Desde Málaga. El cubo cromático del Centre Pompidou irrumpe en el paisaje portuario de Málaga y ya es un distinguido ícono urbano, a casi 9 años de su inauguración. En un ámbito privilegiado como éste, en un tiempo y un lugar central de la época (Málaga es la ciudad natal de Pablo Picasso y este año se cumplen 50 años de su muerte, nada menos), Bienalsur fija el kilómetro 9697 de su vuelta al mundo del arte contemporáneo con la muestra Interferencias Intersticiales, inaugurada este lunes 4 y que permanecerá abierta hasta el 24 de febrero de 2024.
Integran esta etapa, las artistas argentinas Leticia El Halli Obeid, Ana Gallardo, Gabriela Golder, Alicia Herrero, Liliana Porter, Silvia Rivas y Graciela Taquini; la francoargentina Marie Orensanz; los colombianos Beatriz González y Óscar Muñoz, la cubana Glenda León, el francochileno Enrique Ramírez y las brasileñas Berna Reale y Regina Silveira.
Hay obras e instalaciones al paso, en los ingresos y pasillos de este moderno edificio-franquicia del famoso centro cultural parisino; y una serie continuada de video-performances y experimentales en pantallas a lo largo del recorrido que conduce a las salas, y especialmente en el auditorio de la institución, donde se proyectan en continuado y sumergen al público en un viaje onírico por distintos territorios y situaciones: un basural que puede suponerse del Gran Buenos Aires, un salar, la cocina de una casa, una pileta de baño.
En todos los casos, las obras “dicen”, “hablan” de algo, que es un poco el eje central de esta edición de Bienalsur: el ser humano en tránsito, errante por naturaleza u obligación (migraciones, exilios, mudanzas, aventuras). Las obras y su simbología interfieren y se infiltran -tal como sucede en el Archivo General de Indias de Sevilla- en el ritmo cotidiano de una bella institución cultural que ha cambiado la vida y el movimiento turístico de una ciudad mediterránea en todo su esplendor.
“Gracias al interés y la capacidad de Diana [Wechsler] y Aníbal [Jozami] hemos encontrado el momento y el lugar para presentar esta muestra que nos conecta con un proyecto tan prestigioso de carácter internacional. Es, además, una feliz coincidencia porque la Interferencias intersticiales tiene mucho que ver con la exposición permanente del Pompidou Málaga, sobre el movimiento de las personas y los desplazamientos de territorio. Una especie de nexo complementario con nuestras exposiciones”, afirmó durante la presentación de la muestra José María Luna, director de la Agencia Pública para la gestión de la Casa Natal de Pablo Picasso y otros equipamientos museísticos y culturales del Ayuntamiento de Málaga.
“Si fuera una composición musical diría que este primer movimiento, que recorre desde la entrada hasta las salas principales (las del subsuelo), establece un fuerte diálogo, un contrapunto, con las obras del camerunés Barthélémy Togou, el japonés Sigheru Ban, el israelí Hawad Al Mahli y el rumano Servan Sahdu entre otros, autores de cuatro de las piezas cercanas espacial y conceptualmente que integran PLACE-NESS. Habitar un lugar, reflexiona la curadora y directora artística Diana Wechsler.
En dirección al ingreso del Pompidou, una “cinta amarilla” con siluetas humanas que llevan su carga (creación de Beatriz González) remite a la idea de frontera, de separación de territorios que, en términos de realidad, también diferencia la calle del interior del centro cultural. El siguiente tramo, con la intervención sobre una de las paredes laterales del ingreso, corresponde a Irruption, de la artista brasileña Regina Silveira, con sus pasos marcados de quienes atraviesan un territorio en busca de otro (aquí la alegoría de la migración resulta evidente y palpable.
“Transitando este largo corredor invadido nos encontramos con las sutiles invitaciones a pensar de Marie Orensanz”, explica Wechsler. “Es un homenaje a tres grandes artistas conceptuales que hoy superan los 80 años y sigues muy activas, pensando, trabajando y contribuyendo con sus trabajos y su generosidad a desarrollar proyectos como este”, agrega la curadora.
En la misma dirección del recorrido, camino al auditorio, la video-instalación Casa Rodante de Ana Gallardo, potencia el mensaje y coloca el tema de la migración (el movimiento, la mudanza) en otra escala, con la mujer como protagonista. Se trata del registro audiovisual de una acción realizada por la artista en 2007, por las calles de Buenos Aires y con la colaboración de otras personas. Montada en una bicicleta, una mujer empuja un carro que contiene un conjunto mobiliario. Una especie de casa a cuestas, transportada a tracción humana.
Ya dentro del auditorio, el programa de videos que incluye artistas argentinas (la sutil serie Identidad Experimental. Indicios de un recorrido posible del video argentino con Graciela Tarquini, Silvia Rivas, Alicia Herrero, Leticia El Halli Obeid, Gabriela Golder y Liliana Porter) y latinoamericanos (la contundente Suite latinoamericana, con la firma de Glenda León, Óscar Muñoz, Enrique Ramirez y Berna Reale) proponen un recorrido por distintos formatos, narrativas y soportes que se sumergen en problemáticas de habitat, construcción de identidades y subjetividades. Para Wechsler, los grupos de obras representan “el primero ligado a la dimensión subjetiva y performática; y el segundo sobre lo existencial en relación con el entorno”.
La experiencia es movilizadora, de un diálogo cotidiano entre amigas sobre un encuentro inesperado con Julio Cortázar en París, hasta un remedo de Gene Kelly versión distópica (todo de dorado y con máscara de gas), cantando “Singin’ in the Rain” en medio de un basural típicamente latinoamericano.
[Fotos: prensa Centre Pompidou Málaga / prensa Bienalsur]