Urdapilleta y sus glorias, un homenaje a Alejandro Urdapilleta, se inaugura en la porteña Casa Brandon, en el marco de la sexta edición del Festival de Arte Queer (FAQ), al cumplirse 10 años de su muerte, a través de cuadernos íntimos, correspondencia, fotos y dibujos que demuestran, según la curadora, Liliana Viola, “que es posible el cruce entre popular y sutil, pero también entre sutileza y barbaridad”.
“La palabra ‘Urdapilleta’ enunciada sola o puesta en tándem con la palabra ‘Tortonese’, así como la palabra ‘Batato’, por sí mismas pueden considerarse una contundente definición de arte queer. El aporte a la cultura nacional de Alejandro es la comprobación de que es posible el cruce entre popular y sutil. Pero también entre sutileza y barbaridad, entre lo muy serio y lo que te mata de risa”, define Viola sobre la muestra que desde mañana a las 20 y hasta fin de mes podrá verse en el espacio cultural de Luis María Drago 236, en la ciudad de Buenos Aires.
En cada edición el FAQ le dedica un día de su programación a una obra o a una persona que haya marcado un hito en la cultura queer argentina y para Viola más que de un homenaje se trata de un regreso a las fuentes: “El 1 de diciembre se cumplieron 10 años de la muerte de Urdapilleta, creador de un lenguaje superador del destape y superador del humor soso en los años de la post dictadura. Cada vez se extraña más su lenguaje, su delirio, su capacidad para desmantelar hipocresías sin perder el tono del mamarracho y del escándalo”, describe la periodista.
Así, mañana a las 20 en Casa Brandon se encontrarán para ver cuadernos íntimos, borradores, correspondencia, obras legendarias, textos inéditos, fotos, dibujos y otras espectacularidades amigos de Urdapilleta como Horacio Dabbah, Cecilia Roth, Rita Cortese, Fernando Noy, Peter Pank, Laura Markert, María José Gabin, Verónica Llinás y Alejandra Flechner.
“Urdapilleta solía tomar un registro escrito de todo lo que le pasaba en su cabeza -relata Viola-, que van desde las dudas hasta las broncas incluidos los proyectos y las ideas. Escribía en cuadernos, libretas y agendas. Guardaba las notas que salían sobre sus trabajos en cine y teatro y también las muchísimas cartas que escribía y después no enviaba”.
“En vida, él mismo editó parte de sus cuadernos y otra parte integra un archivo que se encuentra desperdigado entre amigos, familiares y gente en la que él había confiado alguna vez. Esta muestra es una pequeña selección. En la puesta a cargo de Graciela Hasper y Nieves Vázquez seleccionamos apenas una punta que diera cuenta del iceberg Urdapilleta”, describe Viola.
Nacido en Montevideo, Uruguay, en 1954, hijo de un militar argentino exiliado en ese país, Urdapilleta empezó a transitar los sótanos del under porteño que revivió y retomó fuerza con el regreso a la democracia. Con el Parakultural como epicentro de toda esa movida, formó un tándem irreverente y corrosivo con Batato Barea y Humberto Tortonese.
Entre sus espectáculos más importantes figuran Alfonsina y el mal, El método de Juana, La carancha, Mamita querida, Poemas decorados”, “Carne de chancha”, Urdapilleta en llamas y La moribunda. En el teatro oficial integró los elencos de Hamlet o La guerra de los teatros, El relámpago, Martha Stutz, Almuerzo en casa de Ludwig W., Mein Kampf (una farsa) y Rey Lear. En televisión se destacó en El Palacio de la Risa, Tiempo final, Tumberos, Sol negro y Mujeres asesinas.
Trabajó en cine en películas como La sonámbula (1998) y Adiós querida luna (2003), ambas dirigidas por Fernando Spiner, y en La niña santa (2004), con dirección de Lucrecia Martel). “Yo quiero, como cuando era un niño, jugar al teatro, pintarme la cara, disfrazarme y nada más. Si me pueden pagar por eso, mejor”, ironizó en una entrevista televisiva de 2007. Pero Urdapilleta fue mucho más que un actor. Toda esa irreverencia, desborde y provocación la llevó a sus poemas, compilados por Jorge Dubatti en Vagones transportan humo.
A lo largo de su trayectoria, recibió cuatro Premios ACE por su papel de Polonio en Hamlet (1991/1992), por El relámpago (1995/1996), por Almuerzo en casa de Ludwig y por Mein Kampf, una farsa (1999/2000). Así como un Martín Fierro en 2022 por su interpretación del personaje El Seco en la miniserie televisiva Tumberos (2002) y un premio Astor a mejor actor por su actuación en la película Adiós, querida Luna. El recorrido de los trabajos de Urdapilleta podría trazar un mapa que lo llevó desde el under hasta el teatro oficial, por lo que, desde una mirada superficial, cabría pensar en la posibilidad de una institucionalización de lo queer.
Viola prefiere abordar esa trayectoria desde otra óptica: “No creo que haya empezado en un lado y terminado en otro. Creo que siempre fue Urdapilleta. Y que esa es su gloria. Tenía una teoría y una práctica de lo teatral que le permitía pasar por todas partes y demostrar en carne propia que la división entre alta y baja, entre el off y el on, no pasa por el cuerpo del artista. O al menos, existe la posibilidad de que no pase”.
“Su entrada al teatro San Martín o al teatro Cervantes luego del Parakultural o Ave Porco no significó la institucionalización de lo queer. Así como tampoco su ingreso en la televisión significó ninguna caída. Él llevó su fuego alumbrado y también incendiario y también quemante por toda tabla que pisó”, concluye Viola. La muestra Urdapilleta y sus glorias podrá visitarse de miércoles a domingos desde las 20, hasta fin de diciembre, con entrada gratuita en Casa Brandon (Luis María Drago 236, CABA), en el marco del Festival de Arte Queer. Este festival comenzó el sábado último y se extenderá hasta el sábado 9 de diciembre, en diversas sedes de la ciudad de Buenos Aires.
Fuente: Télam S. E.
[Fotos: Télam]