Cecilia Vicuña: “La misión del arte es descubrir lo que uno siente y es”

La artista chilena presenta en el Malba “Soñar el agua”, una muestra que recorre su rico legado en alrededor de 200 obras. “Si no soñamos que es posible que haya justicia en la Tierra, vamos a perder nuestra humanidad”, le dijo a Infobae Cultura

Guardar
Cecilia Vicuña junto al curador de su muestra en el Malba, Miguel López
Cecilia Vicuña junto al curador de su muestra en el Malba, Miguel López

“Antes de saber escribir, yo inventaba palabras”, dice a Infobae Cultura la artista visual Cecilia Vicuña, una mujer inmensa de dimensiones pequeñas. Su cabello oscuro matizado con suaves mechones grises parece uno de los vellones de lana que colgó en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), donde presenta la exposición Soñar el agua, abierta al público desde este viernes y hasta el 24 de febrero de 2024.

Luego de dar la mano, la también poeta se baja el barbijo y sonríe. No habla, apenas susurra. “Estoy muy cansada”, revela para que se entienda que su voz es poco audible, obliga a un esfuerzo al comienzo y luego se va escuchando fácil, sobre todo si una se deja llevar. La chilena (pronúnciese la ch como “ye”) nació hace 75 años en Santiago y vive hace varias décadas con su compañero en Tribeca, Manhattan.

En el barrio de antiguos edificios industriales reciclados como lofts, boutiques de marcas y restaurantes que bordean las calles con adoquines, Cecilia fue construyendo una vida ecléctica, multilingüe, pop y popular. A ella, activista feminista además, le rinde homenaje la exposición, con 60 años de producción continua, en este caso curadas por Miguel López.

La muestra de Cecilia Vicuña en el Malba abre al público el viernes 8 de diciembre
La muestra de Cecilia Vicuña en el Malba abre al público el viernes 8 de diciembre

“Fue un curador brasilero quien invitó a Lopez a ver y escribir sobre mi trabajo y él ha contado muchas veces como se sorprendió. El no me conocía, mi poesía como mi arte fueron ocultados por varias décadas. Primero se hace una exhibición en Radcliffe University pero se presentó en la biblioteca a la que iban estudiantes. En 2017 hay una segunda muestra antológica y allí Miguel me conoce, investiga y se da cuenta de que nadie había hecho este tipo de trabajo”, cuenta.

¿Antológica u ontológica?

—Eso sería fascinante, a nadie se le ocurrió. Es una idea maravillosa. Considero que mi trabajo es ontológico. Sí se les ocurrió la antológica que es la suma, obras de distintas épocas, se llamó About to happen, a punto de suceder.

“El agua dulce está desapareciendo y una de las primeras partes donde ello está ocurriendo es en Chile y en todo Latinoamérica. No sólo se está extinguiendo su propia agua dulce sino los bosques. Vivimos en un continente que ya perdió el 90 por ciento de su biodiversidad. Estamos destruyendo el planeta, es salvajismo”, se preocupa. Aunque también se ocupa. En cada una de las doscientas obras que se exhiben subyace la urgencia por cambiar las condiciones materiales en el presente y en el tiempo que está llegando.

Lo estás denunciando, ¿por qué entonces decís estamos destruyendo, así, en plural? ¿Te sentís parte de ese arrasamiento?

—Somos nosotros porque en la medida que pensemos que son otros los que lo están haciendo, no podemos tomar responsabilidad. En cambio, si restauramos el concepto de que somos todos parte, somos cómplices. Por ejemplo, votamos por ciertos políticos que están subsidiando, colaborando con las corporaciones, con las mineras, con las potencias extranjeras que están extrayendo nuestras tierras. El don humano es tener conciencia y si todos aceptamos nuestra parte de sentirlo y soñar otro modo de ser en la Tierra, ahí el título de la muestra.

La muestra "Soñar el agua" se presenta en sala 5 nivel 2 del Malba
La muestra "Soñar el agua" se presenta en sala 5 nivel 2 del Malba

Se toma del brazo de su mamá de 99 años y sale a almorzar. El alimento será frugal, ella atiende su cuerpo, su alma, su conciencia. “El museo me consiguió un lugar cerquita, no quiero moverme demasiado”, cuenta. Pasaron tres días de montaje con la colaboración de decenas de personas. “Es que yo no traigo la obra terminada. Estoy acá, voy al río, traigo basuritas y construímos”. Palitos, corteza, piedritas, papeles. Vicuña los compone y crea arte. “La mayor parte de los artistas tienen muestras ya hechas, yo la estoy haciendo con varias personas”.

La maravilla del trabajo conjunto es que se hace entre muchos. “Para mí es la felicidad. Pero además, tengo reuniones. Si pudiera hacer mis cositas, basuritas, poemas y después estar contigo… Tú sabes que para eso se necesita un tiempo”.

Justamente, el próximo sábado, a las 17, tendrá lugar la performance Quipu de encuentro con el Río de la Plata. El meet point será en el hall del museo. “El agua es fuente de vida, recuperamos lo comunitario y la responsabilidad ambiental. Vamos a activar nuestro vínculo con el río”, invita a un encuentro con la costa fluvial de parte de la lana, que se utilizó para realizar la obra Quipu desaparecido. Debemos reimaginar formas de habitar el planeta. “Son nudos de encuentro con la tierra y sus aguas como ensayo con la Tierra y sus aguas, ensayos de cambio consciente del vínculo que tenemos con los cauces que nos recorren”.

Cecilia Vicuña fue premiada en la Bienal de Venecia 2022
Cecilia Vicuña fue premiada en la Bienal de Venecia 2022

Una apretada síntesis de su CV da cuenta de que se graduó en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, en 1971, y unos meses después partió a Londres para estudiar pintura en la Slade School of Fine Arts del University College. Por el golpe militar, cuando se instaló la dictadura pinochetista abandonó su país, recorrió otros y se estableció en New York en 1980.

Así se define en su lírica libre: Tengo el cráneo en forma de avellana /y unas nalgas festivas a la orilla/ de unos muslos cosquillosos de melón./ Tengo rodillas de heliotropo/ y tobillos de piedra pómez/ cuello de abedul africano/ porque aparte de los dientes/ no tengo nada blanco/ ni la esclerótida de color indefinible./Tengo veinte dedos/ y no estoy muy segura/ de poder conservarlos/ siempre están a punto de caerse/ aunque los quiero mucho./ Después me termino y lo demás/ lo guardo a la orilla del mar./ No soy muy desvergonzada /a decir verdad/ siempre que hay un hoyo/ me caigo dentro/ porque no soy precavida /ni sospechosa.

En abril de 2022 fue galardonada con el León de Oro de la Bienal de Venecia, en homenaje al conjunto de su obra visual. “Durante décadas, Vicuña ha recorrido su propio camino, con precisión, humildad y obstinación, anticipándose a muchos debates recientes sobre la ecología y el feminismo e imaginando nuevas mitologías personales y colectivas”, destacó la curadora de la bienal, la italiana Cecilia Alemani.

En cuanto a su obra poética, publicada en inglés y en español, se destacan los libros Sabor a mí (1973), Siete poemas (1979), Precario/precarious (1983), Luxumei o el Traspié de la doctrina (1983), PALABRarmas (1984), Samara (1986), La Wik’uña (1990), Unravelling Words & the Weaving of Water (1992), La realidad es una línea (1994), El templo (2001), I Tú (2005), Zen Surado (2013), Kuntur Ko (2015) y Lo Precario (2016), entre otros.

Uno de sus leit motiv es el erotismo femenino. En sus poemas se refiere a la experiencia sexual de las mujeres, el deseo y el disfrute del propio cuerpo. La cosmogonía originaria también está presente, mezclando el castellano, el quechua y mapudungún, idioma de la cultura mapuche, en el sur de Chile.

"El don humano es tener conciencia", dice Cecilia Vicuña
"El don humano es tener conciencia", dice Cecilia Vicuña

La mirada de Cecilia Vicuña, profunda, va más allá de lo bidimensional de algunas de sus piezas de arte. Las luchas populares, el respeto a los derechos humanos, la oposición a la devastación están en la superficie y en lo más hondo de los actos con otros.

“El poder liberador de la palabra nace por medio de actos colectivos. Ese gesto es el quipu, una forma de escritura con signos. Lo que distingue a esta cultura de las anteriores es que la nuestra promueve la idea de que nosotros somos la civilización dominante, la más avanzada, la que ha traído el progreso. Todo eso es falso. Desde mi perspectiva, la verdadera progresión es la evolución”, dice.

¿Estamos involucionando?

—La evolución humana, la cultura, es destructora de sus experiencias, de su propia supervivencia. Es única y es reciente.

¿Te referís a los más de 500 años transcurridos, desde el descubrimiento y la conquista?

—En realidad, comienza hace 5 mil años. Este modelo de extraer y de oprimir, de sacar ganancia, de herir. Comienza con el patriarcado, con la propiedad privada de las personas, de las mujeres y los niños. Por ejemplo, lo que está pasando ahora en medio oriente, en Israel, donde se están exterminando a los bebés. Hay una relación profunda entre lo que sucedió hace 5 mil años y lo que nuestra sociedad considera permisible.

Me referí a los más de 500 años del encubrimiento de América…

—Exacto, los europeos se sintieron con el derecho, es la idea cristiana de que la Tierra está a disposición, es el paradigma de que el ser humano es dueño de todo.

"Soñar el agua" estará abierta al público hasta el 24 de febrero de 2024
"Soñar el agua" estará abierta al público hasta el 24 de febrero de 2024

Su padre fue abogado y poeta, amigo de Nicanor Parra. Su tía, amiga de la Violeta. Yo tenía 10 años y fui a una fonda, una ramada, como una fiesta popular donde se toma mucho vino, se baila cueca y se hacen muchas empanadas. Nuestro primer encuentro con Violeta fue en el barro y el frío atroz. Mi tía y ella preparando empanadas, es una idea de la revolución. No había esa idea de que el artista es elitista y el pueblo está acá (señala hacia el piso) como esclavo. Unos años después la escuché en un disco que, como se dice en Chile, estaba traspapelao.

¿Cuál fue tu primer contacto con las telas, los hilos, las lanas?

—Mi madre tejía con la técnica indígena y yo le dedicaba muchos poemas. Ella no sabía su origen y yo me hice el ADN, la secuencia genética que te dice la ubicación geográfica de los genes: África, Mongolia, Tibet y el norte de Chile. Yo deduzco que mis abuelas eran diaguitas. Se parecen, una de mis tías se parece mucho a la Mercedes Sosa y a Atahualpa Yupanqui (risas).

"El poder liberador de la palabra nace por medio de actos colectivos", dice Cecilia Vicuña
"El poder liberador de la palabra nace por medio de actos colectivos", dice Cecilia Vicuña

¿Tenés familia?

—Yo me había ido a estudiar a Londres y no pude volver por el golpe, porque yo había mostrado mi punto de vista. Tuve el privilegio de crecer en una familia que cultivó la conciencia y fue muy perseguida por eso. Mi abuelo, escritor, político, abogado y académico fue un defensor de los derechos civiles. En Chile recibíamos judíos escapados de los nazis. Era muy bonito porque eran como nuestros tíos. También recibíamos refugiados de la República Española, seres excepcionales, casi todos intelectuales, todos los domingos participábamos de discusiones muy acaloradas de orden cívico, político, social.

En tu retrospectiva, los ejes dominantes son el sueño y el futuro.

—Sí, vuelvo a tu primera pregunta. Si no soñamos que es posible que haya justicia en la Tierra, con todos los derechos, de los humanos, de la cultura, de los animales, del agua, vamos a perder nuestra humanidad. Los golpes de estado fueron para convencernos de que no había nada que hacer. Hoy estamos controlados por la Inteligencia artificial, que tiene su propia agenda. Se está decidiendo minuto a minuto si hay o no hay esperanza. Los seres humanos tenemos una agencia y una influencia sobre nuestras vidas. Los jóvenes votan por la derecha, por lo autoritario, porque creen que hay una autoridad que sabe más. La misión del arte es descubrir lo que uno siente y es. Ese es mi trabajo, lo hago conmigo misma, con mis dedos, con mi cuerpo, con mi sentipensar y con mis sueños.

* La muestra Soñar el agua se presenta en sala 5 nivel 2 del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, del 8 de diciembre de 2023 al 26 de febrero de 2024.

[Fotos: Alejandro Guyot - gentileza prensa Malba]

Guardar