Desde Sevilla. Buena parte de la identidad constitutiva de América reside con sus documentos en este edificio declarado monumento histórico y patrimonio de la humanidad por la UNESCO -junto la Catedral y el Real Alcázar, construcciones contiguas-, en plena zona turística de la capital de Andalucía, a unos cien metros del imponente hotel Alfonso XIII. Un poco más allá está la Torre del Oro, a orillas del río Guadalquivir que divide zona este y oeste de la ciudad.
En este entorno que destila el rastro de la huella musulmana, la restauración católica y la posterior expansión hacia territorios de ultramar en América y Asia”, Bienalsur presenta la muestra Archivos activos en el Archivo General de Indias. En términos de la nomenclatura propia de esta vuelta al mundo del arte, iniciada en Buenos Aires a orillas del río de la Plata, aquí se fija el kilómetro 9659. En la ciudad del flamenco y los caballos.
Sucede entonces, en este inmenso edificio donde descansa la memoria burocrática de la etapa colonial, un intenso cruce de historia y arte contemporáneo, pleno de bellos contrastes. Las creaciones de Luis Felipe “Yuyo” Noé se plantan en el centro de una larga y solemne sala principal del edificio. Los intensos colores propios del nuevo mundo y la relación del hombre con la naturaleza, brotan las obras de la serie de 1971, La naturaleza y los mitos. Es un buen comienzo. “Este ensayo curatorial surge del diálogo y se plasma en una narrativa de los primeros encuentros de la modernidad entre Europa y América”, resume Diana Wechsler, directora artística de Bienalsur y curadora de Archivos activos. “El espíritu de Bienalsur es activar sentidos y este proyecto tiene que ver con eso”, define y refiere a “interferencias en un espacio específico”.
Para Wechsler, “cuando empezó a fluir esta idea, apareció rápidamente el mandato de pensar con la lógica de archivo, y específicamente con los relatos que conllevan estos documentos aquí guardados”. Las obras de Noé, reflejo de un debate de principios de los 70 sobre la reivindicación del americanismo, inician un recorrido que concluyen con evidente contraste en Chyron, dos videos del artista español Daniel Canogar -vistos en 2022 en el CCK con otro formado- realizados con los llamados “zócalos” de canales de noticias. Bandas de información que recorren la parte inferior de la pantalla y se entremezclan como un gran tejido deshilachado, un enredo que remite al frágil y a veces inestable equilibrio de un ecosistema informativo. “Flujos de información que tienen la pretensión de la totalidad, parte de un archivo evanescente con gesto contemporáneo”, define la curadora y directora de Bienalsur.
De las obras de Noé a los videos de Canogar, el salón del Archivo General de Indias adquiere otra identidad que sorprende a los visitantes. Allí reside la columna vertebral conceptual de esta muestra que además, puntualiza la curadora, “las exigencias propias de un edificio histórico que no permite intervenirlo, terminó convirtiéndose en algo virtuoso: las obras de la muestra están suspendidas”. Integradas al paisaje de la sala, algunas de ellas suspendidas en el aire y otras en el centro del salón del centro de documentación más importante del mundo sobre la historia de la conquista de América, las obras de la artista paraguaya Claudia Casarino; de la peruana Claudia Coca; de la argentina Adriana Bustos; y de los colombianos Iván Argote y Oscar Muñoz -además de Noé y Canogar- dicen lo suyo.
La marca distintiva del estilo del colombiano Iván Argote y su serie Turistas -fotografías de estatuas de personajes como Isabel la Católica o Cristóbal Colón, “vestidos” con un poncho-; la obra Indeleble de Claudio Casarino (serigrafías que semejan herbarios, sobre camisas elaboradas con técnicas de pueblos originarios del Paraguay); la instalación de bordados de lino de Claudia Coca y las curiosas figuras mitad humanas mitad animales de Adriana Bustos -que juguetean con ironía frente a la idea de los “extraordinario” del nuevo mundo- tanto como la metáfora del paso inexorable del tiempo puesta de manifiesto en la video-instalación de Óscar Muñoz (retrato hecho con agua sobre una piedra caliente, de un rostro que apenas toma forma y se va difuminando por el efecto del calor) potencian el efecto de extrañamiento e “infiltración” del que habla Diana Wechsler.
A la par de la memoria burocrática de las colonias, a resguardo en este edificio-monumento histórico, irrumpe el arte contemporáneo latinoamericano plasmado en piezas textiles, videos, pinturas y fotografías. Pasado y presente se funden en un solemne salón: el color de América impacta sobre los tonos oscuros del Imperio colonizador.
La historia del Archivo General de Indias
El Archivo General de Indias es una de las instituciones más importantes en el mundo para el estudio de la historia del Imperio español en América y Filipinas. Fue creado en 1785 por el rey Carlos III, con el objetivo de centralizar la documentación referente a las colonias españolas que hasta entonces se encontraba dispersa. El edificio que lo alberga fue originalmente construido como la Lonja de Mercaderes de Sevilla en el siglo XVI, diseñado por Juan de Herrera como símbolo de la arquitectura renacentista española. La conversión en archivo fue obra del arquitecto Juan de Villanueva (diseñador del Museo del Prado en Madrid). Villanueva respetó la estructura original del edificio, adaptándola para su nuevo uso con un diseño que facilitaba la conservación y el estudio de los documentos.
Alberga más de 43.000 legajos, con unos 80 millones de páginas y 8.000 mapas y dibujos que constituyen una detallada fuente para la investigación de la historia del mundo hispánico entre los siglos XVI y XIX. Los documentos incluyen cartas reales, mapas, planos, expedientes y otros documentos que relatan la administración colonial, el comercio, la navegación, y las relaciones entre España y sus colonias.
Alberga más de 43.000 legajos, con unos 80 millones de páginas y 8.000 mapas y dibujos que constituyen una detallada fuente para la investigación de la historia del mundo hispánico entre los siglos XVI y XIX. Los documentos incluyen cartas reales, mapas, planos, expedientes y otros documentos que relatan la administración colonial, el comercio, la navegación, y las relaciones entre España y sus colonias.
En semejante contexto y el peso de su historia, Bienalsur infiltra las miradas del arte contemporáneo de América latina.
[Fotos: Ariel Riveiro - gentileza prensa Bienalsur]