiado y sus seres más queridos sospechaban que se podría suicidar. El mismo año en que por primera vez una ficción sonora (Titania) ha ganado el premio Ondas al mejor pódcast, Te busco (Las Raras /Podium Podcast), una crónica en primera persona sobre el trauma como experiencia universal, demuestra que los relatos sonoros todavía tienen muchos territorios por conquistar.
Arquitectura: The Sphere
El 29 de septiembre se inauguró este auditorio para casi 20.000 espectadores con un concierto de U2. El edificio esférico más grande del mundo, obra del estudio Populous, es también la pantalla led más grande del mundo. Ha acogido en su exterior obra del artista turco Refik Anadol producida con inteligencia artificial generativa. De ese modo, inesperadamente, Las Vegas de Aprendiendo de las Vegas. El simbolismo olvidado de la forma arquitectónica (Gustavo Gili), de Denise Scott Brown, Robert Venturi y Steven Izenour, manifiesto de la arquitectura posmoderna de finales de los años 60, se reinventa como icono híbrido, mitad ámbito de los cuerpos, mitad reino de las pantallas, en pleno siglo XXI.
Franquicia: El juego del calamar, el desafío
Aunque ha sido sin duda también el año de Barbie, la película que ha provocado una nueva franquicia audiovisual, además de cientos de nuevos contratos de Mattel con marcas de todo tipo y de todo el mundo, El juego del calamar: el desafío ha sido un éxito de Netflix en 93 países que, en vez de reciclar un viejo icono de Occidente, ha consolidado un mito oriental made in siglo XXI. Programa sin guion, versión sin muertes violentas de la serie original, el concurso tuvo una ganadora, la jueza Mai Whelan, que se ha embolsado cuatro millones y medio de dólares. La obsesión por los créditos bancarios y los abismos entre clases sociales de la cultura coreana se tradujo hace dos años en una serie muy distinta del resto, que admitía ser leída como una gran metáfora de Netflix (cientos de contenidos luchan salvajemente por nuestra atención, sólo uno puede triunfar radicalmente), y que se convirtió en un fenómeno internacional; su secuela en clave de reality de supervivencia abre un abanico de opciones transmedia, en las que la ficción podrá volverse casi realidad.
Objeto cultural vagamente identificado: Of Youth
Entre el surrealismo, la ciencia ficción y el terror, unas poderosas imágenes en blanco y negro se deslizan ante nuestros ojos para contarnos a ráfagas una historia sobre la juventud, ese tesoro perdido, que no alcanzamos a comprender. Si 2023 ha sido el año de las redes neuronales de aprendizaje profundo, el cortometraje experimental de Fran Gas (premiado en el festival +RAIN de Barcelona, el FICMA de México y el Narrar el Futuro de Bogotá, en la categoría de mejor obra hecha con IA), probablemente se convierta en una obra canónica para entender el nuevo arte que está llegando. El arte de las postfotografías que Joan Fontcuberta presentó en la exposición Jardines de polvo, donde la biología documentada por la cámara convivía con la imaginada por IA generativa; de la música de Laurie Anderson o Maria Arnal; de las instalaciones de Mario Klingemann; de las miles, si no millones de obras, que en estos momentos están surgiendo del diálogo entre humanos y no humanos, con nuevas herramientas que hace tan sólo cinco años no podíamos ni imaginar.
Proyecto de divulgación tecno-científica: imágenes del James Webb
El lanzamiento del telescopio espacial James Webb en 2022, fruto de un enorme esfuerzo de colaboración internacional, fue uno de los acontecimientos más destacados de la ciencia y la tecnología del año pasado. La maquinaria de comunicación y divulgación de la NASA, que funciona en múltiples niveles (desde los perfiles en redes sociales en los que sus sondas o rovers van publicando textos e imágenes sobres sus experiencias, hasta las páginas web en que puedes ver el espacio exterior desde el punto de vista de una cámara que lo navega o descargarte imágenes en alta calidad de supernovas o exoplanetas), ha difundido durante los últimos meses muchas fotografías inéditas, sorprendentes y bellísimas del espacio y el tiempo remotos. Esta fotografía de Casiopea A forma parte del calendario de adviento de la Casa Blanca. Con esa instantánea con infrarrojos de la explosión de una estrella te deseo feliz Navidad.