Algunas historias ayudan a comprender el mecanismo de la voluntad. Esta es una frase que puede ser aceptada sin demasiada dificultad. Sin embargo, esta constatación suena contradictoria cuando se cuenta la historia de dos mujeres que habían decidido, cuando muy jóvenes, entregar su propia voluntad a un Dios. Ese acto, según indican los creyentes católicos, implica el ejercicio no sólo de la religiosidad cristiana, sino de su práctica como una forma superior de entrega al ser divino: la transformación en parte activa de la Iglesia mediante la toma de los votos monacales -que, se sabe, implican, entre otras cuestiones, la castidad; la sumisión a Dios hasta en el sexo.
El film documental (o de “no ficción”, como señala su director) En vos confío, de Agustín Toscano (cuyo anterior film, El motoarrebatador, fue muy elogiado por el público y la crítica), parte de ese primer estado de sus protagonistas que deviene en la narración de un hecho criminal que perturbó a la sociedad tucumana, que lo denominó “El caso de las novicias asesinas”, y que la cámara de Toscano desenvuelve para llevar al género true crime a un nivel superior –ya sea en lo estético, ya sea en las implicancias sociales en las que se sumerge la película, estrenada este jueves.
El film abre con la imagen de dos novicias corriendo y jugando en un bosque selvático. Luego, dos personas maduras intentan comunicarse mediante un teléfono público en lo que parece ser una prisión. La música se intensifica mientras aparece una cita de la monja polaca Faustina Kowalska, que decía escuchar las órdenes de Jesucristo de manera directa y que fue santificada por su compatriota, el papa Karol Wojtyla, antes de morir.
En medio de cantos sacros, en el encierro de la misa, el espectador asiste a la primera representación de Nélida y Susana, unas jovencitas que habían decidido ser monjas y habían ingresado a un convento de la orden de la Divina Misericordia, fundada por Kowalska. Las voces en off de las protagonistas del film cuentan cómo se habían conocido en la institución religiosa. Una sobreimpresión indica que se trata de la “Obertura”, que corresponde en ciertas piezas musicales a un prefacio a un centro que, como suele suceder en la ópera, está atravesado por la tragedia. La música, de filiación con la música sacra contemporánea, acompañará toda la película que continuará, décadas después, cuando la cámara ingresa en la cárcel tucumana para recoger la historia de esa pareja, que cumple una condena por el homicidio y desaparición de Betty Algarañaz, colega docente de Susana.
El true crime es un género muy difundido en la actualidad, sobre todo en series, que tiene como forma de realización regular el documental clásico: una cámara fija enfoca a los protagonistas, se registran los testimonios, se recrean los acontecimientos, se señala al sospechoso o culpable del delito. La original y audaz representación del documental de Toscano de los hechos mediante el musical sacro –y que el objeto de la investigación no sea el crimen en sí mismo, sino las circunstancias provocadas por la singularidad de los acontecimientos de la historia de Nélida (hoy Daniel) y Susana– hacen de En vos confío un hecho fílmico que merece ser visto no sólo por su eficacia, según sus objetivos, sino por su profundidad social y su elegancia cinematográfica.
“Soy un consumidor del género true crime, pero creo que en la película el género sirve como enmascaramiento para hacer un drama social, para explorar el lugar humano, qué le pasa a las personas cuando se encuentran en lugares y situaciones límites”, dice Agustín Toscano, el director de la película de no ficción, a Infobae Cultura.
—El rol de la música es central para el desarrollo del film, ¿qué lo llevó a elegir esta suerte de sacro contemporáneo?
—En cierto momento me di cuenta de lo medieval que pasaba en la película, combinado con esa parte ultramoderna de una pareja en un principio de mujeres, que tienen una hija, se casan, con uno de sus miembros transicionando de género. Esa historia convivía con los claustros, con los himnos, con las instituciones de encierro, tanto el convento como la cárcel o la institución religiosa misma.
—Su película también funciona como crítica al sistema de justicia.
—Si bien no se deja de mostrar que la fiscal fue correcta, también exponemos el lado exagerado de la religiosidad que tiene la provincia. La fiscal cuenta cómo videntes ofrecían sus visiones para resolver el caso. También aparece una grafóloga que encuentra en las firmas de las acusadas las señales de su carácter homicida.
Como se dijo, el caso conmovió en 2006 a Tucumán, donde vivía la pareja protagonista (abandonado hacía tiempo el convento –pero persistentes en la fe–, madres de una hija adoptada por Daniel (antes Nélida), conformada una familia que vivía aparentemente feliz, viajaba de vacaciones a Brasil, al Caribe, a Miami). Susana era docente, la directora de su escuela se jubilaba y se radicaría en el Japón, donde vivía uno de sus hijos (la representación musical de la despedida de la directora, disfrazadas las docentes de geishas japonesas, mientras Daniel las observa con enojo, es excepcional). Beatriz Algarañaz, que vivía con un amigo gay, había sido elegida como sucesora de la directora jubilada, situación que no contaba con el agrado de Susana. Luego, el registro de unas llamadas, la desaparición de “Betty”, la acusación, la condena por homicidio a Daniel y Susana.
Hasta ahí el true crime, que es eficaz y atrapante, y que recurre a imágenes de archivo del desarrollo del juicio, de la acusación de la hermana de la mujer desaparecida, el desprecio por ser “lesbianas, eso son”. La película no señala, ni deja de señalar, hipótesis alternativas a las que condujeron a la pareja a la prisión.
Pero también la voluntad. La voluntad del amor que vence a las reglas religiosas de las novicias en el catolicismo. La voluntad de formar una familia y la adopción de una niña por parte de Daniel, quien quería que la nena tuviera su apellido. La voluntad de vencer el encierro en la cárcel, demandar que se las deje en libertad condicional. Y sin embargo, también la voluntad de continuar con su fe a cuestas. Como la parábola de Job, a quien Dios envía todo tipo de castigos porque juega con el Diablo la apuesta de que su servidor no lo maldecirá, la pareja encarcelada reivindica su fe y su amor, “hasta la eternidad”.
—Su película no se pronuncia sobre la inocencia proclamada por la pareja o la condena dictada por la justicia.
—Yo pensaba que iba a dilucidar algo, pero cada vez me iba más confundido. No podía hacer un documental con muchas certezas. Tras años de investigación, son más las dudas que puedo tener desde la realización de la película. Pero esa incertidumbre también forma parte de la propuesta del film.
Toscano debuta en el documental con las mejores herramientas y un estilo personal y su película es una cita obligatoria este fin de año.
* En el cine Gaumont, las funciones son las 12:45, 14:30 y 20:10