El reconocimiento de “la práctica del canto de ópera en Italia” como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad se celebró este jueves durante el estreno de la temporada de Don Carlo de Giuseppe Verdi en La Scala de Milan, y parte del drama se extendió al teatro con un par de gritos antifascistas antes de que se levantara el telón.
La cantante punk estadoudinense Patti Smith y el director español Pedro Almodóvar se unieron al público, en su mayoría italiano, que aplaudió durante 13 minutos la producción, de cuatro horas de duración, con rosas y claveles. La soprano rusa Anna Netrebko, en el papel de Isabel de Valois, y el barítono italiano Luca Salsi, veteranos del estreno en la Scala, fueron los más aplaudidos. Michele Pertusi persistió en su papel del rey español a pesar del empeoramiento de un resfriado que le afectó a la tráquea en el tercer y cuarto acto, ganándose la admiración del público.
“Ésta es la velada más importante del teatro de ópera en el mundo”, contó entre bastidores Salsi, que cantaba en su quinto estreno. “Todos somos colegas, amigos. Creo que vieron esta complicidad en el escenario”.
Don Carlo tocó temas candentes como el poder y la opresión, representados en tiempo real, pero el actual ajuste de cuentas de Italia con su pasado fascista se extendió afuera de la sala, con protestas contra el puesto de honor institucional otorgado a un político de extrema derecha que ocupa la presidencia del Senado, en ausencia del presidente y el primer ministro italianos.
Un grito de “no al fascismo’' se elevó desde las gradas superiores de los balcones de La Scala antes del himno, seguido de otro de “Viva Italia antifascista”. Los sindicatos de la Scala habían protestado incluso antes del espectáculo con un comunicado: “Los fascistas no son bienvenidos al Teatro alla Scala”.
El presidente del Senado, Ignazio La Russa, cofundador del partido de la primera ministra Giorgia Meloni, de quien los sindicatos afirman que no ha condenado el pasado fascista de Italia, se sentó en primera fila del engalanado palco real con el alcalde Giuseppe Sala, un político de izquierda que invitó expresamente a la senadora vitalicia de 93 años y superviviente del Holocausto Liliana Segre a acompañarlo.
Liliana Segre, que recibió un caluroso aplauso del público antes de que se levantara el telón, agradeció el debate del palco real a su llegada, diciendo: “Es agradable que todo el mundo quiera sentarse a mi lado”, y recordó a los periodistas que lleva toda la vida asistiendo a representaciones de La Scala. Ignazio La Russa dijo a los periodistas que no había oído los gritos.
La Scala se afirmó como fuerza antifascista durante el régimen del dictador italiano Benito Mussolini. El famoso director de orquesta Arturo Toscanini se negó a tocar el himno del partido fascista en el teatro o en cualquier otro lugar, lo que le valió una paliza de los Camisas Negras de Mussolini. Tras la Segunda Guerra Mundial, Toscanini volvió a contratar rápidamente al director coral Vittore Veneziani, que se vio obligado a dejar su puesto por las leyes raciales antisemitas de Italia en 1938.
El inicio de la temporada 2023-24 puso de relieve la decisión de la agencia cultural de la ONU, la UNESCO, de incluir la ópera lírica italiana en su lista de tesoros culturales inmateriales. La agencia reconoció la importancia mundial de esta forma de arte de 400 años de antigüedad que combina música, vestuario y dirección escénica. El director general de La Scala, Dominique Meyer, declaró antes de la función que la ópera había contribuido a que “la lengua italiana sea conocida y amada en todo el mundo”.
Don Carlo gira en torno a la dinámica de poder entre el rey de España y su hijo, Don Carlo, separados por un triángulo amoroso con Isabel y la opresión de España sobre Flandes. Lluis Pasqual, director de escena, afirmó que el enfoque de Don Carlo sobre el nacionalismo y la religión sigue siendo actual. “Uno tiene la tentación de decir: ‘¿Qué importancia tiene que la soprano esté un metro más a la izquierda o a la derecha?’ Ninguna en comparación con lo que está pasando en el mundo”, dijo Pasqual, que es español. “La única manera de reaccionar, nosotros que no podemos hacer nada para mejorar la situación, al menos yo no puedo, es hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible”. Su dirección recibió abucheos del público, pero no se molestó. “Estoy aquí para servir a Verdi”, mencionó entre bastidores.
El estreno de la temporada de La Scala sigue siendo uno de los acontecimientos culturales más importantes de Europa, que reúne a las principales personalidades de la cultura, la política y el mundo de los negocios mientras la ciudad celebra la festividad de su patrón, San Ambrosio. Como tal, es a menudo objeto de protestas, que han llevado a acordonar el centro de Milán.
Otras protestas más tranquilas lograron entrar. Algunas asistentes llevaban zapatos rojos y hacían sonar sus llaves como parte de las crecientes protestas para acabar con la violencia contra las mujeres tras el asesinato el mes pasado de una estudiante de 22 años al norte de Venecia. Y un tenor iraní, Ramtin Ghazavi, que canta en el coro de La Scala, se paseó por la alfombra roja con una camiseta en la que se leía: “Mujeres, vida, libertad”, en apoyo a las mujeres que protestan en su país.
Fuente: AP
[Fotos: AP/Luca Bruno - EFE/EPA/Teatro La Scala de Milán- REUTERS/Daniele Mascolo]