Escalandrum: 25 años de jazz que se reinventan con “Escalectric”

En una entrevista con Infobae Cultura, Mariano Sívori y Damián Fogiel, miembros fundadores de la banda, comparten detalles sobre “Escalectric”, un audaz álbum que electrifica el jazz y que presentan el miércoles 6 en Thelonious Club

Adelanto de "Escalectric" de Escalandrum

Durante este año que ya acaricia su final, Escalandrum está celebrando su 25 aniversario. Un cuarto de siglo en el que el sexteto de jazz liderado por Pipi Piazzolla se dio unos cuantos gustos: tocar en el mítico Birdland de Nueva York, compartir nominación al Grammy con Chick Corea y Al Di Meola, girar por el mundo junto a Elena Roger, grabar en el no menos mítico Studio 2 de Abbey Road.

La banda no entiende otro festejo que no sea música nueva (15 discos en 25 años lo corroboran) y por eso aprovecha la oportunidad para lanzar Escalectric, un álbum de composiciones propias que se expande por fuera de su zona de confort. Un salto desde la sonoridad del jazz a una instrumentación eléctrica, con el groove como bandera. Once temas que pueden entenderse también como un viaje emocional a algunas de las músicas que marcaron la adolescencia de sus integrantes.

Para charlar sobre Escalectric y su presentación –este miércoles 6 en Thelonious Club– nos sentamos en una sala de ensayo de Villa Urquiza con el bajista Mariano Sívori y el saxo tenor Damián Fogiel, miembros fundadores –allá por 1999– de esta formación indispensable del jazz argentino, que completan Daniel Pipi Piazzolla en batería, Nicolás Guerschberg en teclados, Gustavo Musso en EWI y saxo alto y Martín Pantyrer en clarinete bajo y saxo barítono.

“En el título del disco hay como una apelación nostálgica a los tiempos del Scalextric, que habla de una generación bisagra –la nuestra– que creció con la tele en blanco y negro y ahora está atravesada por internet”, arranca Mariano Sívori. “Además juega con el hecho de que se trata de una versión más eléctrica de Escalandrum, con la que nos remontamos a sonidos de los años 70 y 80, desde el jazz eléctrico al rock, el funk y demás. La evocación del Scalextric tiene que ver también con que hacer el disco fue un poco como cuando éramos chicos y nos juntábamos a jugar, una cuestión lúdica que es muy de la esencia de la banda”.

El sexteto Escalandrum cumple veinticinco años y lo celebra con "Escalectric"

—¿Qué versión –o visión– de Escalandrum va a encontrar el público en Escalectric?

—Damián Foigel: Creo que lo primero que se va a distinguir es un cambio en la instrumentación. En el disco Mariano está tocando el bajo eléctrico en todos los temas –procesado con pedales y demás–, mientras que Gustavo Musso toca el EWI, una especie de saxo electrónico que tiene una presencia muy particular. También hay teclados en vez del piano convencional con el que solemos tocar, y Pipi está con una batería más grande. Todo eso genera, tímbricamente y en la instrumentación, una diferencia bastante importante con el Escalandrum más habitual. Después hay cuestiones relacionadas más con las composiciones del disco, que tienen un enfoque claramente eléctrico y groovero.

—Mariano Sívori: En las composiciones del disco hay elementos del soul, el funk y el rock. Es una fusión en la que nosotros nos sentimos cómodos y nos permite remontarnos a sonidos que están emparentados con nuestra adolescencia, entre los años 80 y 90, cuando comenzamos el estudio en serio de los de los instrumentos y empezar a imaginarnos que podríamos dedicarnos en serio a la música. Son sonidos que nos fueron arrullando si se quiere y que después fueron quedando medio de lado a partir del acercamiento a otros tipos de músicas, a la clásica, al tango y demás… Cuando nos encontramos con esto empezó como un juego, metiendo el bajo eléctrico y el EWI de Gustavo y con la idea de ir probando cosas, que es una constante en Escalandrum.

—D. F.: En general, como banda nos gusta abandonar ciertos lugares que ya hemos recorrido. Tenemos como la pulsión de movernos de conocimientos que ya hemos adquirido, por decirlo de alguna manera, y avanzar a territorios nuevos. Es una necesidad que creo que es más para nosotros mismos que para los demás. Tenemos la costumbre de ensayar y grabar mucho, por lo que enseguida andamos buscando cosas que nos obliguen a mover el avispero. Esta nueva instrumentación nos habilita a ir por lugares que a lo mejor con nuestros instrumentos más convencionales no hubiéramos transitado.

El secreto de su permanencia es que es una prioridad para sus integrantes

—Cumplen 25 años juntos, una cifra impresionante para una pareja y mucho más para una banda… ¿Cuál es el secreto?

—M. S : Creo que una gran parte del secreto reside en que, después de 25 años juntos, seguimos escuchándonos unos a los otros tanto cuando tocamos como cuando no estamos tocando. Nos respetamos y somos muy amigos. Y se da una cosa muy particular, que es que Escalandrum es la prioridad de cada uno de nosotros, más allá de que todos toquemos también con otras bandas. Esto fue así desde el comienzo, y no tengo recuerdo de que en algún momento lo hayamos hablado, simplemente ocurrió. Todos hemos resignado cosas importantes por priorizar este proyecto.

—D. F.: Lo que nos convoca fue y sigue siendo la música, y esta manera lúdica que tenemos de vivirla. Si hago un tema siempre pienso en tocarlo en Escalandrum, aunque eventualmente pueda terminar en otra parte. Pese a que no todo fueron buenos momentos, siento que no fue difícil llegar a los 25 años. En otras bandas es habitual que con el tiempo se vaya perdiendo el impulso habitual, que los integrantes de pronto sientan la necesidad de probar cosas diferentes, pero eso en Escalandrum por alguna razón es no ocurrió.

—M. S.: Creo que acá se produjeron de una manera muy natural roles y afinidades que son fundamentales para mantenernos juntos. Si bien Escalandrum tiene un líder que es Pipi, él cumple ese rol desde un sentido aglutinador, de impulsar la decisión de grabar por ejemplo, de poner el corte y decir “bueno, ahora es el momento de meternos en el estudio”. Y los demás no tenemos problemas en otorgarle esa capacidad de organizarnos y tomar una parte mayor de las decisiones. No tiene nada que ver con acatar, sino con reconocer las aptitudes de cada uno.

—En un número altísimo de bandas, el líder es el que compone, pero en eso Escalandrum rompe bastante la norma…

—M. S.: Tal cual. Y creo que en esa distribución de roles hemos encontrado lo que nos permitió la convivencia tanto el tiempo y todas las experiencias fantásticas que hemos vivido. Cada uno –los siete músicos más nuestro manager Horacio Sarría– sabe que tiene un rol desde el que puede sumar y aportar. Los principales compositores son Nicolás Guerschber y Damián, pero luego los temas suelen cobrar su identidad definitiva en los ensayos. De hecho, en Escalectric casi que hay una división exacta de temas de Nico y de Damián, con alguno que aporté yo y otro de Pipi.

—D. F.: En muchos sentidos Escalandrum opera como un equipo un equipo de fútbol, en el que no tiene sentido que un solo tipo esté todo el tiempo llevando la pelota y los demás mirando. Capaz traigo una composición en papel, pero al tocarla juntos va yendo para otro lado y se convierte en un tema mejor, más “tocable” o más interesante que el original. Es como que entre todos logramos que cada composición encuentre su manera de correr, aprovechando la virtud de cada uno.

En la temporada estival participarán en el Cosquín Rock y en el Lollapalooza

—Esta “horizontalidad” es clave también en uno de los aspectos que más se suelen elogiar de Escalandrum, que es el vivo…

—M. S.: Mirá, creo que en el vivo es donde más somos una banda de jazz, donde se generan esas energías del momento que hacen que un recital difícilmente sea igual a otro.

—D. F.: Te diría que ni siquiera en los ensayos los temas suenan iguales, casi nunca los tocamos de la misma forma. Y en vivo se suelta aún más esa pulsión jazzística de la que habla Mariano, la improvisación y el juego con las texturas, los volúmenes y los matices. La experiencia de tantos años tocando juntos en tantos contextos diferentes nos terminó perfeccionando el hábito de escucharnos y percibir al toque cuando alguno está generando algo en el momento. Es como una cosa camaleónica que también se aplica a las distintas circunstancias, a los lugares y a los públicos, incluso cuando no son para nada favorables.

—Hablando de públicos, este verano van a tocar en el Cosquín Rock y en el Lollapalooza, lo que no es algo raro para ustedes. ¿Cómo suelen ser esas experiencias con audiencias de rock?

—M. S.: En general la recepción es de buena a muy buena, nunca tuvimos quilombo por tocar en contextos más rockeros. Al contrario. Además, a nosotros nos divierte porque nos habilita tocar con aproximaciones diferentes a las habituales. Y ahora vamos a ir con el material de Escalectric, que creo que va a sintonizar muy bien.

—D. F.: Todos en un punto tenemos algo de rock en nuestro sistema de gustos, así que no nos sentimos para nada extraños dentro de esos festivales. De hecho, el año pasado hicimos una gira enorme por Brasil en la que tocamos casi siempre en festivales de rock y blues. Y hay un montón de cosas que tienen que ver con el rock que yo siento que nos identifican, desde estar juntos durante 25 años hasta la costumbre de ensayar todas las semanas o entendernos como una banda que no está al servicio de un solista sino del conjunto. Cosas que son quizás más habituales en el rock que en el jazz.

Astor Piazzolla es una influencia muy fuerte para todos los miembros de Escalandrum

—A lo largo de estos 25 años de carrera la banda ha tenido una identificación muy fuerte con Piazzolla, que repercutió en un gran reconocimiento tanto nacional como internacional. ¿En algún momento eso se volvió un peso o una gravitación demasiado densa?

—M. S.: Piazzolla es lo más grande que hay y no puede ser un peso nunca, pero entiendo lo que querés decir. La realidad es que en ningún momento de nuestra historia tocamos exclusivamente Piazzolla, siempre alternamos con nuestra propia música. Para nosotros tocar las composiciones de Astor fue y es todo ganancia, porque se trata de una de las músicas más profundas que existen y de la que se puede aprender permanentemente. Lo que sí ocurre cuando giramos tocando música de Astor es que el foco –para bien o para mal– está absolutamente sobre Pipi. Y eso, después de tantos años, se puede volver un poco pesado… volver a contar las historias con su abuelo y demás. Esta charla, por ejemplo, no se podría dar en ese marco, porque sería inevitable que estuviera Pipi hablando de su relación con Astor.

—D. F.: Lo que tiene tocar Piazzolla es que te pone una vara de excelencia impresionante. Es un incentivo permanente a, por lo menos, arrimar el bochín cuando pasás de tocar su música a la tuya. Un entrenamiento brutal, que te impulsa a sacar lo mejor de vos mismo. Creo que si hoy estamos parados en el lugar que estamos es en gran parte gracias que escuchamos, estudiamos, adaptamos e interpretamos un montón su música. Todo ese aprendizaje generó un bagaje que después se derrama en lo otro que haces. Tocar Piazzolla funciona como un ida y vuelta que por un lado te exige y por el otro te brinda. Como dice Mariano: es todo ganancia.

Fotos: Javo Veraldi; Hernán Halak; Gabriel Barrera; Gabriel Barrera

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