Yasujiro Ozu, uno de los directores más influyentes del cine japonés, es recordado este martes con exposiciones y retrospectivas en todo el mundo, en el día que se cumple el 120 aniversario de su nacimiento y el 60 de su muerte. Conocido por obras como Cuentos de Tokio (1953), Primavera tardía (1949) o Buenos días (1959), Ozu nació en la capital de Japón el 12 de diciembre de 1903 y murió en esa misma ciudad y ese mismo día en 1963.
“Sus obras se mantienen a través del tiempo sin importar el país o la cultura. Algunas de sus películas tratan el tema de la familia. Estos temas son universales y sobrepasan cualquier época y frontera”, explicó Hiromi Fujii, responsable de Sochiku, la distribuidora con la que Ozu trabajó toda su carrera. En Japón, la obra de Ozu se ha recordado en varias ocasiones con motivo del 30 aniversario de su muerte, en 1993, y del centenario de su nacimiento, en 2003. En esta ocasión, el nuevo hito se ha acompañado por tres grandes exposiciones itinerantes, además de proyecciones en filmotecas internacionales.
El sexagésimo cumpleaños es además un día importante en la cultura japonesa, conocido como ‘kanreki’, y simboliza el renacimiento simbólico que marca el final del ciclo lunar (zodíaco) y supone el regreso al calendario de nacimiento original.
Temáticas universales
Aclamado en su país natal, Ozu sólo logró fama internacional tras su muerte, cuando sus cintas, con historias sencillas y temáticas de familia, padres y recuerdos de juventud, comenzaron a ser distribuidas en Europa y Estados Unidos. Estas temáticas universales y un estilo visual marcado por la sencillez, con pocos movimientos de cámara y un ángulo bajo -’tatami shot’-, convierten a Ozu en uno de los directores ‘más japoneses’ y también más reconocibles del país asiático.
Varias filmotecas internacionales, como la de Tokio o Nueva York, celebran estos días retrospectivas de su obra, mientras que el Archivo Filmográfico de Harvard (EE.UU.) mostró la colección completa de sus cintas -un total de 54 largometrajes- este verano. En el Festival de Cannes (Francia), celebrado en mayo, se presentaron este año versiones restauradas de Memorias de un inquilino (1947) y Las hermanas Muneteka (1950), como parte de la colección Clásicos de Cannes, mientras que al Festival de Cine de Venecia (Italia), en agosto, llegó Había un padre (1942).
Oda a la vida diaria
Un paciente observador de la vida diaria, Ozu dejó una importante huella no solo en su país natal, sino en el resto del mundo y es admirado por directores de la talla del japonés Hirokazu Kore-eda o el alemán Wim Wenders, entre otros. “Creo que el cine de Ozu es completamente contemporáneo y muestra cómo podemos vivir hoy, con tanta atención al detalle y con tanto cuidado y respeto mutuo. Sigo pensando que es un gran ejemplo de cine mundial a pesar de ser tan claramente japonés”, explicó Wenders durante una entrevista con motivo del último Festival Internacional de Cine de Tokio (TIFF).
El TIFF, que se celebró entre el 23 de octubre y el 1 de noviembre, quiso en su última edición poner en valor la obra de Ozu y para ello invitó también a Wenders quien presentó en el mismo su última obra: Perfect Days (Días perfectos, 2023), grabada en Japón y altamente influenciada por el cineasta nipón. Bajo el título Hombros de gigantes, el TIFF incorporó este año un programa especial dedicado a Ozu, donde se presentaron varias versiones de sus obras restauradas digitalmente gracias a la ayuda del Archivo Nacional de Cine de Japón.
El cartel del festival de este año también referenciaba el clásico Cuentos de Tokio, una cinta que narra la visita de unos padres a sus hijos en la capital y que sirve como reflexión sobre el distanciamiento con la familia, todavía muy vigente en el Japón actual. “Las obras de Ozu te permiten hacer pensar en lo que te rodea y reflexionar sobre ti mismo. Llegan a cada uno de una forma distinta y te hacen pensar en algo personal, en algo que te rodea”, concluye Fujii.
Fuente: EFE
[Fotos: Tokyo International Film Festival / Wikipedia]